La familia de un bebé que sobrevivió a un dramático parto prematuro tuvo un emotivo reencuentro con los tres paramédicos que le salvaron la vida hace más de un año.
La madre Gemma Maxwell, de Glasgow, Escocia, que organizó el reencuentro, se emocionó al conocer a los médicos que salvaron a su bebé de 15 meses, Finley. Gracias a su oportuna respuesta, el pequeño es un bebé feliz y sano y ahora pesa 22 libras (10 kg), 10 veces más que la libra y 13 onzas (822 gramos) que pesó al nacer.
«Todo lo que he pensado en los últimos 15 meses es: ‘¿Qué le podría decir a la gente que salvó la vida de mi bebé?», dijo Gemma, de 29 años, a BBC News. «Creo que absolutamente teníamos que hacer esto para poder procesar esa mañana y decir, gracias. Fue decisivo».
Tan solo cinco días antes del cierre del Reino Unido en marzo de 2020, Gemma, que estaba embarazada de 26 semanas, empezó el trabajo de parto inesperadamente. Se sintió mal la noche anterior al parto y pidió a su madre que pasara la noche con ella.
«Por la mañana sentí un dolor muy fuerte, rompí fuente y llamamos a una ambulancia», recordó.
Con la ayuda de los paramédicos por teléfono, la madre de Gemma ayudó a dar a luz a su nieto, que pesaba menos que una bolsa de azúcar, en la sala de la casa. Unos 30 segundos después, llegaron los paramédicos.
La paramédica encargada de atender la emergencia, Sheila Parr, llegó al mismo tiempo que los paramédicos de la ambulancia Harry Trodden y Nikki Wilson, y vio a Gemma en el suelo contra el sofá con un bebé «azul y flácido» en sus brazos, y el recién nacido no lloraba.
Trodden entró inmediatamente en acción, cortó el cordón umbilical y se aseguró de que Gemma estuviera estable, y luego corrió a la ambulancia para iniciar la reanimación cardiopulmonar del bebé prematuro, que apenas podía respirar por sí mismo.
«El corazón apenas latía, y fueron ocho largos minutos hasta el hospital», dijo Trodden.
Debido al tamaño de Finley, Trodden tuvo que administrar la reanimación cardiopulmonar utilizando solo dos dedos para no dañar sus pulmones poco desarrollados. Incluso la máscara de oxígeno más pequeña era demasiado grande para el diminuto bebé.
Wilson, que iba conduciendo, se había reincorporado al trabajo tan solo dos meses antes, después de haber tenido su propio bebé. Admitió que tenía el corazón encogido, pero al llegar al hospital, Finley empezó a «ponerse rosa», dijo Trodden.
Una semana después, Wilson se enteró que Finley estaba bien en la UCIN. Le dieron el alta después de pasar 11 semanas en el hospital.
El padre de Finley, Niall Mackenzie, de 30 años, admitió que estaba «en otro planeta» durante el caos del nacimiento prematuro de su hijo. «Si no fuera por el equipo, no lo habría logrado», dijo a Scottish Ambulance Service. «Todos son increíbles».
Gemma aún no recuerda mucho del día en que nació su hijo. Sin embargo, pudo reordenar las piezas al reunirse con Parr, Trodden y Wilson.
«Ahora que las cosas volvieron a la normalidad, pudimos localizarlos», dijo Gemma a Glasgow Live. «Creo que ellos también lo necesitaban, porque dijeron que a menudo no llegan a escuchar lo que vivió la otra parte después de terminar un trabajo, y con alguien que nace a las 26 semanas no siempre [se consigue] el mejor resultado».
Los paramédicos llegaron a la reunión del 15 de junio en la Estación de Ambulancias de Glasgow Este con regalos para Finley —incluyendo una maqueta de ambulancia y un casco de paramédico— y estaban contentos de ver al próspero niño por segunda vez.
Parr declaró a la BBC que la experiencia la había fortalecido. «Llevo 20 años como paramédica y este es uno de los casos más inolvidables», reflexionó.
Según Gemma, Finley se encuentra muy bien a pesar de su difícil comienzo de vida. Espera que compartir su historia ayude a otros padres que estén pasando por una experiencia similar a darse cuenta que no están solos.
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