Un bebé que nació a las 25 semanas de gestación venció todas las probabilidades, no solo sobrevivió a la reanimación, la E.coli y la sepsis, sino también venció a la Covid-19, todo ello en sus dos primeros meses de vida. Sus padres no ven la hora de llevarlo a casa.
Sheree Murray, de 21 años, tuvo un parto prematuro inesperado 15 semanas antes de la fecha prevista de parto, tras un embarazo de película. El bebé Archie nació muerto el 1 de diciembre de 2020 y los médicos intentaron reanimarlo realizándole compresiones toráxicas durante 40 minutos, según The Daily Mail.
Debido a ello, lo conectaron a un ventilador en la UCIN.
«Me sentí completamente impotente… Quería hacer algo por él», dijo el padre de Archie, Robert Edwards, un trabajador de la construcción. «Me senté junto a Sheree y recé».
Archie nació en el Hospital General de Burnley, en Lancashire, con un peso de apenas 1 libra y 11 onzas (aproximadamente 765 gr.). Sin embargo, los aterrados padres no pudieron tocar a su bebé, que luchaba por su vida al tener la piel tan sensible.
«Por fin pude sostener su mano cuatro días después de que nació», dijo Sheree, de Colne, en Lancashire (Inglaterra), a The Bolton News. «Fue aterrador, pero mágico al mismo tiempo».
Sin embargo, la lucha no había terminado. Con solo 5 semanas de vida, Archie contrajo E. coli, una infección bacteriana que se convirtió en sepsis. Cuando los médicos procedieron a realizar pruebas rigurosas, descubrieron que Archie incluso daba positivo en el test de Covid-19.
Sheree calificó este diagnóstico como «la parte más aterradora», recordando: «Solo quería que me tragara un agujero negro».
Los nuevos padres dieron negativo en la prueba del virus, pero su bebé fue puesto en aislamiento donde luchó, una vez más, por su vida.
Robert dijo que estaba «muerto de miedo».
«[Los pulmones de Archie] se ponían blancos, y sinceramente pensé que íbamos a perderlo en esos 10 días», añadió.
Sin embargo, tras 10 días de dolorosa separación, los cariñosos padres se reunieron con su pequeño guerrero el 14 de enero. Al volver a verlo, Sheree admitió que «lloró mucho».
La joven, exestudiante de salud mental, elogió al personal del Burnley General por su atención «absolutamente increíble» y por «luchar con más fuerza» por Archie, incluso cuando los médicos temían que no lo lograría.
«Cuando me enteré de que estaba embarazada, no quería perderlo», reflexionó Sheree. Pero es un luchador, y sostenerlo por primera vez fue algo completamente surrealista».
«Estoy muy contenta con los progresos que ha hecho», continuó. «Estoy muy orgullosa de él».
Robert estuvo de acuerdo, afirmando: «Es nuestro bebé milagro, y no podríamos estar más orgullosos de él».
A finales de enero, Archie pesaba algo más de 3 libras (aproximadamente 1,4 kg). Sheree y Robert, en cumplimiento de las normas del hospital en medio de la pandemia, planean seguir turnándose para visitar a su bebé en el hospital hasta que se le permita volver a casa.
Esperan que le den el alta médica en marzo, que es el mes en el que se suponía que iba a nacer.
Sheree también imploró a los padres de niños prematuros: «No importa lo que les digan, tengan esperanza. Son más fuertes de lo que parecen».
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