Una joven con una carrera profesional ascendente como cantante de ópera, vio detenido su progreso con la llegada del COVID-19. Sin embargo, lejos de caer en la desesperación, decidió certificarse como asistente médico y convertirse en parte de los trabajadores de primera línea durante la pandemia mundial.
Hija de padres mexicanos, Angie Villela, de 19 años, nació y creció en Los Ángeles, una ciudad con fuerte presencia latina en Estados Unidos. Cuando aún era muy pequeña, los padres de la joven descubrieron su talento musical.
«Mi mamá me vio un día tocando el violín […] y me dijo ‘¿De dónde aprendiste a tocar así?'», recordó Villela en entrevista a CNN.
Como muchos casos de niños talentosos, Villela aprendió a tocar el instrumento tan solo viendo como lo hacía su hermano, que estudiaba en el The Colburn School of Performing Arts (Conservatorio de Música de Los Ángeles).
Así que su familia decidió apoyar su talento, y a los 8 años pisó su primer escenario —cantando música regional mexicana—, un evento que le confirmaría a una edad tan temprana que a eso quería dedicar su vida, y por lo que estudiaría «muy duro», para convertirse en una cantante profesional.
«Supe desde ese instante que me encantó el escenario… me hizo muy feliz», confesó Villela.
La joven se convirtió en una de las primeras latinas que logró obtener una beca para ingresar a The Colburn School of Performing Arts, y ahí pudo desarrollar en tiempo record la técnica vocal italiana bel canto, que le dio su voz de soprano, la voz femenina más alta de la ópera, con el registro más agudo de la voz humana.
Aunque nunca abandonó cantar junto al mariachi, desde los 15 años la talentosa cantante comenzó a participar en competencias de ópera, y a los 16 fue invitada a dar clases en Perú y Cuba. También fue enviada por Colburn School a Turquía, Rusia y Bulgaria para participar en obras de ópera, de acuerdo al medio angelino La Opinión.
A pesar de no haber crecido en México, la joven está profundamente conectada con la cultura mexicana gracias a sus padres y su abuela materna, que a sus 80 años la acompañaba en sus viajes por el mundo. De hecho, en varias de las competencias internacionales llegó a sentir el orgullo de ser la única representante de América Latina.
En una entrevista en abril de 2019 para Colburn School, su alma mater, Villela habló de sus planes futuros, sin saber que su destino, al igual que el de miles de personas en el mundo, cambiaría con la llegada del virus del PCCh, el patógeno que ocasiona COVID-19.
«En el futuro, definitivamente quiero estudiar en la universidad. Quiero estudiar canto. Quiero convertirme en la próxima Anna Netrebko. Seguro que quiero estudiar con los mejores, quiero viajar, quiero actuar, quiero ser capaz de enseñar también», compartió Villela.
La carrera profesional de Villela como cantante de ópera de pronto paró, al igual que la de sus compañeros, que cayeron en «depresión y desesperación por no tener trabajo» y poder compartir directamente con el público.
Video cortesía de Angie Villela
Fue «como si el mundo se hubiera derrumbado», recordó la joven, que canta en seis idiomas y toca violín y piano. «Acababa de hacer audiciones para ir a un conservatorio en Chicago, y tenía un viaje en puerta a Polonia y Austria, pero todo se canceló».
Privada de continuar en los escenarios, Villela decidió terminar su educación básica en línea. Ya que era hija de médicos, y su padre trabaja en un laboratorio clínico, siempre estuvo al tanto de cómo el virus hacía estragos en la sociedad, algo que no pudo ignorar.
«Quise tomar la iniciativa y ayudar a los que estaban sufriendo [por el virus]», expresó a CNN.
Para hacerlo de manera certera, la valiente joven decidió estudiar y certificarse como asistente médico y asistente de laboratorio, para poder trabajar desde la primera línea en la lucha por salvar vidas.
«Me puse a trabajar en diferentes hospitales, en la línea de batalla contra COVID-19, y me tocó entrar en diciembre, cuando el repunte de casos estaba en lo más alto con 600 pacientes por día», dijo a La Opinión.
El trabajo de Villela en los hospitales consistió principalmente en hacer pruebas de COVID-19.
«Fue muy pesado porque nos tocó perder mariachis, músicos que me bautizaron en el inicio de mi carrera, y a muchos seres queridos», explicó Villela.
Al mismo tiempo, la joven considera que todos los cambios derivados de la pandemia la hicieron madurar y entender que cada día debe vivirse como si fuera el último.
«Yo me imaginaba en un teatro de ópera, cantando, por el resto de mi vida», compartió Villela a CNN. «Y ahora, ayudando pacientes… es muy bonita la satisfacción cuando alguien la libra».
Y va muy en serio el radical cambio de profesión de la joven. Actualmente continúa trabajando a tiempo parcial en el área médica y cursa el primer semestre de la carrera de ciencias clínicas e ingeniería química en Cal State Domínguez Hills.
La determinación de Villela de seguir ayudando es igual de fuerte que su amor por la ópera y el mariachi mexicano, y confiesa que la dicha de cantar nadie se la puede quitar, así que continuará en los escenarios.
«No tiene precio escuchar cuando te dan las gracias por hacer un homenaje a través de mi canto a los niños y personas que hemos perdido», reflexionó.
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