Un joven colombiano cambió el rumbo de su vida y de su comunidad. Pasó de participar en peleas clandestinas, donde la violencia y el dinero eran la motivación, a promover las artes marciales mixtas como deporte para ayudar a jovenes en su localidad.
Cristian Alejandro Jiménez Celis, es un joven de 30 años de edad, originario de Bogotá, Colombia. Durante varios años participó en peleas clandestinas en el centro del Fontibon, un municipio de la ciudad, donde prácticamente le tocó “pelear para sobrevivir”.
Las peleas ilegales que se realizaban de manera clandestina en algunos barrios, creaban un espacio donde el consumo de alcohol y drogas, aunado a las apuestas, generaba un ambiente de violencia; donde Jímenez peleaba prácticamente por ganar dinero, informó El Tiempo.
“En una pelea alcancé a ganar un millón de pesos en tres minutos. La plata salía de las apuestas que se jugaban; llegaba gente de muchos lados interesada”, dijo Jiménez según el mismo medio.
“La verdad no les interesaba la seguridad de los competidores, no era por el deporte y generar algún impacto positivo, sino simplemente lo que pasara y ya”, agregó.
Los cuadriláteros se realizaban de manera improvisada en parques o bares, y normalmente terminaban las noches con batallas campales y la policía interviniendo.
“Lo que hacían era masificar la violencia, el consumo de alcohol, de drogas”, relató Jiménez a The Epoch Times.
Por todo esto, decidió dar un cambio de rumbo y se determinó a dejar de participar en las peleas clandestinas que arriesgaban su vida. En su lugar, comenzó a utilizar sus conocimientos para ayudar a otros jóvenes, para que tuvieran una mejor opción que la que tuvo él.
“Las dejé ya que atentaban contra el deporte, peleaba cualquier persona. No teníamos conciencia que son deportes de alto riesgo en los cuales se arriesga la vida”, dijo Jiménez.
Pero no solo decidió dejarlas sino “transformarlas”, para convertirlas en lo que hoy en día son los encuentros deportivos de MMA Fontibon.
Jiménez creó este programa de escuelas formativas para promover las artes marciales mixtas, el street workout y la calistenia como deporte, en aquellos mismos parques donde realizaba las peleas sin ninguna supervisión. Ahora ayuda a que los jóvenes puedan tener una mejor opción durante sus tiempos libres.
Aunque comenzó con jóvenes, posteriormente se extendió a dar clases a niños y a adultos mayores, informó Noticias Caracol.
“Presentamos una propuesta desde MMA Fontibon y salimos ganadores, y con la Alcaldía de Fontibon generamos estos espacios en 10 parques, donde hay beneficiadas 700 personas en el proyecto”, dijo Jiménez según El Tiempo.
De esta manera comenzó a compartir su experiencia, a través de la cuál muchos jóvenes “se dan cuenta que con trabajo y disciplina se pueden lograr grandes cosas”, relató en un mensaje a The Epoch Times.
“Yo pase de ser un peleador de calle a un peleador profesional”, explicó Jimenez, quien creó el primer equipo de artes marciales mixtas en toda la historia de Fontibon.
“Ahora compiten de manera responsable, ya con una comisión colombiana de juzgamiento, paramédicos e infraestructura necesaria”, explicó.
Además la experiencia es enriquecedora para todos los que participan en ella, creando un vínculo de unión entre los compañeros del grupo, aprendiendo que lo importante del deporte es el aprendizaje que hay detrás.
“Nos volvimos como una familia, hay momentos de mucha tensión, estrés, de lágrimas”, explicó.
“Cuando entras de fondo al deporte, tu sabes que nunca pierdes, o se gana o se aprende, eso es algo que de verdad es muy bonito y enriquecedor”, agregó.
Uno de los jóvenes beneficiados, Ángel David Rodríguez Molina, de 20 años de edad, vivió una infancia difícil, y salió desde los 9 años a ganarse la vida, con un padre enfermo y acompañando a su mamá en la venta de aguacates. Ahora, las artes marciales se volvieron una oportunidad para lograr “su sueño” y aprender sobre la disciplina y el respeto.
“Yo entré a esto más que todo por un sueño, veía pelear a los grandes atletas y me inspiraba, pero no tenía ese apoyo”, relató el joven según El Tiempo.
“Este es un deporte que enseña respeto, disciplina, no solo violencia y golpes, sino cómo una persona puede vivir su vida en el deporte y fuera de él”, agregó.
Rodriguez comparte que muchos de sus amigos cayeron en la delincuencia, los mataron o la vida misma los alejó; por lo que le gustaría que otros jóvenes tuvieran esta oportunidad.
Jussy Montero, otra joven que cursa el onceavo grado, también participa en el grupo y explica que esto lo toma “como una experiencia más en mi vida, también para desaburrirme y no estar en cosas que no debo”.
“Tomé este deporte y construí como una familia con todos los de acá. Todos somos unidos, nos apoyamos; si nos queda difícil un trabajo, nos colaboramos, nos divertimos”, relató.
Finalmente, Jimenez recomienda a los jóvenes que se “mentalicen y enfoquen en un propósito”, pues “con el trabajo duro se pueden lograr cosas grandes y explotar su vida al máximo”.
Un gran ejemplo de vida, que muestra que las experiencias difíciles siempre pueden ser utilizadas para crecer, y mejor aún ayudar a otros en el camino.
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