Diversos lugares nos intrigan cuando en ellos suceden hechos sorprendentes y misteriosos que no podemos comprender. Un desierto de México es famoso por quienes dicen que al estar ahí los relojes se detienen, las ondas de transmisión de señales de radio y de televisión desaparecen, y ha sido relacionado con OVNIS y con un vórtice de energía.
En el centro del Bolsón de Mapimí, un lugar del gran desierto en el norte de México que abarca los estados de Durango, Chihuahua y Coahuila, existe la llamada ‘Zona del Silencio’, que estaría situada entre los paralelos 26º y 28º, aunque se desconoce su ubicación exacta.
Para quienes la ubicación de esta zona en el paralelo 27 coincidiría con la del Triángulo de las Bermudas, la cordillera del Himalaya y las Pirámides de Egipto, un obelisco en este desierto indicaría el alineamiento de lo que se considera son importantes zonas magnéticas de la Tierra.
Su misteriosa fama inició cuando un aviador del norte de México informó que su radio dejó de funcionar en esta zona por lo que tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia sin que ni él ni los operadores de vuelo encontraran la falla del sistema de comunicación de la aeronave.
Y se acrecentó en 1970 con la caída de un misil desviado procedente de la Base de Misiles White Sands con material radioactivo (cobalto 57) que habría ocasionado las anomalías magnéticas que impiden la transmisión de señales de radio.
Aunque las rocas del lugar no contienen materiales metálicos, parece que atraen a los metales, lo que explicaría la pérdida de señales de radio, la detención de los relojes y la falla de las brújulas.
Las ondas magnéticas “crean un vórtice que atrae material de la atmósfera superior“, lo que explicaría el desvío del misil estadounidense, se lee en un artículo en Mexconnect sobre la zona, y agrega que se llama “Vértice de Trino”, por los 3 estados de México que abarca, donde un imán fácilmente puede atraer polvo metálico cósmico.
También se reportó en 1969 la caída de un meteorito que cayó en un lugar cercano llamado Allende, al tratar de evitar a un satélite ruso.
Y es la imposibilidad de establecer señales de comunicación claras y efectivas, lo que ha llevado a nombrarla como la Zona del Silencio, cuyas extrañas ondas magnéticas y el vórtice se cree que a la vez facilitaría la comunicación con el espacio exterior.
Tanto así —menciona el artículo— que los miembros de un centro de estudios antropológicos y cósmicos consideran que una antigua raza maya de seres altos y amarillos de la perdida civilización de Tulum-Balaam, viven bajo la Reserva del Bolsón de Mapimí y que los cerros entre los páramos del desierto son pirámides ocultas en las que vive la civilización subterránea Magneto Tzen o Tierra del magnetismo.
Asimismo, la radioactividad de la zona habría generado mutaciones a la flora y fauna local con robustas especies endémicas y numerosos restos fósiles que recuerdan el lecho marino prehistórico del lugar.
Algunos animales tendrían rasgos únicos como tortugas con conchas con figuras triangulares, la coloración violácea de nopales o el mayor número de seres con sangre diferente, como menciona el artículo.
Una versión alienígena menciona que en 1975 un hombre y una mujer se internaron en la zona para recoger restos fósiles, cuando una tormenta los sorprendió y en medio de esta una pareja extraña vistiendo de amarillo se les acercó y los ayudó sin dejar rastro alguno.
También dicen algunos viajeros que han visitado la zona de noche, que han visto luces misteriosas y algunas hasta han perseguido a uno que otro intrépido visitante. Esto se debería —dicen— a la alta concentración de magnetita que también afecta las ondas electromagnéticas.
Pero en 1976 se dice que un visitante fotografió por el “Cerro del Imán” a un OVNI, cuya forma se parece a la de una olla y se han reportado visitas de seres altos y rubios pidiendo agua, de forma similar a “nórdicos” vistos en California o en Rosellón.
Las historias, leyendas y versiones de los hechos que han sucedido en la Zona del Silencio la hacen atractiva para los interesados en los fenómenos paranormales que consideran encierra la atmósfera y el suelo de este desierto chihuahuense (los llamados Zoneros).
Para estudiosos de la Reserva de la Biosfera del Bolsón de Mapimí, como el antropólogo Andrea Kaus de la Universidad de California, serían historias para atraer turismo (los Zoneros), que depreda y daña la zona al llevarse muestras de meteoritos y fósiles del lugar. Para los lugareños su atractivo es una oportunidad para mejorar su vida, que sin duda tiene una gran belleza.
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