Detective sobrevive a colapso de Torres Gemelas y ahora regala casas a familias de héroes caídos el 11-S

Por Michael Wing
11 de septiembre de 2024 3:01 PM Actualizado: 11 de septiembre de 2024 3:15 PM

Al día siguiente de la caída de las torres gemelas, John Huvane condujo a través del túnel hacia Manhattan y vio el interminable humo blanco que impregnaba la isla. Huvane, que en ese entonces era un detective de la policía de Nueva York de 40 años recién cumplidos, detuvo su coche y se preguntó: «¿A dónde vas? Acabas de salir de esto». Entonces Huvane hizo lo que cientos de miles de compañeros del personal de emergencias hicieron en las semanas y meses de esfuerzos de recuperación que siguieron al 11 de septiembre.

Condujo al trabajo.

Cada día, durante aproximadamente cuatro meses, Huvane sobrevivió en la zona cero gracias a la adrenalina y a la mayor conciencia que ésta le proporciona al milagroso cuerpo humano, mientras él y otros innumerables rescatistas trabajaban como hormigas sobre un increíble montón de 1.6 millones de toneladas de concreto pulverizado. Además de la exposición a carcinógenos tóxicos del concreto, respiraron aire contaminado con combustible de aviación, vidrio y asbesto.

Pero todo esto se filtró, dijo Huvane a The Epoch Times, «y había un fuerte olor a muerte».

Un bombero reza tras el derrumbe de los edificios del World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. (Mario Tama/Getty Images).

Huvane, que sobrevivió a tres tiroteos en su carrera y ataques terroristas en Londres y Mumbai, dijo que todo lo demás palidece en comparación con sus experiencias durante el 11 de septiembre y los esfuerzos de recuperación que siguieron. Sin embargo, hoy, mientras se une a los bomberos para subir escaleras, mientras apoya a las familias de los primeros que acuden al lugar de los hechos, en carreras de 5 km para ayudar a los heridos de graverdad extrema y cuando la organización que ahora copreside, Tunnel to Towers, pagó más de 200 hipotecas de viviendas este año para familias que perdieron a seres queridos por los riesgos de salud derivados de la recuperación del 11 de septiembre, dijo que los ataques no hicieron tambalear su optimismo.

«No, veo a personas buenas, sacrificios increíbles y actos de valentía», dijo. «Es muy inspirador».

Una de las muchas inspiraciones de Huvane es un bombero que murió en el desastre de las torres gemelas cuando pudo estado jugando al golf. Mientras Huvane conducía al trabajo al día siguiente de los ataques, Stephen Siller acababa de terminar su turno justo antes que ellos. Estaba a punto de salir a jugar al golf con sus hermanos en Brooklyn cuando escuchó el escáner de su camioneta crujir y se enteró que un avión se siniestró contra las torres. Regresando a la estación, tomó 60 libras de equipo y oxígeno y se dirigió al túnel Brooklyn-Battery.

Ominosamente, Siller descubrió que estaba cerrado. Tendría que caminar por el túnel bajo el río Hudson.

Momentos antes de los atentados, en Manhattan, Huvane estaba de servicio como guardaespaldas del alcalde. Más tarde estuvo en el lugar de los hechos después que las torres gemelas fueran tocadas, pero antes de que cayeran. «Estábamos desayunando en el centro de Manhattan y nos avisaron que una avioneta chocó contra la torre», declaró al periódico. «Me adelanté para ir allí».

Lo que vio fue asombroso.

Sale humo de las torres gemelas del World Trade Center tras ser tocadas por dos aviones de pasajeros en un atentado terrorista el 11 de septiembre de 2001, en Nueva York. (Robert Giroux/Getty Images).

«Caótico no es la palabra», dijo. “Había gente que salía corriendo del edificio. Las mujeres dejaban sus bolsos, se quitaban los zapatos y corrían descalzas. Pasé justo al lado del motor de un avión». Huvane no olvidaría la imagen de la gente saltando del edificio ni el sonido que hace un cuerpo humano al chocar contra el suelo. Vio caer pedazos del edificio y del avión y escuchó un ruido horrible por todas partes.

Mientras el gobierno de la ciudad intentaba restablecer el control lo mejor que podía y lograba encontrar apoyo militar, los puentes, túneles y todo lo que necesitaba ser cerrado fue cerrado. El país estaba bajo ataque y nadie sabía si habría más ataques en el futuro.

Policías y bomberos huyen de la enorme nube de polvo provocada por el derrumbe de la Torre Uno del World Trade Center después de que los terroristas estrellaran dos aviones contra las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001, en Nueva York. (Jose Jimenez/Primera Hora/Getty Images).

Fue «muy peligroso», dijo Huvane, ya que caían personas y escombros, y «no querías estar debajo cuando aterrizaran».

Huvane conversaba con un conductor cuando, de repente, el conductor puso el vehículo en reversa y aceleró. El conductor vio lo que Huvane no podía ver, ya que él estaba mirando en dirección opuesta, hasta que se dio la vuelta: La primera de las dos torres que se desplomaron lo hizo en medio de una nube de humo blanco que avanzaba rodando entre los edificios a ambos lados de la calle en dirección hacia él.

«Se veía como esa escena en Indiana Jones donde la gran bola viene hacia ti, y empiezas a correr para escapar de ella», dijo Huvane. «Así que comencé a correr, y la nube me estaba alcanzando. Entonces tomé un giro en una de las calles laterales».

Escapó por poco, pero pudo sentir el poder absoluto de la explosión.

Y cuando vio un camión de bomberos dirigiéndose por la calle lateral hacia él y hacia las torres gemelas, intentó hacerles señales para que se detuvieran. «No sé qué camión de bomberos era, ni sé si esos bomberos murieron ese día», dijo Huvane.

Stephen Siller. (Cortesía de Tunnel to Towers).

Huvane dice que, tras el desplome de la segunda torre, luego que se lanzó sobre el alcalde para protegerlo, y después de que se estableció finalmente un pequeño cuartel para manejar la crisis, tuvo la suerte de regresar a casa esa noche, a diferencia de docenas de sus amigos. A diferencia de Siller —quien descendió al cálido y húmedo túnel Brooklyn-Battery y cargó su pesado equipo durante casi 3 millas para unirse a sus compañeros bomberos, sin regresar nunca— Huvane condujo al trabajo al día siguiente y ayudó en las horribles tareas de recuperación.

«Probablemente conozco a 50 personas que murieron ese día, y otras 20 o 25 que fallecieron desde entonces», dijo. No conocía a Siller, pero llegó a conocer su sacrificio y cómo la organización Tunnel to Towers fue fundada por su hermano Frank Siller en su honor. «Él estaba fuera de servicio», dijo Huvane al periódico. «Pudo haber ido a jugar al golf fácilmente. Pero estos primeros socorristas, estos bomberos, venían, todos fuera de servicio».

Este año, Huvane, ahora de 63 años, y Frank Siller rinden homenaje a los socorristas que murieron en su esfuerzo por ayudar y los que murieron a causa de los impactos en la salud a largo plazo.

Tunnel to Towers pagará las hipotecas y cubrirá los servicios de salud mental para cientos de familias sobrevivientes. Rodrick Covington, un mayor de la policía del estado de Nueva York que murió de un cáncer agresivo en marzo de 2022, estaba entre ellos. «Lo conocí a nivel profesional», dijo Huvane, hablando de su tiempo sirviendo a la ciudad juntos.

«Los verdaderos héroes son los que quedaron atrás. Obviamente, sin restarle importancia a los actos heroicos que estas personas realizaron, sin embargo, levantarse cada mañana después de perder a un ser querido», añadió, «es algo heroico en sí mismo».


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