Frente a una dolorosa decisión, una madre eligió el amor y la honestidad para despedirse de su bebé, dejando un mensaje que perdurará para siempre. Con apenas 19 años, una joven se enfrentó a una encrucijada que cambiaría su vida para siempre, demostrando que incluso en los momentos más oscuros, el amor puede guiarnos hacia la luz.
Todo comenzó en 2013, cuando Hannah Mongie de Provo, entonces una «dulce e inocente chica mormona» en sus propias palabras, conoció a Kaden a través de su hermana. Lo que empezó como un intercambio de cartas intermitente —porque el chico estaba en su misión— pronto se convirtió en un romance de cuento de hadas.
«Me enamoré perdidamente de él», confesó Mongie a Love What Matters. «Vivimos grandes aventuras juntos, largos viajes en coche, visitas a parques de atracciones y carnavales. Me conquistó. Su humor no tenía comparación y parecía que me hacía reír cada segundo que pasábamos juntos».
Pero el destino tenía otros planes para esta joven pareja. Dos meses después de graduarse de la secundaria, Mongie descubrió que estaba embarazada. La noticia cayó como una bomba, pero Kaden, sorprendido, solo pudo exclamar: «¡Dios mío, voy a ser papá!».
Pero a pesar de sentirse felices, estaban considerando que la adopción sería el mejor camino a seguir dada las circunstancias que los atravesaba. «Nunca dejé que el aborto se convirtiera en una opción para mí», afirmó la joven en un video donde cuenta su historia. Sin embargo, el universo no había terminado de ponerla a prueba.
En un giro trágico del destino, Kaden falleció inesperadamente luego de un paseo en la Feria Estatal de Utah.
«Yo estaba muy enferma ese día. Tenía náuseas, el peor de los dolores de cabeza y hacía un calor terrible. Pero él hizo todo lo posible para que me sintiera cómoda. Al final de la noche, mientras volvíamos a casa, le dije que tenía que entrar cuanto antes. Cuando llegamos, me abrió la puerta, me dio un abrazo y un beso de buenas noches, y recuerdo que pensé: ‘Eh, volveré a verle más tarde’. Le aparté de un empujón y entré corriendo. Fue la última vez que le vi en persona», escribió a Love What Matters.
El mundo de la joven se derrumbó, y la idea de la adopción se desvaneció. «¿Cómo iba a dar a mi hijo a otra persona cuando era mi último pedazo de Kaden, el último pedazo de su familia?», se preguntaba.
Sumida en la oscuridad durante dos meses, Mongie finalmente encontró la fuerza para buscar orientación divina. «Recé mucho y le dije a Dios: ‘Si este niño necesita estar con otra familia, tienes que subirme a bordo porque yo no lo estoy'», compartió. La respuesta llegó en forma de una paz interior que nunca antes había experimentado.
Con una determinación renovada, Mongie se embarcó en la búsqueda de la familia perfecta para su bebé. Entre más de 2000 opciones, encontró a Brad y Emily March, quienes superaron sus altas expectativas.
El 21 de marzo de 2015, dos días después del nacimiento de Tagger Caden March, Mongie grabó un video desgarrador dirigido a su hijo. Con lágrimas en los ojos y el corazón en la mano, la joven madre expresó: «Solo quiero que sepas cuanto te amo, y cuanto te amaba tu papá Kaden».
Sus palabras, cargadas de emoción, resonarán en los corazones de todos los que las escuchen:
«Solo quiero que sepas, que te amo y que tomé esta decisión puramente del amor. Y si no te amara no estaría en esta posición. Y no tendrías esta increíble familia. Así que voy a cerrar este video, y voy a darte todos los besos que pueda, antes de enviarte con Brad y Emily. Te amo Tagger Caden March, mi pequeñito».
La historia de Mongie no termina con la adopción. Gracias a su decisión de optar por una adopción abierta, sigue siendo parte activa de la vida de Tagg. Celebran fechas especiales juntos, comparten momentos en familia y mantienen una relación cercana y llena de amor.
El mensaje publicado por Mongie resuena con fuerza: «Espero que cualquiera que vea esto pueda tener una nueva perspectiva de lo que pasa la madre biológica cuando da a su hijo en adopción. Es lo más alejado de un acto despiadado. Muestra la definición del amor. Amar tanto a alguien es entregar tu felicidad por él».
Esta historia nos recuerda que el amor verdadero a veces significa tomar decisiones difíciles. Hannah Mongie, con su valentía y sacrificio, nos enseña que el amor de una madre no conoce límites. Su historia es un testimonio conmovedor de que, incluso en los momentos más oscuros, el amor puede guiarnos hacia la luz y ayudarnos a tomar decisiones que cambiarán vidas para siempre.
Que la historia de Hannah y Tagg nos inspire a todos a amar más profundamente, a juzgar menos y a apreciar el increíble regalo que es la vida. Porque al final, como nos muestra esta joven mamá, el amor verdadero siempre encuentra un camino.
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