Con la armoniosa combinación de piezas diminutas y materiales, un artista griego ha creado llamativos mundos en miniatura encerrados en pequeñas cajas, marcos y relojes.
Desde muy joven, Gregory Grozos tuvo una inclinación natural por las artes, dado que a su padre, diseñador gráfico, también le gustaba pintar en su tiempo libre. Siguiendo sus pasos, estudió diseño gráfico y se graduó en la Escuela de Bellas Artes de Atenas.
«Habían muchos libros de arte en la casa, que sacaba de la estantería y revisaba cuando era pequeño», dijo Grozos a The Epoch Times. «Era un entorno estupendo para empezar a desarrollar mi aspiración de convertirme en artista».
Grozos dice que es consciente de la responsabilidad que tiene al crear obras que tengan el potencial de impactar al mundo, y de «cómo el arte puede afectar a la gente positiva o negativamente». Dice que su fe en lo divino lo lleva a prever si su razonamiento y su propósito de crear una obra de arte que pueda aportar algún cambio para hacer de nuestro mundo un lugar mejor o peor.
Grozos, que empezó a crear mundos en miniatura hace una década, concibe sus propios temas e ideas, que clasifica como «fantásticos e imaginarios».
«Astrónomos, alquimistas, inventores y comandantes de aeronaves pueblan pequeños talleres, máquinas de construcción y vehículos voladores. En otras de mis obras, hay unicornios, hadas y seres míticos habitan paisajes mágicos», explica Grozos.
Según Grozos, la creación de cada uno de los delicados tesoros es un «proceso de aprendizaje» que implica mucho ensayo y error, y un proceso interminable de autodesarrollo. Grozos dice que siempre hay un «rastro de fracasos» que lleva a cada «trocito de éxito».
«A veces las cosas salen sin esfuerzo, pero muchas veces, que las cosas salgan bien es cuestión de persistir a través de las dificultades y de superar muchos obstáculos», dijo.
Para desarrollarse a sí mismo y a su producción artística, Grozos dice que la antigua práctica espiritual de Falun Dafa (o Falun Gong) se convirtió en su «guía». La práctica consta de cinco ejercicios suaves y de enseñanzas morales basadas en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. Esta disciplina espiritual, introducida por primera vez en China en 1992, ahora la practican más de 100 millones de personas en todo el mundo.
Grozos, que comenzó con la práctica de meditación espiritual hace 11 años, dijo que cuando empezó a aplicar los principios universales positivos «para evaluar y enfocar» en todos los aspectos de su vida diaria, experimentó un «profundo cambio» en su forma de pensar y vivir.
«He aprendido que ser un poco más amable y paciente, en realidad, es estar más en sintonía con el funcionamiento del propio universo y las cosas tienden a ser más armoniosas y a salir mejor», dijo.
Con la práctica constante, Grozos se dio cuenta que cuando empezaba a ajustar sus pensamientos en una «dirección más positiva», muchos problemas se resolvían de forma natural en el proceso.
Dijo que el «catalizador» para comenzar su trabajo con los mundos en miniatura, vino del libro «Zhuan Falun», el texto principal de Falun Dafa.
«Después de leer este libro, comprendí que existen mundos enteros a nivel de partículas microscópicas y que incluso un grano de arena puede contener un universo entero», dijo Grozos. «Esta percepción me llevó a desarrollar la idea de crear un mundo en miniatura, poblado de personas, edificios y máquinas diminutos, tan pequeños que una persona puede llevarlos consigo».
Grozos consideró este concepto «muy intrigante» y buscó los materiales y las técnicas necesarias para hacer realidad su sueño de crear mundos en miniatura. Expone y vende sus exquisitas obras de arte en una tienda física y a través de Etsy.
Aunque Grozos se esfuerza por crear obras de arte que reflejen e incorporen las ideas de «belleza, creatividad y benevolencia», también ha visto cómo ideologías como el comunismo y el socialismo han degenerado el mundo.
«Estas ideologías degradan el intelecto humano, el espíritu y el valor de la vida humana, e intentan convertir a la sociedad en una gigantesca máquina en la que las personas se convierten en poco más que robots que desempeñan papeles funcionales», dijo.
«Vivir nuestra vida en esta sociedad moderna se ha convertido no solo en un intento constante de intentar hacerlo mejor a pesar de todas las dificultades cotidianas, sino también en una lucha contra este cúmulo de fuerzas sociales y políticas que intentan hundirnos para robarnos nuestra felicidad, creatividad y potencial espiritual».
Grozos cree que el peligro es más evidente en China, donde todas las religiones y prácticas espirituales, incluida Falun Dafa, se han convertido en objetivo de represión por el Partido Comunista Chino (PCCh).
«Los principios benevolentes de la práctica —la Verdad, la Benevolencia y la Tolerancia— no pueden ser tolerados por un régimen marxista materialista que opera poniendo a la gente en contra de los demás y usa la corrupción, la mentira y el odio para oprimirlos», dijo.
En los últimos 22 años de persecución, millones de seguidores de Falun Dafa han sido detenidos, encarcelados, torturados y han perdido sus trabajos. Al ser testigo de tal crimen contra la humanidad, Grozos lo considera intolerable y ha estado trabajando para crear conciencia sobre estos «crímenes atroces».
A través de la plataforma del arte, Grozos intenta unir los elementos destructivos malos con los positivos y muestra de forma estética «cómo un hombre puede hacer una elección moral entre ambos».
«Creo en preservar y construir una cultura positiva, artística, filosófica y moral que refleje lo que somos en el fondo como seres humanos», dijo Grozos. «Nuestros principios básicos nos hacen ser quienes somos y la aspiración de convertirnos en mejores seres humanos es un camino ilimitado que puede abrir un mundo de maravillas y belleza».
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