El fotógrafo ruso Daniel Kordan se aventuró en Mongolia para conocer a los últimos cuidadores de águilas nómadas del país y convirtió su respeto en una serie de increíbles fotografías.
El trabajo de Kordan, una impresionante mezcla de fotografía de paisajes épicos y retratos íntimos, ejemplifica el vínculo entre los cuidadores y sus aves, una tradición de 1000 años que está en peligro de desaparecer.
En la actualidad, menos de 300 hombres mantienen viva la cetrería en la región de Altai, en Mongolia occidental.
Los adiestradores entrenan a jóvenes aves de presa —preferentemente águilas reales, aunque son difíciles de adiestrar, que les ayudan a cazar zorros y liebres para obtener carne y pieles.
Esta práctica es conocida por los nómadas como berkutchi. El berkutchi, antaño dominio de las clases nobles, se ha convertido en un derecho de paso para los jóvenes mongoles de la región, reportó My Modern Met.
«Me fascina la cultura nómada», dijo Kordan, quien utilizó guías locales para conectar con las familias nómadas.
«Esta es una cultura escurridiza, casi extinta hoy en día», añadió. «Pero esta gente intenta mantener la tradición y transmitirla a través de las generaciones».
«Todas las familias nómadas están conectadas», dijo el fotógrafo. Después de conocer a una familia, las puertas se abrieron; Kordan, nativo de Rusia, pudo hablar con facilidad con los ancianos, que saben ruso desde la época soviética.
Los cuidadores de águilas forjan un profundo vínculo con sus compañeras con alas, y sus vidas están inextricablemente entrelazadas.
Un día en la vida de un cuidador, dijo Kordan, comienza temprano con la preparación de la comida; el cuidado de los caballos, las ovejas y los rebaños de cabras; y la confección de pieles para defenderse del intenso frío. En invierno, los grupos de nómadas recorren miles de kilómetros a través del desierto de Gobi para llegar a climas más cálidos, desmontando y volviendo a montar sus tiendas ger mientras avanzan.
«Eso implica mucha resistencia y trabajo», dijo al medio.
Quizá lo más sorprendente, según Kordan, fue darse cuenta de que los nómadas mongoles disfrutan su vida, a pesar de las dificultades.
El cuidado de un ave puede durar más de una década. Se suele devolver a la naturaleza a estos poderosos depredadores cuando cumplen entre 10 y 12 años.
«¡El vínculo con el ave es muy fuerte!», dice Kordan. «En realidad, hasta los ojos y la mirada del águila y su amo se parecen».
Atraído por las posibilidades de la fotografía desde que creció en una hermosa región de lagos cerca de Moscú, Kordan se graduó en la escuela de arte y estudió física cuántica para luego enfocarse en su objetivo.
«La naturaleza es mi inspiración», afirma en su página web.
Al aventurarse en Mongolia y capturar a sus sujetos en película, el respeto de Kordan por la conservación de las águilas creció exponencialmente. Ahora, el fotógrafo, que también dirige talleres y expediciones, espera que otros decidan ayudar a preservar estas tradiciones únicas.
El talentoso fotógrafo supervisa las visitas guiadas a lomos de un camello y un festival anual dedicado a la cría de águilas, un evento más pequeño que el propio festival de berkutchi de los nómadas, que ha llegado a atraer a miles de turistas.
El festival de Kordan es una oportunidad para que los visitantes presencien y tomen fotografías de las exhibiciones escénicas de la cetrería mongola.
«Estoy muy contento de poder apoyar la cultura nómada de esta manera», dijo a My Modern Met. «Tenemos que respetar a nuestros ancestros, y seguir preservando la cultura tradicional definitivamente hace que nuestras vidas sean mejores y estén llenas de propósito».
Vea más del fascinante trabajo de Kordan a continuación. ¡Disfrútelo!
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