Desde que las gélidas temperaturas afectaron a Texas, ocasionando cortes de electricidad y escasez de agua en todo el estado, muchos han tenido dificultades para calentarse, bañarse, tomar agua e incluso descargar el inodoro. Ante la difícil situación de sus vecinos, la enfermera Emily Grigsby no quiso abandonar el barrio donde vive en Austin, azotado por el frío, para quedarse a ayudar.
En declaraciones a The Epoch Times a través de las redes sociales, esta mujer de 39 años, madre de dos hijos, reflexionó: «¡Sobre todo, recordemos la importancia de amar al prójimo!».
En el momento más álgido de la tormenta invernal Uri sobre el barrio de Emily, se cortó el suministro de electricidad durante 72 horas seguidas. En una de las primeras noches oscuras, Emily, oriunda de Texas, su marido Will y sus hijos aprovecharon al máximo la situación; tocaron el piano y durmieron en una fortaleza improvisada junto a la chimenea.
«Empecé a verificar la situación de mis vecinos mayores cuando pasó esa marca de 24 horas, y entonces descubrí que la situación era realmente grave. (…) Me hizo ser muy consciente de que debíamos quedarnos para ayudar», dijo Emily a People. Abandonar el lugar era una opción, dijo —alrededor del 75% de sus vecinos evacuaron— pero para ella esa no fue una opción.
Algunos vecinos ancianos de Emily rápidamente quedaron sin comida ni medios para mantenerse calientes. Muchos empezaron a hervir la nieve para usarla como agua potable y para descargar los inodoros. Pero también hubo víctimas.
Emily tuvo que atravesar un clima abrasador de 32 °F (0 °C) cuando una vecina se quemó gravemente el 18 de febrero al verter accidentalmente agua hirviendo sobre su pierna. Uno de los vecinos de Emily, que utiliza una silla de ruedas, también necesitaba ayuda.
«La hemos estado alimentando desde el jueves pasado, tres comidas al día», explicó Emily.
Mientras los cortes de electricidad persistían, Emily empezó a visitar a sus vecinos ancianos cada mañana. Calificando la situación como «realmente triste», lamentó tener que explicarle a sus hijos, de 9 y 12 años, que tenía que comprobar sus pulsos para asegurarse de que seguían vivos.
Sin embargo, Emily sospecha que la situación pudo haber sido mucho peor si su familia no se hubiera quedado.
«Creo que para nosotros fue muy importante reconocer las necesidades que nos rodeaban», dijo. «Creo que conocer su comunidad, conocer las necesidades, poder responder, es realmente importante cuando se trata de un evento como este».
Para atender una necesidad comunitaria, la familia de Emily construyó un acueducto para recoger la nieve derretida para las cisternas de los inodoros, que compartieron con los vecinos que carecían de medios para recoger agua por su cuenta.
La madre de dos hijos espera que los dirigentes del estado aprendan de la tormenta invernal Uri y tomen las medidas suficientes para el futuro, de modo que los tejanos no tengan que volver a soportar condiciones tan horribles. Dice que es la peor tormenta que ha visto en Texas en toda su vida.
La falta de agua seguía siendo un problema, pero el 17 de febrero se restableció la electricidad en la zona de Emily. «Literalmente estoy viendo la luz ahora, en más de un sentido, así que estoy realmente agradecida en este momento», dijo Emily a People.
La enfermera piensa seguir atendiendo a sus vecinos hasta que la situación mejore para todos, momento en el que volverá a trabajar en el hospital.
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