Para la mayoría de los delincuentes condenados, no se ve un futuro brillante. Y si lo que ves es una larga sentencia en prisión, es fácil sentir una sensación de desesperanza.
En 1997 y 1998, Shon Hopwood de David City, Nebraska y algunos amigos, robaron cinco bancos con armas de fuego en la zona rural de Nebraska. Lo atraparon en julio de 1998 y se declaró culpable de múltiples cargos de robo a mano armada.
Cuando Shon fue arrestado, sintió remordimiento por lo que había hecho. No obstante, el juez de su caso, Richard Knof, sentenció a Shon a 12 años y tres meses en una prisión federal.
Shon terminó trabajando en la biblioteca de la prisión, pero no tocó un libro durante seis meses.
«Conseguir un trabajo en la biblioteca legal entregando libros, era mejor que lavar las mesas en la cocina y esa fue realmente la única motivación inicial sobre por qué conseguí un trabajo en la biblioteca legal», dijo Shon a La Gran Época.
Eso fue hasta que la Suprema Corte de los Estados Unidos emitió una decisión en el caso de Apprendi v. New Jersey del 26 de junio de 2000. El tribunal sostuvo que la constitución exige que cualquier hecho que aumente la pena por un crimen más allá del máximo legal prescrito, aparte del hecho de una condena previa, debe ser presentado a un jurado y demostrado más allá de una duda razonable.
Shon estaba motivado. Pensó que la decisión podría aplicarse a las pautas federales de sentencia.
Shon preparó un informe, pero nunca pudo obtener ningún apoyo legal para él. Sin embargo, eso no impidió su incipiente interés en la ley.
«Lo que encontré fue el disfrutar realmente este proceso de resolver acertijos legales y escribir la respuesta y entonces comencé a ayudar a otros prisioneros con sus casos».
Shon no recuerda el nombre de la primera persona en solicitarle apoyo legal, pero ciertamente recuerda al segundo.
Su amigo y compañero recluso, John Fellers, le pidió que presentara una petición al Tribunal Supremo de los Estados Unidos y Shon finalmente aceptó ayudar a John.
Varios miles de peticiones se presentan ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos todos los años. Por lo general, se otorgan menos de cien. Sin embargo, Shon recibió una respuesta.
Shon presentó casi 30 peticiones legales más durante el resto de su encarcelamiento.
Cuando Shon fue liberado en 2009, fue aceptado por la Facultad de Derecho de la Universidad de Washington. Después de la graduación, pasó un año trabajando como asistente legal para la jueza Janice Rogers Brown. Shon posteriormente aprobó el examen del Colegio de Abogados del Estado de Washington y se convirtió oficialmente en abogado con licencia en el estado de Washington en 2015.
Ahora, Shon se convirtió en profesor de derecho en una de las escuelas de derecho más prestigiosas del país, la Facultad de Derecho de la Universidad de Georgetown.
Él dice que su experiencia en la prisión afectó la forma en que enseña su clase. Como resultado de su experiencia en prisión, está más que familiarizado con el resultado del proceso legal después del arresto, el juicio y la condena.
«No solo conozco las doctrinas legales sobre qué derechos constitucionales tienen los reclusos, porque he estudiado esta jurisprudencia durante mucho tiempo, sino porque también he litigado algunas de estas afirmaciones», dice Shon. «De cierta manera, sé que somos pocos en el mundo, los profesores que conocemos exactamente cómo funciona la ley en una prisión».
Cuando Shon no está enseñando, él es un ardiente activista en la reforma de la justicia penal.
Shon está en el Consejo de Familias en contra de los Mínimos Mandatorios (Families Against Mandatory Minimums). También ha estado en la Casa Blanca durante las últimas semanas para hablar sobre la reforma carcelaria. Hoy él también hace una buena cantidad de litigios.
Uno podría pensar que Shon tiene más perspicacia o perspectiva sobre la ley que sus colegas, pero discrepa mucho.
«Solo porque he estado en prisión y ellos no. Creo que de lo contrario nuestra perspectiva es muy similar «, explica Shon. «Todavía no he conocido a ninguno de mis colegas que no piense que el sistema de justicia penal es demasiado grande, encerramos a la gente por demasiado tiempo y realmente tenemos que pensar en mejorar el sistema».
«Mis colegas también han sido increíblemente amables conmigo, a pesar de que no soy un erudito legal tradicional», concluye Shon.
Tienes que ver este hermoso momento de felicidad para estas familias
¿Te gustó este artículo?
Entonces, te pedimos un pequeño favor. Compártelo en tus redes sociales, apoya el periodismo independiente y contribuye a que tus amigos se enteren de las noticias, información e historias más interesantes. Tardarás menos de un minuto. ¡Muchas gracias!
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.