No hace falta llamarla cuando es «la cena», decir la palabra «pelota» o preguntarle si quiere su «hueso» para que esta perra se vuelva loca. La corgi Eowyn saltó más allá del mundo de las palabras y los sonidos, siguiendo a su dueña sorda, y ladra de alegría al ver los signos manuales del lenguaje de signos.
Emily Cassese, de 32 años, nació sorda o casi sorda, pero perdió completamente la audición al crecer. Cuando se mudó con su marido, Derek, hace cuatro años, introdujo una nueva forma de comunicación en su vida. Ahora llevan su matrimonio a través del lenguaje silencioso de los signos.
Derek, de 34 años, ingeniero en una empresa de embalajes de Orlando, es dueño de Eowyn, una corgi esponjosa de 9 años, patas cortas y enormes orejas, desde que era un cachorro, y pasó mucho tiempo adiestrándola. Dice que su corgi es «muy inteligente» y «testaruda».
«Si no le gusta lo que hacemos, nos lo hará saber», explica a The Epoch Times. «Pero es muy cariñosa y protectora».
Después que la pareja se uniera, Eowyn pasó a formar parte de la vida de ambos. Empezaron a darse cuenta de lo inteligente que era cuando empezó a unirse a sus discursos silenciosos a su manera canina. Las perspectivas de «salir a pasear» o «dar un paseo en coche» empezaron a provocar alegría en Eowyn, aunque no pronunciara ninguna palabra. El simple signo de la mano «D» (de cena) junto a la boca hizo que el perro se sobresaltara.
«Eowyn me estaba mirando en ese momento y simplemente saltó del sofá y empezó a ladrar», contó Derek al periódico. «Me volví hacia Emily y le dije: ‘Creo que el perro aprendió los signos sólo con mirarnos'».
Dicen que nunca enseñaron intencionadamente a Eowyn el lenguaje de signos. Simplemente empezó a asociar los signos con lo que venía después y los aprendió de forma natural, aunque la pareja dice que les sorprendió.
«Cuando nos comunicamos en casa, es sólo lenguaje de signos. No se habla», dice Derek, y añade que Eowyn encuentra formas inaudibles de unirse al mundo insonoro de su mujer. En lugar de ladrar para ir a por el desayuno por la mañana, el corgi se acercaba a la cama de Emily y la golpeaba suavemente hasta que se despertaba para darle de comer.
Aunque muchas señales provocan alegría en el corgi, a Eowyn le impresionan menos otras. Algunos la desconciertan por completo, dice Derek.
«No le gusta el signo del baño», dijo riendo, haciendo el gesto de restregarse los hombros con ambas manos. «Y, por alguna razón, no le gusta la señal de fracaso. No sabemos por qué no le gusta, pero no le gusta».
La pareja, que creó su propio canal de YouTube en el que publican contenidos relacionados con la sordera, grabó vídeos de la trayectoria de Eowyn en el lenguaje de signos y los colgó en Internet, esperando unos pocos miles de visitas. Se quedaron boquiabiertos cuando más de 80 millones sintonizaron para asombrarse con ella.
Cuando le preguntaron por qué había llamado tanto la atención, Derek respondió: «Creo que está inspirando a mucha gente. No sólo les inspira aprender el lenguaje de signos, sino que ven que nuestra vida no es tan diferente de la suya».
«Puede que nos comuniquemos de forma un poco diferente, pero incluso nuestros perros nos reconocen de la misma forma que sus perros les reconocen a ellos».
Derek dice que quiere animar a otros interesados en enseñar a sus perros el lenguaje de signos a que lo intenten; la perspectiva acercó un poco más a la comunidad sorda y a la oyente. Eso le encanta.
«Mucha gente me pregunta: ¿Cuál es la mejor forma de aprender el lenguaje de signos? Toneladas de personas vieron este vídeo y comenzaron su viaje por el lenguaje de signos».
La pareja tiene un mensaje que compartir sobre la vida, y el corgi Eowyn es su megáfono para contárselo al mundo: Todos somos iguales.
«No vamos a decir que somos gente normal. Somos raros. Somos raros», dice Derek. «Pero somos raros de la misma manera que todo el mundo es raro. Poder mostrar a la gente que somos como todo el mundo es abrumador».
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