Cuando esta abuelita se encontraba en su lecho de muerte, le prometió a su nieta que le enviaría «regalos del Cielo», pero lo que sucedió fue algo milagroso.
Michelle McDougal tenía una relación muy especial con su abuela. Comenzó el día en que nació Michelle, ya que también era el cumpleaños de su abuela. Con el paso del tiempo, no solo compartían esta celebración, sino un sinfín de ocasiones especiales.
«Mis momentos favoritos con mi abuela fueron aquellos ratos tranquilos en los que nos sentábamos a hablar. Ya fuera en persona o por teléfono, habíamos conversado de todo», escribió Michelle en su mensaje enviado a Love What Matters.
Según cuenta Michelle su abuela era muy cariñosa…
Ella escribió: «Cuando tenía solo 10 días de nacida, tuve neumonía y casi muero. Mi mamá y mis abuelos contrataron a una enfermera para cuidarme. Nunca pensé en cómo pagaron por eso, hasta que mi abuelo me lo dijo muchos años después. Mit, tu abuela trabajaba tres turnos en la zapatería para ayudar a tu madre a pagar la enfermera. Volvía a casa con los dedos ensangrentados por coser tantos zapatos. Se lavaba con rapidez y luego corría hacia ti, para asegurarse de que estabas bien. Es lo mucho que te quería».
«Hablar de AMOR. Nunca confirmé la historia con mi abuela porque creo que ella no habría querido el crédito. Un alma humilde y bella que, sin conocer el relato, para mí era la mejor abuelita del mundo», añadió Michelle.
La abuela de Michelle tuvo que luchar contra el cáncer durante un par de años, por desgracia tuvo una recaída y ningún tratamiento le ayudó a recuperarse. Apenas dos días antes de fallecer, pasaron tiempo de calidad juntas, veían sus películas preferidas y comían su comida china favorita.
Michelle le habló en voz baja, “Nana, cuando llegues al cielo por favor envíame muchos peniques para saber que todavía estás cerca”. Se rió y dijo: «Está bien, Mit».
Su abuela murió dos días después, en la noche de Acción de Gracias. Fue entonces cuando los milagros comenzaron a suceder.
«Justo después de su muerte, empecé a encontrar peniques. No solo unos pocos, sino docenas y docenas que se convirtieron en cientos y cientos de centavos», escribió Michelle. «Sonrío mientras recojo cada nuevo centavo y susurro: Gracias nana, te quiero».
«Una habitación que acaba de ser aspirada. En la ducha. En una caja que contenía un adorno que le había dado. Elegí conservarlos todos. Guardarlos en un viejo frasco grande Mason Jars que encontré».
Al final, Michelle decidió realizar algo especial con muchos de esos centavos. Con la ayuda de su esposo, elaboró un tablero de memoria con ellos y los pegó en una forma especial: un corazón.
«Tenía que ser un corazón porque ¿qué más hay para simbolizar un amor tan profundo?», dijo.
Es tan cierto, el amor lo conquista todo. En el mundo de hoy, es muy raro que las personas mayores sean amadas y bien cuidadas. Esta nana era un alma bendita y su familia apreciará el tiempo pasado con ella por siempre.
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