El soldado Kohler sabía que su amado hijo, que sufría de un tumor cerebral, pronto se iba a despedir de este mundo. Así que se aseguró de que su pequeño viviera sus últimos momentos al máximo.
Ayden Ziegler-Kohler, de 10 años, fue diagnosticado con un raro tumor cerebral, conocido como glioma pontino intrínseco difuso (GPID), que afecta las funciones corporales básicas.
En agosto de 2016, Ayden tenía sólo 9 años cuando fue diagnosticado con GPID. Estaba en una práctica de béisbol cuando de repente se cayó durante una de las carreras y tuvo dificultad para levantarse.
Inicialmente, en el hospital, le diagnosticaron una contusión cerebral, pero después de regresar a casa, Ayden todavía tenía dificultades para moverse.
Bill Kohler, papá de Ayden, un veterano de la guerra de Irak, lo llevó de vuelta al hospital para hacerle más exámenes, y fue entonces cuando los médicos finalmente diagnosticaron el extraño cáncer. En otras pruebas se detectaron dos tumores cerebrales, uno en su cerebelo y otro en su tronco encefálico. Los médicos dijeron que Ayden solo tenía de 8 a 10 meses de vida.
Su salud se deterioró rápidamente, y perdió todas sus habilidades motoras y verbales. La familia Kohler estaba devastada, y todo lo que deseaban era poder encontrar una cura. Hicieron innumerables visitas médicas, terapias de radiación y terapias de lenguaje, pero fue inútil.
Esto hizo que Kohler se diera cuenta que tenía que aprovechar al máximo el tiempo que aún tenía con su hijo en fase terminal.
Parte de su tratamiento incluyó esteroides, que le provocaron un aumento de peso significativo.
A pesar del deteriorado estado de salud de Ayden, padre e hijo hicieron planes juntos para hacer las actividades que tanto amaban, como cazar, pescar y ayudar a entrenar a su equipo, los Blackhawks del condado al este de York.
En nombre de Ayden, la policía municipal de Springettsbury se puso en contacto con la fundación Make-A-Wish. Les dijo que quería entrenar al equipo de Pittsburgh Steelers, y su deseo fue concedido.
En su asignación como entrenador, se reunió con el mariscal de campo Ben Roethlisberger de los Pittsburgh Steelers.
Desde el diagnóstico, Ayden compartió los días con su familia y amigos, y su mamá, Jenny Ziegler. Los últimos meses de la vida de Ayden fueron un acto de equilibrio entre los viajes al hospital , quimioterapia y tratar de vivir la vida al máximo. Sus últimos días fueron los más memorables.
Sus amigos y familiares incluso le dedicaron una canción.
Inspiró a todos con su manera de vivir, y mostró lo mejor de sí mismo, uniendo a todos.
El 9 de marzo, Ayden cumplió su sueño de abrazar cachorros de osos.
Ayden era un muchacho muy activo, y se dedicaba a deportes como el fútbol, el baloncesto y la lucha libre. Le encantaba correr y jugar, como cualquier otro niño normal.
Según un reporte de USA TODAY, un día después de la práctica de tiro con arco, pasó por el patio de la escuela, y al ver a los niños jugando, comenzó a llorar.
“¿Y si no me recupero y muero?”, preguntó Ayden a su papá.
Su papá le respondió: “No importa cómo resulte, hijo, estaré a tu lado. Todo el camino”.
Tristemente, Ayden falleció el 22 de marzo de 2017, a la edad de 10 años.
Kohler publicó el deceso de Ayden en su cuenta de Facebook. Escribió: “A todos los que han estado siguiendo el estado de salud de Ayden, hemos perdido nuestra batalla hoy. Ayden se ha ido a un mejor lugar, y me gustaría dar las gracias a todos aquellos que lo han apoyado o seguido. Era mi corazón y el centro de mi mundo, y representaba el amor verdadero».
“Fue el mejor hijo que podría pedir, y el mejor amigo que un hijo podría ser. Muchos hicieron que su último tiempo aquí fuera especial y creo que él ha hecho que sea especial para muchos otros. Nunca dejen de creer en lo que pueden hacer, y hagan aquello que en lo que creen. Gracias a todos. Él estaba rodeado por su familia, y de amor».
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