Un hombre que de niño vivía en la calle con sus padres ha superado las dificultades y ahora va a entrar en un programa de doctorado en la Universidad de California (UCA) en otoño.
Mich Hamlin, que ahora tiene 24 años, vivía con sus padres y dos hermanos en las calles del sur de California desde que tenía 6 años.
«Supongo que estaba tan acostumbrado a nuestra situación de vida que nunca me di cuenta que los niños van a casa y tienen una cama, una ducha y comida caliente en la mesa cada noche», dijo Hamlin a UCA News.
La vida en la calle no fue fácil. Sus padres eran drogadictos que trabajaban en empleos clandestinos y despilfarraban la mayor parte de su dinero con el abuso de sustancias en lugar de comida para la familia.
Le temían a las autoridades la mayor parte del tiempo, así que se alojaban en lugares diferentes cada noche. «En mi cabeza, terminó convirtiéndose en un juego para que no nos atraparan», dijo Hamlin.
«Nuestra singular situación de alojamiento consistía en vivir en los parques locales, en autos, en contenedores de basura, en refugios y, cuando había suerte, en un motel para pasar la noche», dijo Hamlin a The Epoch Times. «Al no conocer nada mejor, no nos avergonzábamos de cómo [vivíamos] porque era lo único que conocíamos en esa época».
Su padre tenía una bicicleta que utilizaban para transportar sus pertenencias a la gasolinera que había al final de la calle, donde él y sus hermanos se duchaban usando una pileta cada mañana, y luego sus padres los dejaban en la escuela.
La escuela solía ofrecerles el desayuno y el almuerzo a Hamlin y sus hermanos, y también recurrían a volver a entrar en la fila para llevar algo de comida extra a casa.
Los viernes, sus profesores les ofrecían barras de granola, salchichas enlatadas, agua y jugos para aguantar el fin de semana.
Pero cuando la madre de Hamlin se presentó en su escuela en diciembre de 2005, un empleado de la oficina percibió olor a alcohol en ella y llamó a la policía.
En ese momento, Hamlin estaba en séptimo grado. Su madre fue detenida, y enviaron a Hamlin y a sus hermanos a un centro de acogida.
Los chicos tenían la esperanza de que su padre encontrara la manera de arreglar las cosas y que el hogar de acogida durara poco.
«Por desgracia, eso nunca sucedió», dijo Hamlin.
Después que su madre sucumbió a una insuficiencia hepática y falleció, su padre desapareció, y los niños terminaron en un hogar de acogida permanente. Hamlin tomó el fallecimiento de su madre como una motivación en la escuela. Comenzó a practicar atletismo, lo que mejoró su rendimiento en clase.
«Empecé a enfocarme en la escuela. Me di cuenta que cuanto más trabajaba en la pista, más fácil me resultaba el aula», dijo Hamlin a la universidad. «Era una forma de desahogarme. Me dio la disciplina para mantenerme concentrado y lograr los objetivos».
Hamlin solicitó el ingreso en la universidad y lo admitieron en Cal Poly Pomona, donde se especializó en kinesiología.
«La anatomía era mi clase favorita en el instituto. Después de una extensa charla con mi entrenador, la fisioterapia fue la profesión en la que me fijé», dijo.
«No hay nada más gratificante que ayudar a otra persona».
Hamlin tuvo un rendimiento excepcional y se graduó con honores. Por término medio, menos del 3 por ciento de los niños procedentes de hogares de acogida se gradúan con titulaciones superiores, según el National Foster Youth Institute.
Afortunadamente, Hamlin obtuvo las becas Chafee y Pell para completar sus estudios sin deudas.
Su objetivo es ofrecer ayuda a las personas necesitadas, ya que pasó por esas dificultades cuando era niño, y ahora espera entrar en fisioterapia como su campo elegido.
«Nadie debería pasar por algo parecido a lo que yo pasé», afirma. «Quiero retribuir a los programas de hogares de acogida. No estaría donde estoy si no fuera por sus aportes y actos de bondad».
Hamlin ingresará en la División de Biokinesiología y Fisioterapia de la UCA en otoño.
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