Exadicto al fentanilo que nunca imaginó recuperarse ahora celebra su «increíble vida» con su familia

Por Jenni Julander
10 de marzo de 2021 1:54 PM Actualizado: 10 de marzo de 2021 1:54 PM

El mes pasado, un hombre de Kelowna celebró cuatro años sin consumir drogas después de vivir con una fuerte adicción que lo sumergió en el consumo de la heroína y el fentanilo. Pasó por la cárcel, vio morir a su amigo en su hombro por una sobredosis y también estuvo a punto de morir.

Jacob Philp, de 33 años, describe su nueva vida como un «giro completo» comparado con su vida antes de la recuperación, y atribuye su salvación a un programa especial de recuperación llamado «Bill’s Place».

Jacob ahora es propietario de una vivienda, está casado y tiene dos hermosos hijos. Trabaja como coordinador del programa de viviendas de apoyo.

(Cortesía de Jacob Philp)

«Me encanta la persona que soy hoy», dijo Jacob a The Epoch Times. «Tengo un nuevo respeto por mí mismo que nunca había tenido en mi vida».

Pero no siempre fue así.

Antes tenía que robar, estafar y mentir a sus seres queridos a diario para mantener su hábito. Era un indigente y dormía en las letrinas de las obras de construcción por miedo a que la Policía Montada lo atrapara si iba al refugio.

«Cuando estaba atrapado en mi adicción, no tenía hogar, estaba en las calles no podía conseguir nada», dijo Jacob. «Realmente era como si todo lo que tenía lo dedicara a las drogas, a perseguirlas. Lo dejé todo».

(Cortesía de Jacob Philp)

La caída de Jacob en el consumo de drogas no fue el resultado de su vida familiar. Era un niño inseguro, indeciso de su identidad y con miedo a muchas cosas, como no encajar con los demás.

Cuando fumó hierba por primera vez a los 12 años, le pareció una solución rápida. A partir de ahí, probó setas y psicodélicos, y desarrolló una fuerte adicción por las drogas desde los 14 años.

«Para otras personas, esto era solo un juego», dice Jacob. «Pero para mí (…) no tenía ningún interruptor en mi cerebro que me dijera que ya era suficiente».

Cuando Jacob empezó a salir con una mujer que consumía heroína, la probó con ella y rápidamente se hizo adicto tanto a la heroína como a la metanfetamina. Dice que en el primer mes empezó a gastar todo su sueldo en heroína.

La vida de Jacob se descontroló. Perdió su trabajo, empeñó sus pertenencias y, en poco tiempo, se quedó sin hogar. Finalmente lo detuvieron y pasó varios meses «brutales» en la cárcel de Kamloops.

(Cortesía de Jacob Philp)

Al poco tiempo, Jacob estaba listo para salir. Su madre contrató a un abogado y se enteró que la mejor manera de salir de la cárcel era que Jacob iniciara voluntariamente un tratamiento contra la adicción a las drogas.

Jacob aceptó, por lo que él llama «razones equivocadas». Nunca creyó que el tratamiento realmente funcionara.

Cuando Jacob salió en libertad bajo fianza, su padre lo amenazó con retirar la fianza si no hacía sus llamadas diarias al centro de recuperación.

Pero Jacob no tardó en encontrarse con viejos amigos, que le recomendaron probar el fentanilo, una droga que él describe como «la noche y el día» en comparación con la heroína.

Sin embargo, la droga era peligrosa. Sus amigos empezaron a sufrir de sobredosis y a morir, y él mismo estuvo a punto de hacerlo.

«Perdí a muchos amigos por culpa del fentanilo en ese corto periodo de tiempo», recuerda. «Me desperté y mi amigo estaba muerto sobre mi hombro».

Un par de meses después de salir de la cárcel, Jacob finalmente entró a un tratamiento en un centro llamado Bill’s Place, que no era para nada lo que esperaba, aunque dice que le salvó la vida.

Bill’s Place. (Captura de pantalla/Google Maps)

No era el típico centro de rehabilitación; Jacob dice que se dio cuenta que era diferente cuando llegó.

«Esperaba (…) un lugar grande y loco que pareciera un hospital o algo así, lleno de consejeros, enfermeras y médicos», dijo. «No era nada de eso, para nada. (…) ¡Era una casa! Me dije: ‘¿Qué es esta locura?'».

Un hombre con tatuajes lo recibió en la puerta.

Jacob recordó: «Se parecía a alguien con quien hubiera salido en mi vida anterior. Pero la diferencia aquí era que sonreía, se reía, estaba feliz (…) Tenía esa luz en sus ojos».

Jacob pensó que era un consejero, pero más tarde descubrió que en realidad el hombre era un adicto en proceso de recuperación. Dice que fue un momento que le dio esperanza.

«Mi primera impresión», dijo, «fue que aquí hay un grupo de chicos que están luchando como yo estoy luchando en este momento, solo que son felices y están sonriendo».

Añadió que sintió que encajaba; las otras personas del programa lo aceptaron al instante, y por primera vez se sintió parte de una comunidad.

«Había una magia en ese lugar que me salvó la vida», dijo Jacob.

También agradece el apoyo de sus padres en su recuperación.

(Cortesía de Jacob Philp)
(Cortesía de Jacob Philp)
(Cortesía de Jacob Philp)

«Nunca se rindieron», dijo. «Mis padres no se sentaban ahí y apoyaban la adicción (…) Pero si estaba listo para dar un paso o ir a tratamiento, ellos estaban ahí».

Jacob lleva sin consumir drogas desde 2017. Al compartir su historia, aspira a llevar ese mismo rayo de esperanza a otros adictos.

«Puede ser muy, muy aterrador dar ese primer paso», dijo. «[Pero] hay una vida increíble al otro lado».

Añadió que lo mejor de su transformación son «las relaciones, la felicidad, la paz interior» que ha obtenido.

«Eso es simplemente diario ahora», dijo. «Es un giro completo de 180 grados con relación a donde estaba».


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