Una exmédico abortista especialista en abortos, que trabajó para Planned Parenthood a mediados de la década de los 90, se dio cuenta inesperadamente que había cometido un gran error, y ese cambio de opinión la puso en el camino hacia defender la vida.
Ella cree que Dios intervino para guiarla en ese proceso.
La Dra. Patti Giebink, de Chamberlain, Dakota del Sur, entró en la profesión médica como una persona liberal en los años 80, se dedicó a la salud con la opinión de que el aborto era vital para la atención médica de la mujer, porque salvaba sus vidas.
«Toda la historia, antes de Roe vs Wade, de mujeres que mueren o se lesionan físicamente por el aborto ilegal, era lo que prevalecía entre estos grupos de mujeres cuando yo estaba en la escuela de medicina», dijo a Focus on the Family.
Sobre el bebé, escribió en un artículo para CMDA: «Me dijeron: ‘Es solo un tejido’, haciendo más fácil que se apaciguara mi conciencia. Al principio, cuando las primeras ecografías se parecían más a una tormenta de nieve que a las imágenes detalladas que vemos hoy, los fetos parecían menos humanos».
Planned Parenthood es «una cuestión de dinero»
En 1995, la Dra. Patti obtuvo un empleo en Planned Parenthood y pasó dos años trabajando a tiempo parcial, y luego se convirtió en médico abortista a tiempo completo durante un tercer y último año. Su trabajo a tiempo parcial fue «mentalmente esquizofrénico», dijo, ya que interrumpía embarazos una vez a la semana en Planned Parenthood, mientras trabajaba arduamente para salvar las vidas de madres y bebés otros días de la semana.
Como médico abortista a tiempo completo, la Dra. Patti se sorprendió de lo ocupada que estaba; Planned Parenthood parecía más una «industria» que un servicio de salud, dijo, y añadió: «Lo que les importa es el dinero, y el aborto es su principal fuente de ingresos».
Se suponía que la clínica ofrecía asesoramiento a las pacientes que acudían al lugar, pero casi no había. Solo tuvo una breve consulta de dos minutos en la sala con su paciente, antes que se encendiera la máquina de succión y se hiciera imposible la comunicación verbal.
Tampoco debía brindar consejos, según el protocolo de Planned Parent detallado en una gran carpeta. «Ella tenía muy claro que era una técnica», dijo, y añadió que Planned Parenthood tenía asesores, pero que se limitaban a leer un guion y a decirle a los pacientes dónde tenían que firmar.
Además, el estado de las instalaciones «no era realmente muy limpio» y no tenía provisiones para atender las complicaciones, dijo la Dra. Patti. «En los tres años que estuve allí con Planned Parenthood, nunca vi a nadie del Departamento de Salud, nunca».
Rompió el protocolo asesorando a pacientes que parecían tener problemas, y más tarde recordó una de sus interacciones: «Ella estaba muy ambivalente, estaba claramente indecisa, y le dije: ‘Parece que está luchando’. Y me dijo que realmente no quería hacerlo, pero que ya había pagado su dinero y había viajado para llegar hasta ahí, así que debía seguir adelante».
El Dr. Patti continuó: «‘Sabe, puedes cambiar la fecha. Si no está segura, cámbiela».
«Ella tenía mucho miedo de que no le devolvieran el dinero, y yo le dije: ‘Le devolverán el dinero'».
Esto no tuvo una buena aceptación por los superiores de la Dra. Patti. La despidieron de su puesto en septiembre de 1997, lo que le causó una inmediata sensación de alivio. Aunque se requirió algo más que perder su trabajo estable para doblegar su obstinada voluntad humana.
«La base para hacer lo que estaba haciendo había desaparecido»
Mirando hacia atrás, la Dra. Patti describió que sintió la «mano de Dios» protegiéndola y guiándola en el camino hacia Él.
Entre otras cosas, se revelaron hechos que disiparon sus previas creencias.
«Estudié el caso de Roe vs. Wade, leí muchos libros sobre el tema, y lo más interesante es que no sabía que las cifras estaban infladas, la cantidad de mujeres que morían cada año a causa del aborto ilegal», dijo, agradeciendo al Dr. Bernhard Nathanson por poner las cosas en claro.
«Ellos tenían que conseguir realmente apoyo para el caso Roe v. Wade».
Y añadió: «Así que realmente inflaron las cifras, y eso realmente me detuvo en mi camino, y pensé: ‘Bien, la base para hacer lo que estaba haciendo se fue'».
A un nivel más profundo, el camino espiritual de la Dra. Patti comenzó con una invitación de la iglesia, donde un nuevo y joven pastor la ayudó a reorientar su perspectiva sobre el aborto y la vida. Cautivada, se sumergió en la lectura de la Biblia durante más de un año. «Y en algún momento (…) me quedó muy claro que Dios es el Dios de la vida», dijo.
Comprendió que Dios estaba involucrado en la vida de sus pacientes tanto como en la suya. Describió el caso de un «bebé Sam», cuya madre acudió a ella embarazada y con complicaciones.
«Estaba de 24 semanas y tenía una hemorragia crónica», dijo la Dra. Patti a Focus on the Family. «La segunda vez que vino, tenía como 25 o más semanas, y aún tenía algunas hemorragias».
«Pero el bebé en el monitor tenía muy mal aspecto».
La Dra. Patti sugirió realizar una cesárea inmediata para tratar de conseguir un buen resultado, pero admitió que había un «panorama bastante sombrío» de lo que el bebé prematuro de 25 semanas tendría que afrontar: problemas de visión, intestinos o pulmones, posibilidad de tener que conectarlo a un respirador, etc.
Pero la madre decidió continuar, y la Dra. Patti se sorprendió al ver que sus problemas desaparecieron.
«El bebé estaba animado y respiraba, y es casi como si dijera: ‘¡Vaya, por fin me sacas de ahí!'», recuerda.
Quince años después, esa misma madre la abordó en una manifestación provida y le anunció que su hijo era «perfecto» —no necesitaba gafas, ni nada—, lo que le reveló de que la vida no es como la entiende la ciencia. Dios juega un papel en cada paso.
«¿Les estamos tendiendo la mano?»
Tendiendo un puente entre la impenetrable brecha que separa a los proabortistas y a los provida, la perspectiva particular de la Dra. Patti corrobora que la tolerancia y la amabilidad son agentes curativos vitales. Las iglesias y los antiabortistas, dijo, deben ofrecer un paso seguro a quienes se aventuren a cruzar el vacío.
«No vamos a progresar si nos quedamos en lados opuestos de la calle, insultándonos los unos a los otros», dijo. «¿Les estamos tendiendo la mano? ¿O simplemente estamos en nuestro pequeño mundo rodeados de gente que parece y actúa como nosotros?».
La Dra. Patti Giebink cuenta su historia de cómo redujo la brecha, desde su trabajo en Planned Parenthood hasta convertirse en una defensora provida, en su nuevo y conmovedor libro, » Inesperada elección: El camino de una doctora abortista hacia la vida».
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