Un hombre aficionado a la detección de metales dijo que lloró de alegría al descubrir un anillo de oro posy del siglo XVII que, según él, pudo haber sido lanzado tras una «riña de enamorados».
Robin Potter, de 50 años, de Helensburgh, Argyll y Bute, Escocia, encontró el anillo, de 400 años de antigüedad, en la finca de un granjero, y ahora espera saber si el Museo Nacional de Escocia reclamará la rara pieza de joyería.
Potter, un vigilante a tiempo completo que encontró el anillo en junio, dijo que el día empezó con bastante normalidad. El aficionado a la detección de metales, suele consultar con el propietario del campo que va a inspeccionar, pero este campo en particular estaba vacío.
«Había explorado varias señales que terminaron siendo trozos de hierro corrientes, y a la quinta señal, más o menos, no iba a excavar porque no era tan fuerte, pero continué de todos modos», dijo Potter. «Empecé a apartar la tierra y ahí estaba, solo podía ver el lado del anillo, pero al instante supe que era de oro».
Entonces, Potter se dio cuenta que el grabado exterior tenía flores y un patrón entrecruzado con corazones entrelazados en los extremos. También añadió que hay trazos de esmalte azul en el dibujo entrecruzado, lo que convierte al anillo en algo raro. Además, en el interior del anillo especial hay un grabado que dice: «Gife parted hearts in paine» («Corazones separados en sufrimiento»).
Sin embargo, la palabra «corazones» fue sustituida por dos símbolos de corazón superpuestos.
Los anillos tipo posy, según Potter, se daban como muestra de amor entre los siglos XVI y XVIII, y llevaban un breve poema en su interior que se mantenía en secreto para todos, excepto para los dos enamorados.
El nombre de posy deriva de la palabra francesa que significa poema.
«Cuando lo encontré me alegré tanto que lloré. Realmente es una belleza, y es la primera pieza de oro que encuentro desde que empecé a detectar metales hace unos cuatro años», dijo Potter, recordando el momento especial. «Cuando uno encuentra algo así, se pasa por una serie de emociones que van desde la conmoción hasta la alegría pura».
Potter dice que cree que el anillo, de 15 milímetros de diámetro, perteneció a una mujer o a una niña. Sin embargo, no está seguro de cómo lo habrán perdido.
«Pudo caerse en un día frío, pudo ser arrojado tras una pelea de enamorados o se perdió en el ‘calor de la pasión’, quién sabe», dijo Potter.
Potter tenía la obligación legal de reportar el anillo a la Unidad de Tesoros de los Museos Nacionales de Escocia, ya que tiene más de 300 años de antigüedad. Después de pasar por un proceso legal, el anillo será devuelto a Potter si los Museos Nacionales de Escocia no lo reclaman. Entonces, planea venderlo y repartir el beneficio con el propietario de la granja de Helensburgh, donde lo encontró.
El aficionado a la detección de metales, que ya lleva cuatro años en la actividad, dijo que «le encanta la variedad de objetos que se pueden encontrar, además de estar en la hermosa campiña».
«La detección de metales tiene sus ventajas e inconvenientes, el mayor inconveniente es la cantidad de basura como latas y anillos que se encuentran», dijo Potter. «Pero cosas como ésta compensan toda la basura».
Con información del personal de Epoch Times.
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