Desde el final de la Primera Guerra Mundial, el Día de los Veteranos se conmemora el mismo día cada año, el 11 de noviembre, y hace una pausa para pensar en cualquiera que tenga un ser querido en el ejército, como Katrina Grant Davis, de Estados Unidos, que compartió su historia personal en Love What Matters en honor a su amado esposo.
«Algunos de los guerreros más valientes que conozco no son los que llevan uniforme», escribe, «son los que quedan al frente de su hogar. Sí, hablo de ti, cónyuge de un militar. Te veo, te conozco, te admiro, soy tú».
El Día de los Veteranos es una oportunidad para ofrecer gratitud a todos los hombres y mujeres que prestan su servicio. No importa cuál sea su conexión personal con los militares, la valentía y el compromiso de sus fuerzas impactó a todos y cada uno de nosotros al luchar por un bien mayor. Pero es el sacrificio silencioso del esposo o la esposa que queda atrás lo que a menudo pasa desapercibido.
Katrina cita la fuerza, la independencia y la resistencia de las familias militares, las sombras detrás de los soldados: «Has viajado, dejado tu hogar y tu familia por un país, estado, ciudad, pueblo desconocido. Te has convertido en un experto en construir una vida. Has luchado, (llamarlo luchar suena como una pésima subestimación) pero después de un tiempo te adaptas, eres feliz».
Pero la resiliencia no es un recurso interminable y Katrina se apresura a reconocer las luchas que conlleva ser la compañera de un soldado en el ejército. La incertidumbre sigue a la familia militar a cada paso; ¿a dónde llamarán «hogar»? ¿A qué escuela irán los niños? ¿Qué nos deparará el futuro?
A medida que llegan las nuevas órdenes, la familia debe empacar sus vidas, dejar atrás nuevos amigos, trabajos, proyectos, hogares y comenzar de nuevo.
A veces, Katrina considera que «se aprende a anhelar la aventura», pero el dolor persigue la felicidad en cada oportunidad y nada permanece estable por mucho tiempo.
Vacaciones, cumpleaños, aniversarios, nacimientos, bodas y funerales van y vienen, a menudo lamentablemente perdidos.
Y el cónyuge no tiene más remedio que sonreír, mostrar su apoyo, despedirse por centésima vez y esperar, desesperadamente, volver a ver a su pareja antes que transcurra demasiado tiempo. En cuanto a las niñas, ¿podrán entenderlo?
«Te veo mientras reconfortas a tus hijas… Veo cómo lidias con el dolor de las niñas… Te veo sosteniéndolas por la noche, secándoles sus lágrimas, consolándolas para que se duerman». Solo entonces, te metes en tu cama vacía y derramas tus propias lágrimas silenciosas», escribe Katrina, destacando la experiencia verdaderamente aislante del padre que está ausente.
Muy a menudo, demasiado, la tarea abrumadora de ser padres solos
Todos saben que los niños dicen las cosas más descabelladas, pero imagínese si uno de los padres nunca estuviera allí para presenciar la alegría de la primera palabra de un niño, los primeros pasos, la primera frase, la primera sonrisa. Estos son momentos preciosos y son fugaces.
El homenaje de Katrina al sacrificio de los cónyuges de los militares es un relato desgarrador de las familias que se encuentran al margen y luchan la batalla al frente del hogar en vez del frente de batalla.
«Haces el trabajo de dos padres», continúa. «Lo haces por tu cuenta y demuestras que eres más fuerte de lo que nunca imaginaste».
La vida de un cónyuge militar es una vida de negociación constante, entre la pérdida y la abundancia, entre la tragedia y el triunfo. En el papel de padre solitario, el cónyuge militar siempre se cuestionará a sí mismo: «¿Estoy haciendo lo suficiente?».
Pero la razón de la perseverancia, la motivación para seguir adelante, es el amor.
Sin el amor que los une, los soldados y sus cónyuges nunca tendrían la fuerza para seguir adelante, para volver a aprender, una y otra vez, a vivir juntos y moverse por el mundo con constante incertidumbre.
El agotamiento, las noches, los días de guardia y los brutales regímenes de entrenamiento se hacen soportables debido al amor que se creó la familia y que la mantiene unida.
«Gracias, cónyuges de militares. Gracias por su servicio. Son combatientes», concluye Katrina.
Son verdaderamente los héroes olvidados, los partidarios secundarios que merecen ser vistos y escuchados.
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