Hay muchísimas formas en las que se puede retribuir a la sociedad o ayudar a la comunidad. Mientras hay quienes lo hacen con toda la pompa y el espectáculo, hay otros que lo hacen sin una palabra. Y muy a menudo son los discretos los que sorprenden a todos con sus acciones desinteresadas. Esta es la historia de un alma de gran corazón.
Alan Naiman, un trabajador social estatal, pasó la mayor parte de su vida en Seattle, Washington.
La gente que conocía a Alan recuerda que vivía una existencia modesta. Comía en restaurantes de comida rápida, compraba su ropa en un supermercado y se pegaba los zapatos con cinta adhesiva cuando empezaban a dañarse. Sin que nadie lo supieran, ahorraba en silencio cada centavo para una gran causa.
Alan jamás se casó, pero quería mucho a los niños, en especial a los que estaban enfermos, desamparados, abandonados y con discapacidades.
Cuando Alan murió de cáncer en enero de 2018, la gente se sorprendió al enterarse que dejó la asombrosa suma de 11 millones de dólares a organizaciones benéficas para niños.
«Lo dejó todo en manos de organizaciones benéficas, en especial a los niños, un segmento de la sociedad que en realidad no podía mantenerse a sí misma», dijo a NPR, Shashi Karan, un amigo de su época de banquero.
Alan tenía un hermano mayor con una discapacidad degenerativa, que falleció en el 2013. Por lo tanto, la gente en realidad cree que una devoción de toda la vida a su hermano fue lo que lo influenció.
«De niño, al crecer con un hermano mayor discapacitado, la forma en que veía las cosas era muy diferente», dijo a AP Susan Madsen, una amiga cercana.
Su modesto estilo de vida significaba que nadie podía adivinar cuánta riqueza acumuló. Alan se desempeñó como banquero, luego en el Departamento de Servicios Sociales de Salud e hizo muchos otros trabajos cuando tuvo la oportunidad.
Alan era muy reservado y era conocido por sus viajes en solitario.
Él ahorró e invirtió durante todo ese tiempo para ganar millones de dólares. Shashi también dijo que heredó bastante de sus padres.
Alan planeó hacer más viajes en solitario y comprar una casa con una bonita vista. Pero esos planes se desvanecieron después de que le diagnosticaran cáncer, según CNN.
Más tarde en su lugar, pasó su tiempo investigando organizaciones benéficas.
El hecho de saber el bien que haría su dinero cuando llegara el momento, hizo que Alan se sintiera complacido.
«‘Mi regalo va a ser más grande que su presupuesto anual. Los va a impresionar», recordó Shashi, que dijo. «Y lo hizo».
Treehouse, un grupo de acogida, también se sorprendió cuando recibió un regalo de USD 900.000 de Alan. Reveló que fue por años padre adoptivo y llevaba a los niños a la tienda a comprarles ropa.
Jessica Ross, directora de desarrollo de Treehouse, dijo: «La frugalidad que vivió, a la que se comprometió en su vida, fue por esto. Es un regalo para todos nosotros ver esa demostración pura de filantropía y amor».
Make-A-Wish, Childhaven y Little Bit Therapeutic Riding Center son algunas de las otras organizaciones de caridad que se beneficiaron de su acto desinteresado.
Alan también contribuyó con dinero a la iglesia católica de sus padres y a los veteranos estadounidenses discapacitados, según Shashi.
«Para alguien que vivió de la manera en que lo hizo Alan -y luego deja un legado como este a tantas organizaciones dignas- es una inspiración», dijo Jessica. «Estamos muy agradecidos de ser parte de esto. Qué hombre tan generoso y cariñoso».
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