Desde su servicio en el ejército holandés hasta su vida en una playa de Barbados, Michiel Vos ha recorrido el mundo en busca de su propio lugar. Quizás siguiendo el ejemplo de la playa donde vivía, Vos se dio cuenta que los cocos eran exactamente lo que el mundo necesitaba.
Los retrasos en la cadena de suministro en California han sido noticia últimamente, pero otro problema problema que se plantea en la industria de transporte son los 1700 millones de palés de madera que se envían anualmente desde China —donde la madera ahora es escasa y costosa— y que se desechan inútilmente en Estados Unidos. Equivalen a 170 millones de árboles talados al año.
Ahí entran en escena los cocos.
Un día, un profesor de agricultura le entregó a Vos un documento sobre cómo fabricar paneles con corteza de coco, que parecía prometedor. Aunque le dijeron que nunca funcionaría y que nadie había logrado convertirlo en un negocio rentable, Vos tenía otra opinión.
«Eso me recordó una cita de mi poeta favorito, Rumi, ‘Cuando emprendas un viaje, no busques el consejo de alguien que nunca ha salido de casa'», dijo Vos a The Epoch Times.
Partió hacia el norte de China, donde encontró una tienda de herramientas que le fabricó una prensa y, después de muchas investigaciones, Vos aprendió a fabricar paletas con piel de coco sin costo, de forma rentable.
«Los dos primeros años fueron bastante desastrosos y frustrantes, pero después de muchas pruebas, logramos fabricar unos palets decentes», afirmó.
Como material, la cáscara de coco, dijo Vos, que lanzó CocoPallet, es un producto de desecho voluminoso y ligero en Asia que no tiene ningún uso apreciable y que se elimina mediante la quema en lugares como Filipinas. No es factible transportar el material a larga distancia para la fabricación.
«En nuestro caso, necesitamos grandes cantidades de cáscara de coco en los alrededores», explicó Vos. «Al igual que cualquier otro negocio, necesitamos talento, energía limpia y fiable, vivienda y un gobierno confiable, etc. Nuestro objetivo para la primera gran planta ahora está en el sur de Filipinas».
Vos buscó un lugar en una parte del mundo en la que el bambú es mucho más común que los árboles de madera —como el pino— que, según dijo, hace grandes muebles pero tiene menos sentido como paletas de un solo uso en la industria naviera. Desde el punto de vista medioambiental, la empresa «salvará millones de árboles» al año, dijo. CocoPallet asegura que salvará 0.5 millones de árboles al año.
Fabricar palets en Asia para enviarlos a Estados Unidos tiene sentido; esa es la dirección en la que se mueven los productos. El mercado de los palets está abierto a una alternativa económica frente a la costosa madera; los modelos de proyectos sostenibles y de bajo costo que puedan ampliarse atraerán a los inversionistas.
Por lo anterior Vos decidió instalar una planta en Filipinas.
El intrépido holandés se adentró en la economía de la población local para conocer los detalles del comercio del coco, del que se abastece directamente. Visita a los agricultores y a las cooperativas para entender su funcionamiento. «Esto solo se puede hacer saliendo de la oficina y metiéndose en el campo, escuchando profundamente, comiendo juntos y relacionándose», dijo Vos. «Esta es también la parte que realmente me gusta».
«Nos abastecemos de la cáscara de coco, la molemos en pequeñas partes, secamos esta materia, la introducimos en las enormes prensas y fabricamos CocoPallets las 24 horas del día», explicó. «No queremos que las máquinas se enfríen y, al mismo tiempo, aprovechamos al máximo las inversiones de capital».
CocoPallet se ha orientado a producir la menor huella de carbono posible, usando biomasa para alimentar sus calderas; y en el otro extremo de la cadena de suministro, los palets de cáscara de coco de un solo uso pueden servir como fertilizante orgánico de considerable valor para sustituir al musgo de turba.
El modelo de CocoPallet ha despertado el interés mundial. Vos afirma que los inversionistas de impacto real no rehúyen los contratiempos que ha tenido, que son normales en la innovación; mientras tanto, abunda el capital que busca respaldar proyectos «verdes», de los cuales pocos se pueden expandir y son rentables como lo es CocoPallet.
«Ya no se invierte en tabaco, combustibles fósiles o minas terrestres», explicó Vos. «Esto dará lugar a una competencia para proyectos como el nuestro».
Los gobiernos, como el de los Países Bajos y los de la UE, también apoyan empresas como CocoPallet, que «marcan todas las casillas» de la «sostenibilidad», añadió Vos. En Filipinas, la empresa de Vos podría mejorar la vida de los habitantes de las zonas rurales y ha recibido el respaldo de la Autoridad Filipina del Coco (sí, un ministerio de verdad).
Sobre el futuro de CocoPallet, Vos inició con pie derecho y recibió al nuevo director general y al director financiero, que conocen a la perfección el sector asiático de los palets y han construido fábricas en todo el mundo.
«Si alguna vez obstaculizo el crecimiento de la empresa, me marcharé inmediatamente y me haré a un lado para dar paso a personas más adecuadas para el trabajo», dijo Vos. «Lo brillante de trabajar con grandes personas es que se crea un acelerador de tiempo. Todo va mucho más rápido».
Mirando hacia el futuro, Vos sueña despierto: «Un importador de California podría decir a su fabricante de osos de peluche en Chengdu (China): ‘Por favor, use un CocoPallet en lugar del palet de madera, podemos venderlos a una empresa local de tierra para macetas tras la llegada, y usted se ahorra algo de dinero'».
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