Hombre aprende a hacer excelentes zapatos de cuero a mano y termina vendiéndolos a la realeza

Por The Epoch Times
21 de junio de 2021 12:36 PM Actualizado: 21 de junio de 2021 12:36 PM

Un zapatero autodidacta perfeccionó su oficio desde su humilde inicio hasta elaborar algunos de los mejores zapatos de cuero del mundo, en su taller en Saigón, Vietnam.

Trinh Ngoc, de 89 años, aprendió el oficio con pocos recursos en la década de 1940 y continuó su labor hasta fabricar un calzado muy solicitado por reyes y líderes mundiales.

Su trayectoria como zapatero comenzó desde muy joven, en 1947, cuando el hermano de Trinh estaba aprendiendo a fabricar maletas; cerca de su lugar de trabajo, había un taller de zapatería que Trinh visitaba con frecuencia.

«Me pareció muy interesante, y me interesó aprenderlo porque la fabricación de zapatos es muy diversa», dijo Trinh a The Epoch Times.

Trinh observaba a los zapateros y aprendía de ellos, aunque sus habilidades en el oficio se consideraban inferiores a las europeas.

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«Afortunadamente, en 1950, mi familia se mudó a Phnom Penh [Camboya] y abrieron una zapatería en una nueva ciudad francesa», recordó.

Había varias zapaterías en esa ciudad, que se abastecían de todo tipo de marcas populares para vender a los clientes europeos locales.

Al principio, esos clientes europeos desconfiaron de la mano de obra de Trinh, porque consideraban que la calidad de sus zapatos era inferior, porque su destreza aún no estaba perfeccionada. Solo acudían a él para reparar sus zapatos, mientras compraban pares nuevos en Francia e Italia.

Sin embargo, le decían a Trinh que comprarían sus zapatos si lograba igualar la calidad.

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«Lo que me decían me hacía sentir motivado, pero también desconfiado», admite Trinh.

Sin embargo, con tantos ejemplos europeos a su alcance, aprovechó la oportunidad para comparar la artesanía del calzado importado con el fabricado localmente. Descubrió que la diferencia de calidad entre ambos era enorme.

Todas las noches, mientras reparaba esos zapatos, Trinh abría la caja y examinaba detalladamente la fabricación para aprender un par de cosas.

«Poco a poco, día a día, año tras año, mi habilidad fue mejorando y empecé a hacer más zapatos», recuerda.

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Después de unos dos años de práctica, le mostró a algunos clientes europeos lo que había hecho cuando acudieron a él para reparar sus zapatos. Dijeron que la calidad seguía siendo deficiente, pero quisieron probar un par.

Por suerte, Trinh notó que a sus clientes les gustó su trabajo, y al poco tiempo empezaron a llegar más y más pedidos cada día.

La reputación y el negocio de Trinh creció constantemente y, con el tiempo, su marca se hizo famosa en toda Camboya.

«Empresarios, profesores y médicos franceses empezaron a realizar pedidos», explica. «Incluso el embajador francés vino a que le hicieran los zapatos en mi tienda».

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Con el tiempo, hasta el Primer Ministro y su familia se convirtieron en sus clientes.

«Más tarde, la familia real camboyana también llegó a mi tienda», añadió Trinh.

El rey, Norodom Sihanouk —que era considerado un hombre muy elegante que solo usaba zapatos de Europa— escuchó sobre la destreza de Trinh en la fabricación de zapatos y lo invitó a palacio para que le hiciera un par.

En esa época, la carrera de Trinh estaba en su apogeo.

Sin embargo, en 1970 se desató una guerra civil en Camboya, en la que participaron las tropas estadounidenses, las de Lon Nol y los comunistas vietnamitas, obligando a Trinh y a su familia a huir a Vietnam.

«Cuando llegué a Saigón, lo perdí todo, no me quedó nada. Pero Dios me bendijo, todavía estaba vivo», dijo.

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En 1971, Trinh realizó un estudio de mercado y decidió fabricar únicamente zapatos de alta calidad, que se exponían en centros comerciales y tiendas populares donde también se vendían zapatos importados.

Y sus zapatos empezaron a venderse rápidamente por tener un precio muy razonable, y los clientes admitían que el calzado era de gran calibre. El dueño de una tienda incluso se ofreció a hacerlos pasar por importados.

El negocio era bueno tanto para Trinh como para los clientes, y los vendedores comenzaron a preguntar por la ubicación de su tienda para poder comprar directamente a menor precio.

«Desde entonces, los clientes de todo Saigón acudieron a mi zapatería», afirma. «Músicos, cantantes e incluso médicos franceses viniveron a mi tienda para que les haga zapatos. El gobierno de Saigón también me invitó a su oficina para hacerles zapatos».

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Sin embargo, llegaron tiempos difíciles después de que Saigón cayó en manos de los comunistas norvietnamitas, y Trinh dejó de fabricar zapatos por las dificultades que esto supuso. Al poco tiempo la gente había dejó de usar zapatos y los cambió por sandalias de goma baratas para pasear por la ciudad.

Esto puso muy triste a él y a su esposa; pensó que su carrera había llegado a su fin, y se tomó un largo descanso en la fabricación de zapatos, hasta que finalmente retomó el oficio unos años después.

En 1975, con su experiencia en la fabricación de zapatos, Trinh empezó a trabajar para Bata como gerente, enseñando la habilidad de la fabricación de zapatos a los trabajadores de la empresa.

A los 61 años, se retiró de Bata y volvió a dedicarse a su especialidad.

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También transmitió el arte de la fabricación tradicional de zapatos a muchos otros estudiantes. Pero dice que ninguno ha logrado seguir su método con tanto esmero como él, sino que han sido atraídos por el incentivo financiero de producir un mayor volumen de zapatos más baratos en esos tiempos de tensión financiera.

«A mí me toma dos días hacer un par de zapatos, pero ellos pueden producir entre 200 y 300 pares por día», dice Trinh. «El beneficio es realmente alto».

Para tener éxito en el negocio de la zapatería, añade, se necesita pasión, creatividad, ojos artísticos sofisticados y manos de oro para ejecutar exactamente lo que uno desea ver.


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