Un hombre mayor por fin tuvo la oportunidad de tomar la mano de su esposa de 54 años después de solo poder verla a través de la ventana de una residencia de ancianos durante ocho meses.
Terry Megeary, de 74 años, dijo que lloró cuando compartió el tierno momento con Lynne en una residencia de Hull, en East Yorkshire, Inglaterra, el 9 de marzo, después de levantarse la restricción de las visitas.
Espera que ahora las visitas por ventanilla sean cosa del pasado y está impaciente por reservar otra visita para acompañar a su alma gemela, que padece demencia.
Terry dijo: «Fue encantador, entré y simplemente le tomé la mano. Lloré un poco cuando entré y lloré cuando salí, pero, en general, fue agradable sentarme con ella».
«Tuvimos que usar el teléfono y usar las llamadas de WhatsApp durante las visitas por la ventana. Lynne tiene una tableta pero cree que es un libro».
«Esperemos que eso haya desaparecido y que no haya otra visita de ventana».
«Ya estoy conversando con el hogar para mi próxima visita».
Terry tuvo que hacer una prueba de flujo lateral COVID-19 para que le permitieran acceder a la residencia. Cuando estuvo dentro, pudo pasar 35 minutos con Lynne.
Lynne fue diagnosticada con demencia en marzo de 2017 después de un año de pruebas. Desafortunadamente, su enfermedad ha afectado tanto su bienestar que ya no reconoce a Terry. Pero el cariñoso Terry está agradecido por el precioso tiempo que puede pasar en su compañía.
«Hablé con ella y le conté cosas para tratar de obtener una reacción, pero no lo logré. Le hablé de los recuerdos de nuestras vacaciones en Bulgaria», dijo. «Cuando le dije que los nietos esperaban verla pronto, me dijo ‘pastel’, porque sabe que traen pastel».
«Me alegraba poder sentarme con ella. Si ella es feliz en su pequeño mundo, yo soy feliz», añadió.
«Sería estupendo no tener que reservar una franja horaria y simplemente llamar como antes y visitarla cuando quiera. Es algo que me ilusiona. Nunca he visto la habitación donde vive».
Terry cuidó a Lynne en su casa durante tres años. Pero ella se trasladó a la residencia de Hull en junio del año pasado cuando él ya no pudo seguir haciéndolo, una decisión que, según él, le rompió el corazón.
Desde entonces, aparte de una breve visita en Navidad, Terry solo ha podido visitar a Lynne una vez a la semana durante 20 minutos y hablar con ella por WhatsApp a través de una ventana cerrada.
Terry, dice que le encanta abrazar un cojín con la foto de Lynne y llama a la residencia todos los días sin falta para preguntar por el estado de su esposa. Tuvo que llamar a la residencia previamente y reservar un horario para su visita, pero espera que cuando se levanten todas las medidas de distanciamiento social, pueda visitar a Lynne libremente.
También espera que sus otros familiares, incluidos sus hijos y nietos, puedan visitar a Lynne pronto.
Terry dijo: «Todos los hijos y nietos se mueren por verla. Por ahora, solo puede visitar a los residentes un familiar nombrado, pero desean verla en cuanto puedan».
«Este es un momento muy difícil. Uno no se imagina que le pueda pasar esto. Ella no reconoce a nadie».
«Hace quince meses, en las últimas Navidades tuvimos a todos los niños alrededor de nosotros y ella estaba completamente diferente. Ha sido desgarrador ver el cambio en ella. Ha decaído mucho».
«No dejo de pensar: ‘¿Por qué le tuvo que pasar esto a esta encantadora señora que nunca ha abucheado a un ganso? ¿Por qué ella y no yo?».
«Esto es como morir, uno tiene que estar en esta posición para entenderlo. Uno echa de menos a la pareja. Todavía la veo, pero la persona que es ahora no es la que era antes de ponerse mal».
Con información del personal de Epoch Times.
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