Un adolescente con el sueño de ser dentista se adelantó a la mayoría de edad. Con la ayuda de sus padres, creó su propia empresa, convirtiéndose en el orgulloso propietario de un popular puesto de perritos calientes, y ahora está recaudando fondos para sus estudios.
Ryan Fouts, de Bartlesville, Oklahoma, lleva dos años dirigiendo Ryan’s Dawgs. Dijo a The Epoch Times que la empresa le ha enseñado su mayor lección en la vida hasta ahora.
«No quiero que la vida pase ante mí», dijo Ryan, que ahora tiene 18 años. «Mientras más experiencia se adquiere a una edad temprana, será trascendental para uno más adelante en la vida. Lo veo cada día con las experiencias empresariales. Empezar un negocio a una edad tan temprana ha sido lo mejor que me ha pasado hasta ahora en la vida, sencillamente porque he ganado mucha experiencia».
Ryan dijo que la gente suele pensar que para los jóvenes lo único que hay es un trabajo con el salario mínimo. Pero él cree que «hay mucho más en el mundo» a una edad tan temprana.
El joven empresario, que atribuye su éxito al apoyo de sus padres, amigos y vecinos, ha reinvertido sus beneficios en su negocio. Se esfuerza por mantener los precios de la comida y la bebida bajos para poder atender a todo el mundo, incluidos los niños y las familias con bajos ingresos. Para Ryan, el puesto de perritos calientes se ha convertido más en una forma de hacer contactos que de ganar dinero, y dice que sus clientes son «casi siempre» amables y educados.
«Me gusta la gente, me gusta socializar», dice. «[Las personas] me dicen que se sienten inspiradas por lo que hago, y eso significa mucho para mí. Me gustaría inspirar a otras personas a hacer lo mismo, porque cualquier joven de 16 años puede montar un negocio».
Ryan puso en marcha su primer gran evento con el apoyo de sus compañeros de la escuela secundaria de Bartlesville. Fue increíble ver la cantidad de gente que acudió a apoyarlo, y el evento recaudó más dinero del que nunca había visto.
«Fue una locura», dijo. «Fue absolutamente increíble ver la reacción de la gente, ver a alguien trabajar tan duro y esforzarse tanto. Me encendió totalmente la llama del espíritu empresarial».
Sirviendo perritos calientes, salchichas y salchichones de 100% carne de vaca con sus propias recetas y con combinaciones sugeridas por otros vendedores de comida, al poco tiempo Ryan encontró su fórmula para agradar a la gente. Su emblemático «Shorties Dawg» —con queso crema, beicon, mermelada de pimienta local y jalapeños fritos— es su actual éxito de ventas.
Ryan’s Dawgs está en auge, y el adolescente está ocupado explorando universidades; quiere estudiar odontología pediátrica, con especialización en negocios para poder dirigir su propia clínica algún día. Incluso planea llevar su puesto de perritos calientes al campus para recaudar dinero para la matrícula en su tiempo libre.
La idea del puesto surgió cuando Ryan solicitó trabajo en dos empresas locales y fue rechazado; o bien tenían todo el personal necesario, o bien él era demasiado joven. Un amigo le avisó que había un puesto de perritos calientes en venta, pero estaba fuera de sus capacidades económicas.
Ryan encontró un puesto en Kansas por un precio razonable y utilizó sus ahorros para comprarlo. Como no podía conducir, sus padres lo llevaron a recogerlo. El anterior propietario le ayudó a empezar.
«Me dio un juego de platos que todavía uso, me dio un paraguas, me dio bandejas, me dio un montón de consejos», dijo Ryan. «Prácticamente me dio todo, excepto la comida».
Ryan cuenta que, después de un exitoso evento de lanzamiento, sus ingresos de las primeras semanas bajaron a menos del salario mínimo, pero se mantuvo firme manteniendo bajos los gastos generales y disfrutando la experiencia de ser su propio jefe.
«Fue absolutamente increíble hacer algo por mí mismo», dijo, y añadió que la conexión con otros propietarios de negocios fue clave. «Aprender de ellos es lo más importante. Si uno mantiene la boca cerrada, aprende mucho más que cuando habla».
Cuando la popularidad de Ryan’s Dawgs aumentó, el adolescente empezó a ofrecer sus servicios en cervecerías y bares los viernes y sábados por la noche, algo que al principio irritó a sus padres, que se preocuparon por su seguridad. Sin embargo, el delicioso menú de Ryan’s todavía no ha atraído problemas; el papeleo, según él, ha sido su único reto importante hasta la fecha.
Con 16 años no era posible conseguir un permiso, así que los padres de Ryan firmaron por él. Dijo que el banco nunca había procedido a tramitar la titularidad de un negocio para alguien tan joven, y que «tuvieron que llamar al director». «Tengo una foto mía frente a ese banco, y sentí como si fuera irreal», recordó.
El adolescente pasó por su peor momento durante su primer invierno, probablemente ganando unos «200 dólares en todo diciembre», pero dijo que el apoyo inquebrantable de sus amigos, su familia y otros propietarios de pequeñas empresas le ayudó a salir adelante. También le ayudó recordar la frase que su padres siempre tiene presente: «Si uno dedica muchas horas a algo, al final dará sus frutos».
Tras señalar que «la mayoría de la gente ni siquiera monta un negocio en su vida, y menos tan joven», Ryan dice que cualquiera a su edad puede hacer lo que él hizo.
«Cuando uno tiene 16 años, la gente piensa que uno no puede hacerlo todo, o cree que tienen que darle todo, o que son perezosos. Mi perspectiva es (…) si desperdicio todos estos años, no podré recuperarlos a mi edad, y estoy en la mejor situación que jamás tendré».
Con informacion de Arshdeep Sarao contribuyó a este informe.
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