Cameron Janda, estudiante de octavo grado de Michigan, lleva cortando leña desde que sabe leer. Ahora, a los 13 años, tiene su propio negocio de corte y venta de leña desde hace dos años, y sigue encontrando tiempo para hacer sus tareas.
Su orgullosa madre, Barbara Kline, dice que la rigurosa organización de su hijo es lo que ha hecho posible todo esto.
«El acuerdo para todo esto es que siempre tiene que terminar los trabajos de la escuela, incluso si está tomando estas otras responsabilidades que él elige hacer», explicó a MLive. «Lo maneja todo, y estoy orgullosa de él».
Los lunes, Cameron se levanta al amanecer para hacer las tareas y alimentar a los caballos de su familia en su casa de Tallmadge Township.
Luego, llega la hora de cortar leña.
«Empecé cuando era muy joven, probablemente a los seis años, cuando me dieron un hacha de Meijer», explica. «Cortaba leña para la hoguera y me gustaba mucho, así que a partir de ahí esto fue creciendo».
Después de cortar, Cameron apila la leña y la envuelve en manojos, lista para vender. Vende su mercancía por volumen: un manojo cuesta 5 dólares; un cordón de 4 por 8 pies y 16 pulgadas de profundidad cuesta 60 dólares; y un cordón completo de tres veces ese tamaño cuesta 160 dólares.
Cameron ha obtenido la mayor parte de su clientela gracias a la difusión de boca en boca. Reparte manojos de madera directamente en las casas y en tres tiendas locales.
El joven leñador puede producir unos 300 manojos de madera en un día, y no tiene ni idea de cuánto dinero ha ganado hasta ahora. Guarda sus ganancias en una lata de café.
«Podría contarlo, pero tardaría un rato», bromea.
Gran parte de lo que sabe lo aprendió trabajando con un amigo de la familia, Dan Dempsey. Ambos cortan leña juntos una vez a la semana: Dempsey maneja una sierra de corte transversal y Cameron se encarga de dividir y apilar.
Al joven le encanta el estilo de vida al aire libre que le proporciona su afición. «Es un trabajo duro», admite. «Pero llevo un tiempo haciéndolo, así que no me resulta muy, muy duro (…) Me gusta partir madera porque disfruto mucho la parte física y me gusta estar en la naturaleza».
Además de cortar madera, Cameron se preocupa por el proceso de regeneración de los bosques. Le gusta buscar y replantar árboles jóvenes en el bosque siempre que puede, y a veces construye vallas de protección, y lamenta que muchos brotes jóvenes se los coman los ciervos.
Además de ser un estudiante entusiasta y un atleta, este atareado chico de campo también toca la guitarra clásica, y de vez en cuando algún videojuego.
«Le he visto crecer mucho en los últimos años con la capacidad de manejar su tiempo», dijo Kline. «Y su escuela sigue siendo lo primero (…) saca muy buenas notas».
Cameron, que se inscribió en clases por Internet a través de la Michigan Connections Academy, también quiere matricularse en cursos de secundaria para aprender más sobre construcción y silvicultura. Mientras tanto, el niño de 13 años está aprendiendo a identificar árboles con Dempsey.
«Él es capaz de decirme el valor de un árbol con solo mirarlo», dijo su madre. «A veces, cuando está fuera haciendo las tareas, miro por la ventana y le veo viendo los árboles, ya saben, midiéndolos».
«Siempre está muy intrigado por ese tipo de cosas».
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