En el momento más inesperado, se puede tener la oportunidad de tener un acto de bondad completamente desinteresado. Así le sucedió a un joven empleada de México, que al ver a un abuelito entrar a su trabajo para preguntar por zapatos usados, no dudó en comprarle unos nuevos.
Aurelia Maricela Santiago Hernández, trabaja en una tienda departamental en el centro de la ciudad de Oaxaca, en México. El pasado mayo de 2019, la joven se percató que un anciano de aspecto humilde había entrado a la tienda, pero salió luego de haber hablado con un compañero del trabajo.
El abuelito vendía utensilios de cocina artesanales, pero había entrado al lugar para preguntar si también vendían zapatos usados. A Hernández le causó curiosidad, así que preguntó a su compañero qué había pasado. Al enterarse a qué había entrado el anciano, la joven pidió al compañero que lo alcanzara.
«¡Me hubieras dicho!», dijo Hernández en entrevista al medio local Oaxaca político. «Yo le pude haber comprado unos zapatos. Imagínate, ¡pudo haber sido mi papá!».
Aunque el compañero de Hernández dijo que él le podría comprar el calzado al abuelito en dos semanas, la joven no quedó tranquila. Ella pensó que el momento de ayudar al abuelito era justo ese, no en un futuro incierto.
«¿Por qué no ahora? Imagínate, el señor va caminado y se puede lastimar sus piecitos», dijo Hernández.
Luego que el compañero buscó al anciano y regresó con él a la tienda, Hernández se presentó y le dijo que le obsequiaría unos zapatos. La joven le ofreció varios modelos, pero la joven reflexiona que posiblemente no hablaba español, ya que a todo respondía solo con un «sí».
Al momento de atender al abuelito, cuatro de los compañeros se unieron a Hernández y le cooperaron para que comprara los zapatos. Sin embargo, el anciano llevaba unos huaraches muy desgastados, y no quiso medirse el calzado, así que la joven se lo entregó.
«Se los voy a regalar, pero para usted. No quiero que se los regale a otra persona, porque yo se los voy a regalar a usted, porque es para usted, para que pueda andar cómodamente atendiendo sus cositas», le reiteró la joven.
Hernández tenía una antigüedad laboral de 8 años cuando tuvo el atento acto con el abuelito que necesitaba calzado, según informó Excelsior.
Además, la joven apoya a sus padres que viven en la Sierra Norte de Oaxaca, una zona de variada riqueza natural habitada en gran parte por grupos indígenas.
Después del acontecimiento, Hernández continuó su trabajo de manera normal, pero el amable acto se viralizó en redes sociales luego de ser compartido por personas que fueron testigos del momento. Sin embargo, la joven enfatiza que fue un acto que hizo «de corazón».
«Yo lo hice de corazón y porque realmente el señor lo necesitaba (…) el señor venía en una situación de que estaba viendo cómo ganarse la vida y, digo, cómo no ayudar a este señor si necesita unos zapatos para que pueda andar más cómodo vendiendo sus cosas», reflexionó Hernández.
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