Un joven con deseos de viajar por el mundo pero con una montaña de miedo por superar, se convirtió en el primer puertorriqueño en cruzar Sudamérica a bordo de una bicicleta.
Amaliel Vega Quiero, de 27 años, es una de esas personas que, por algún motivo, guardaba dentro de sí un profundo deseo de viajar. A mediados del año pasado el joven nacido en Vega Baja, Puerto Rico, hizo palpable su sueño y visitó México con la intensión de partir hacia una aventura como mochilero, relató a The Epoch Times.
Sin embargo, ver el documental Pedal the world de Felíx Starck, un alemán que recorrió en bicicleta 22 países en un año, «me impactó tanto que [pensé], la bicicleta se me va hacer mucho más fácil, voy aligerar el paso y voy acercarme más a las personas», relató, y pensó que «la aventura sería mucho más divertida».
Siguiendo su instinto viajero, el joven ―que nunca fue ciclista― compró una bicicleta y se preparó para la travesía de la que solo sabía su destino: Argentina, su gran sueño.
Para iniciar el largo viaje, Vega, quien se dedica a la construcción de interiores y estudió Terapia Física, preparó sus complementos de viaje: un saco de dormir, ropa para el frío y la lluvia, leña para fogata, agua, herramientas, una radio y hasta una guitarra, «de todo un poco», dijo emocionado.
Vega confesó que él es una persona solitaria y no tenía mucho problema en hacer el viaje, pero cuando habló con sus padres y les dijo su idea ―tan solo un día antes de partir―, de inmediato lo alertaron de lo peligroso que era atravesar gran parte del continente americano, donde tal vez podría ser secuestrado, le robarían o harían daño de alguna manera.
«Yo tomé mi decisión», dijo Vega, y optó por «no seguir esos consejos porque era un sueño que me propuse y lo cumplí, gracias a Dios».
Armado de mucho valor, Vega inició el viaje en México y trazó su ruta en un GPS pero al llegar a Guatemala, el segundo país que cruzaría, cayó en una grieta y perdió el aparato.
A pesar del contratiempo, siguió el viaje y cruzó El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica, Panamá, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia hasta llegar a Argentina.
Las aventuras y anécdotas del joven viajero se fueron acumulando a lo largo del camino. En especial, Vega recuerda dos que le impactaron.
Cuando llegó a Panamá, se encontró con un fenómeno natural que para los lugareños es algo cotidiano pero en él despertó una alerta: el mar de repente retrocedió y pensó que habría una «catástrofe», un tsunami o algo parecido, pero todo quedó en solo en una experiencia «aterrorizante».
Otro día, una familia donde había tres niños le ofreció su hogar para dormir, y uno de los pequeños le cuestionó si había visto la playa. Extrañado, preguntó la razón de la duda. Resultó que los niños nunca habían visto el mar, «y eso me partió el corazón», compartió Vega.
Para realizar el viaje, Vega utilizó ahorros, pero en el transcurso del viaje muchas personas le dieron donaciones al ver su «gran sacrificio». Y aunque hubo «millones de pensamientos negativos», relató, «siempre había uno positivo que era el que me daba hacia arriba para seguir hacia adelante».
En entrevista a Infobae, Vega relató que el día a día del viaje se iba dando de manera natural, «Todo fue improvisado. Lo único que había planeado era llegar a Buenos Aires», y eso le regaló las mejores e inesperadas experiencias, como ver la montaña de los Siete Colores en Perú, a 120 km de Cusco, el Salar de Uyuni en Bolivia, las Cataratas del Iguazú, y navegar por primera vez en velero para pasar de Panamá a Colombia.
En promedio, llegó a pedalear 150 km diarios en el transcurso de 12 horas.
Vega compartió a The Epoch Times que al llegar a Buenos Aires el 12 de marzo, se sintió satisfecho, feliz y muy alegre, ya que a pesar de tantas dudas y miedos que tuvo al inicio, no se detuvo y llegó a su destino.
«Fue una gran experiencia, que nunca voy a olvidar. Todos esos lugares y todas esas personas que Dios me puso en el camino fue algo increíble».
El joven aventurero estuvo en Argentina dos semanas y cuatro días. Recorrió alrededor 11,845 km en 10 meses y 24 días, y llegó a Puerto Rico el 31 de marzo, para sorpresa de su familia.
¿Qué sigue para el joven aventurero?
Este verano planea recorrer los 78 pueblos de Puerto Rico, y un año después planea recorrer Europa y «hasta donde el viento me lleve», expresó.
El viaje hizo tanto bien al joven puertorriqueño, que recomienda a todos aquellos que en algún momento sientan que su corazón anhela hacer algo o quieren seguir un sueño, que se dejen llevar por ese sentimiento y no por comentarios desesperanzadores externos o por miedo interno.
«Pueden pasar 10 o 20 años y por dejarse llevar por el miedo se pueden arrepentir de no haberlo hecho en el momento en el que estaban entusiasmados», dijo Vega muy animado, y agregó: «Este es el momento, nunca es tarde, ¡salgan adelante por el sueño que quieren lograr, sea lo que sea!».
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