Un joven de Brasil demostró que cuando una persona se pone un objetivo en la vida, si se lo propone nada lo obstaculizará, ni siquiera sus condiciones económicas.
Cuando Joel Silva vio la lista de estudiantes aprobados para la carrera de medicina de la Universidad Federal de Pará (UFPA), no podía creer que había aprobado el Examen Nacional de ingreso (Enem) con una puntuación de 826 puntos, según publicó UOL.
Silva, de 22 años, hijo de los recolectores de materiales reciclables Ducilene Barros y Jonas de Jesus, residentes de Terra Firme en las afueras de Belém, logró con gran esfuerzo el segundo lugar en la lista de estudiantes que aprobaron el difícil examen, de acuerdo a G1.
«A pesar de las dificultades, si la persona realmente se enfoca en dónde quiere estar y en cómo llegar allí, si tiene apoyo tanto espiritual como familiar, estas son cosas fundamentales para lograr metas como la mía», dijo Silva al medio brasilero.
El estudiante comentó que hace tres años se había inscripto en el curso, pero que tuvo que abandonar para poder ayudar a sus padres que desde hace más de 15 años solo viven de las ganancias de una cooperativa de recolección de materiales reciclables, según UOL.
Durante la pandemia y las clases no presenciales, Silva utilizó libros donados para estudiar los contenidos del examen de ingreso.
«Estudiar en una pandemia es un desafío y lo más difícil es mantener la rutina de estudio, pero tuve una gran oportunidad, que fue el material donado por la gente donde vamos recolectando basura. Interactuamos en el trabajo con la gente y puedo decir que este material donado fue lo que salvó mi viaje», le dijo a G1.
Silva contó que desde que era niño sus padres lo alentaron a leer y siempre lo apoyaron en su educación.
«Siempre me animaron a leer. Como soy de una zona periférica, tenía pocas opciones de ocio y la lectura se convirtió en mi pasatiempos”, le dijo a UOL.
Silva dijo que su fascinación por la lectura hizo que le diera importancia a los libros que estaban para reciclar, que se encontraban en el cobertizo junto a papeles botellas plásticas y otros materiales reciclables. “Y siempre había buen material», recordó el joven.
Pero el deseo que motivó a Silva a querer convertirse en médico fue el de poder ayudar a la sociedad.
«Lo elegí por el factor transformación social, para tener la oportunidad de brindar atención a la población. Aquí hay varias especialidades médicas que son muy difíciles de conseguir. Necesitan apoyo y yo quiero ayudar”, destacó Silva.
Sin embargo, equiparar la rutina del trabajo y los estudios no fue fácil para el futuro médico, que se despertaba todos los días a las 6 de la mañana para ir a trabajar y cuando regresaba a casa por la noche comenzaba a estudiar a las 7 p.m. todos los días hasta las 10 p.m., a veces hasta las 11 p.m. cuando se acostaba a dormir para continuar al día siguiente.
Silva explicó que aunque este es un gran paso logrado, todavía debe mantenerse con ese ánimo para avanzar al siguiente paso que es graduarse.
«Los estudiantes de bajos recursos tienen una doble barrera: ingresar a la universidad es la primera, la segunda es mantenerse. Hay una alta tasa de deserción y espero ganar también esta batalla», concluyó.
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