Cuando su vecino, un agricultor, enfermó repentinamente, una adolescente de Minnesota se ofreció a ayudarle a cuidar la tierra. El agricultor le agradeció enormemente la ayuda, y la adolescente adquirió nuevas habilidades y trucos del oficio; así se formó una hermosa amistad.
Steve Brake, de 63 años, vive con su mujer, Mary, en Wellmont, Minnesota, donde creció. Abi Reetz, de 17 años, y su familia son sus vecinos.
«Soy agricultor y ganadero de cuarta generación», dijo Steve a The Epoch Times. «Mi bisabuelo llegó a Minnesota en 1898 y puso en marcha la granja que seguimos cultivando hoy».
Steve y su esposa compraron la casa en la que se encuentran actualmente hace unos cinco años. La casa era de sus padres y éstos habían vivido allí durante 30 años. Steve siempre supo que había una familia en la casa de al lado que tenía unas niñas, pero nunca las conoció personalmente.
Cuando Steve y su mujer se mudaron, Abi, que entonces tenía 12 años, y sus hermanas, Morgan y Kira, llamaban a la puerta de la familia para pedir «preguntas tontas» o permiso para hacer dibujos con tiza en su entrada. Cuando Abi se hizo mayor, le preguntó a Steve si podía acompañarle a montar en los tractores de la granja, ya que le encantaban los tractores.
«En cierto modo las adoptamos como nuestras nietas del barrio», dijo Steve. «Ha sido muy divertido conocerlas».
Durante la cosecha de la granja de Steve en septiembre de 2021, cayó enfermo de repente. Comenzó con dolores agudos en el cuello, la columna vertebral y las articulaciones. Ese mismo día, Steve perdió el equilibrio y su visión se volvió borrosa. Entonces llamó a su mujer y ambos fueron al hospital.
En el hospital, los médicos pensaron que estaba sufriendo un derrame cerebral, pero no encontraron ninguna prueba. Durante 21 días en el hospital, Steve no pudo comer, ver ni hablar muy bien. Después de 21 días sin un diagnóstico, Steve fue dado de alta. Finalmente le diagnosticaron en la Clínica Mayo de Rochester, Minnesota, el síndrome de Miller Fisher, una rara variante del Guillain-Barré que ataca los nervios y provoca fuertes dolores.
Steve volvió a casa a finales de octubre y después de cuatro o cinco días quería volver desesperadamente a su tractor y arar.
Sin embargo, como seguía teniendo problemas de equilibrio, necesitaba un andador o un bastón para desplazarse, tenía problemas de vista y dificultades para subir a su tractor, Mary le acompañó el primer día durante unas cinco horas.
«La convencí de que era capaz [y] estaba en buena forma para hacerlo», dijo Steve. «Pero estaba desesperado por salir de casa y ayudar a mi familia a cosechar».
Pronto, Abi, una estudiante del instituto de Worthington, llamó a su puerta queriendo ayudar a cuidar la tierra.
«Una vez que Abi llamó para ofrecerse como voluntaria para salir conmigo, Mary se sintió aliviada… yo me sentí aliviado de tener a alguien conmigo», dijo Steve.
Con el apoyo de su madre y de Mary, Abi se convirtió en la mano derecha de Steve. Saltaba del tractor para eliminar obstáculos, se aseguraba de que el tractor recibiera mantenimiento y repostaje, ayudaba a Steve a entrar y salir del vehículo, e incluso le llevaba a casa al final de la jornada.
Abi era humilde ante los errores y se animaba con cada nueva lección aprendida. A lo largo de 12 meses, la pareja estrechó lazos, compartiendo grandes conversaciones sobre sus esperanzas, sus sueños y los planes de Abi para el futuro mientras trabajaban.
«Abi venía y andaba conmigo a diario, y todo el día los fines de semana», dijo Steve. «Llegaba a la granja sobre las dos de la tarde. Algunos días terminábamos a las siete, pero había días en los que íbamos hasta las diez u once… ella pasaba ocho o nueve horas al día en el tractor conmigo».
Llegó un punto en el que ambos pasaban tanto tiempo juntos, que los hermanos de Steve decidieron que Abi era capaz de trabajar por su cuenta, y empezó a conducir su propio tractor.
«Yo estaba en otro, y nos comunicábamos por teléfono… se convirtió en un juego… podíamos trabajar juntos, pero no en el mismo tractor», dijo Steve.
Abi contó a The Epoch Times que ella y Steve siempre habían planeado que ella montara en el flamante tractor que él compró justo antes de caer enfermo. Simplemente ocurrió antes de lo esperado.
«Al principio, estaba bastante nervioso por ponerme en un asiento sola, como haría cualquiera; quiero decir, ¡es una máquina de un millón de dólares!». dice Abi. «Pero después de unos pocos días, me dijo que sabía que era totalmente capaz de hacerlo».
Abi es «uno de los chicos» de la granja, dijo Steve, que tiene dos hijos, así como sobrinos que tienen hijas pequeñas.
«Ven a Abi por ahí haciendo cosas que solo han visto hacer a sus padres», dijo Steve. «Puede que les inspire a pensar algún día que quieren unirse a nuestra explotación agrícola».
Steve describe a su compañera de 17 años como «tímida», afirmando que «le gusta pasar desapercibida». Sin embargo, un año después de que Abi le ayudara en la granja, Steve consideró que la adolescente merecía un reconocimiento. Por ello, escribió una carta a su escuela.
Las Escuelas Públicas de Worthington publicaron la carta de Steve en Facebook.
Abi, que jugó al baloncesto hasta el segundo año y sigue tocando el clarinete en la banda de música del instituto, no esperaba un reconocimiento, pero pensó que la carta de Steve era «bastante genial».
Steve dijo: «Los chicos a los que se reconoce en la escuela son los que marcan todos los touchdowns, o los que anotan todos los puntos en un partido de baloncesto, o los que son estudiantes sobresalientes… Abi no es nada de eso. Solo escribí la carta para preguntar al colegio si había alguna forma de que Abi fuera reconocida por su bondad».
No hace falta decir que la respuesta que recibieron fue «increíble».
«Creo que es el tipo de historia que a la gente le gusta ver», dijo. «Hay muchos jóvenes buenos ahí fuera… Creo, en general, que este país está en un buen lugar con chicas como Abi para guiarnos».
Un domingo, mientras asistía a la confirmación de Abi en la iglesia, Steve se dio cuenta de que el obispo hablaba a los niños de la congregación sobre los «superhéroes», personas normales que hacen cosas extraordinarias para ayudar a los que no pueden, o no quieren, ayudarse a sí mismos. Entonces se inclinó hacia Abi y le dijo que ella era su «superhéroe».
«¡Pero a ella le gusta más el término ‘princesa del tractor’!» dijo Steve reflexionando: «Abi se tomó el tiempo de ser amable conmigo, y de ayudarme, y eso marcó la diferencia en mi vida. Marcó la diferencia en su vida… la gente solo tiene que ayudarse mutuamente y todos estaremos bien».
Abi —que tiene previsto estudiar agricultura después de haber tenido la experiencia de ayudar a Steve— dijo: «Tanto si conoces a la persona como si no… aunque sea algo tan pequeño como abrirle la puerta a alguien, saca tiempo de tu día para ayudar a esa persona si la ves necesitada».
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