Dos jóvenes que organizaban sus vacaciones a Costa Rica o Nueva York, decidieron cambiar sus planes y utilizar su tiempo haciendo labores de voluntariado en la isla La Palma. Después de la erupción del volcán, pensaron que era mejor utilizar su tiempo en llevar un poco de ayuda y donaciones a la isla canaria.
Poco antes que el volcán de La Palma hiciera erupción, Marcia Francisco Rivero y Alejandro Quevedo, de las Islas Canarias, estaban revisando sus opciones para salir de vacaciones. Su vista estaba fija en América, la primera opción era Costa Rica y la segunda Nueva York.
Sin embargo, la erupción del volcán ubicado dentro del parque nacional Cumbre Vieja, de la isla La Palma, el pasado 19 de septiembre, cambió sus planes.
«Yo tenía un montón de días de vacaciones acumulados […] y aún no los había aprovechado», dijo Rivero de 30 años, que vivió parte de su infancia en La Palma, de acuerdo al medio local Diario Sur.
«Pero al ver lo que estaba pasando en La Palma, se me encendió la bombilla: ‘¿Dónde mejor que irme a la isla que tantos buenos momentos me ha dado en mi infancia y mi juventud y devolvérselos con mi ayuda?'», agregó.
Aunque las autoridades evacuaron a personas y animales de granja que rodeaban el volcán, el apoyo de profesionales y la ayuda de voluntarios ha sido imprescindible.
Rivero no tenía experiencia haciendo voluntariado y tampoco pertenece a alguna asociación, al igual que Quevedo, pero eso no detuvo su corazón de apoyar a los afectados por el desastre natural.
Ambos jóvenes comenzaron a investigar qué era lo que realmente se necesitaba para ayudar a los residentes de la isla.
«Hicimos publicaciones en todas las redes sociales pidiendo ayuda y la gente se volcó. Nos llamaron muchísimas personas de Gran Canaria para donar cosas», comentó Rivero a Diario Sur.
«Vimos que no hacía falta ropa, pero sí gafas para los agricultores, productos de higiene personal, de limpieza, botas, comida para animales», agregó.
La iniciativa de Rivero y Quevedo fue todo un éxito. Familiares y amigos hicieron donaciones que fueron suficientes para llenar una camioneta.
«[La camioneta] venía llenita, no podía ni subir las cuestas», dijo Quevedo. «Si hubiéramos tenido un camión o un tráiler, también lo habríamos llenado».
Apenas 4 horas después de haber desembarcado el domingo 3 de este mes, las donaciones ya habían sido entregadas.
Pero no solo es ayuda material la que necesitan los habitantes de la isla. Los jóvenes entendieron que las personas necesitan —como suele ser en estos casos— alguien que las escuche.
«Es que no es solo lo material. La gente también necesita un hombro para desahogarse, hablar contigo… Y aquí estamos», compartió Quevedo.
Con más de 600 casas destruidas, 6000 evacuados y la incertidumbre y el miedo ante una erupción en marcha, estas primeras ayudas de particulares y empresas, que llegaron precedidas por envíos de ropa, alimentos o enseres, son una inyección de alegría para la isla que sus instituciones han celebrado como un «aluvión de solidaridad que ha llegado de todos los puntos del mundo».
Estas ayudas irán destinadas directamente a las personas afectadas por la erupción volcánica y servirán para cubrir necesidades concretas, una vez que ya se han cubierto las necesidades básicas, según detalló el Cabildo de La Palma.
Hasta ahora, se han contabilizado 600 casas destruidas y 6000 evacuados, en medio de la incertidumbre y el miedo ante una erupción en marcha. La erupción volcánica no parece tener prisa, pero el alojamiento de los miles de evacuados, y sobre todo de los que han perdido definitivamente sus viviendas, sí es urgente.
El volcán sigue emitiendo 5849 toneladas diarias de dióxido de azufre, un indicio que apunta a que el fin de la erupción aún no está próxima.
Ante este panorama, ayuda como la de Rivero y Quevedo, es invaluable.
«Siendo nosotros canarios, si no ponemos de nuestra parte… No nos va a caer del cielo», reflexionó Quevedo, según informó Diario Sur.
Con información de EFE
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