La mayor pepita de oro, como nunca se había encontrado en Alaska, se subastará en Texas en diciembre y se espera que supere los 700,000 dólares.
En el verano de 1896, más de 100,000 buscadores acudieron al noroeste de Canadá después de encontrar oro cerca del río Klondike. Unos 100 años después, en 1998, un buscador llamado Barry Clay —según cuenta la historia— estaba moviendo tierra con su excavadora en la orilla de la mina Swift Creek cuando desenterró una pepa de oro gigante más grande que una pelota de softball.
Se dice que Clay enterró la preciosa pepita de metal junto a un árbol mientras pensaba qué hacer con ella y luego la llevó a la ciudad, donde finalmente la vendió directamente a un consignatario.
Hoy en día, ese trozo de oro se conoce como la Pepita del Centenario. Con un peso colosal de 6 kilos, es la mayor pepita de oro descubierta en Alaska, según Heritage Auctions, y la segunda más grande encontrada en el hemisferio occidental, después de la pepita de Cortés, hallada en México.
«Esta es una pieza de gran importancia histórica», dijo Craig Kissick, director de naturaleza y ciencia de Heritage Auctions. «El simple hecho de que sea la más grande que se haya encontrado en el estado de Alaska, qué más se puede decir, se nos acaban los superlativos».
«No tiene parangón».
El 8 de diciembre, la histórica pepita será subastada por Heritage Auctions en Dallas, junto con una serie de otros especímenes de oro de élite, entre los que se incluyen varias piezas de oro cristalizado y pepitas raras y notables.
«Nunca se ha subastado un grupo de especímenes de oro tan raro como éste», dijo Kissick. «No es probable que se vuelva a ver una agrupación de esta amplitud y calibre».
Las ofertas por la Pepita del Centenario comenzarán en 675,000 dólares, con un valor estimado de 800,000 a 1.2 millones de dólares, dijo Kissick.
El oro encontrado en forma de pepita es más raro que el oro fundido; de ahí que piezas estéticas de colección como éstas tengan un valor multiplicador, ya que existen menos de 50 pepitas de oro de más de 250 onzas, según Kissick. Pero la importancia histórica del Centenario no tiene igual.
«La mayor parte del oro extraído se refina», añadió Kissick. «Una pepita de oro de una onza es incluso más rara que un diamante de cinco quilates».
Entre los otros ejemplares realmente magníficos y «mágicos» que se subastan se encuentra una pieza de oro cristalizado procedente de la afamada mina Eagle’s Nest, en California, un magnífico y frondoso ejemplo que se asemeja a «un géiser de oro congelado» y que se espera que alcance los 200,000 dólares o más.
«La estructura o la disposición atómica de los cristales de oro de este tamaño nunca se ha estudiado antes», dijo el mineralogista de la Universidad de Miami John Rakovan, «y tenemos una oportunidad única de hacerlo».
Otra pieza de hoja de oro cristalizada presentada en la subasta muestra «una forma delicada de cristales visualmente llamativos», y perteneció al legendario coleccionista de minerales mexicano Dr. Miguel Romero. Su valor estimado es de al menos 150,000 dólares.
En la subasta también se presentarán otras piezas de oro de gran calibre.
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