La cultura es el alma de una nación, junto con los aspectos espirituales y los factores físicos de raza y región. Si la civilización de un país se define por la historia de su evolución cultural, entonces naturalmente se deduce que la destrucción de la cultura lleva al fin de la nación.
Mientras Shen Yun Performing Arts continúa con su gira mundial presentando las tradiciones perdidas de la antigua China, La Gran Época ofrece una mirada cercana a estas artes, su estado actual en la China de hoy, su innegable influencia en nuestro mundo y la importancia de su milagrosa recuperación.
En el curso de la larga historia de China, a pesar de muchas invasiones y ataques, la cultura china resistió y prosperó, y su esencia se trasmitió continuamente durante 5.000 años. Pero el ascenso del comunismo en China tuvo un efecto devastador en la cultura y las tradiciones milenarias de la llamada “Tierra del Centro” o “Reino Central”.
Desde el principio, el plan del Partido Comunista Chino (PCCh) de «revolucionar» la cultura china, fue en realidad un intento por destruir completamente su espíritu.
Basada en las creencias del confucianismo, budismo y daoísmo, la cultura tradicional china buscaba la armonía entre el hombre y el universo, ponía énfasis en la ética y la moral, abrazando los principios de honestidad, bondad, armonía y tolerancia.
Estos principios, y las normas sociales establecidas por las cinco virtudes cardinales de Confucio, a saber, benevolencia, rectitud, decoro, sabiduría y fidelidad, eran anatemas para la política de ateísmo del PCCh.
El PCCh tuvo una oposición ideológica inherente a la cultura tradicional china, que cree en dioses y en el mandato celestial, y la hizo su enemiga en un esfuerzo por reforzar su propio control.
Poco después que el PCCh llegase al poder en 1949, comenzó a destruir iglesias y templos, quemar escrituras, obligando a monjes y monjas budistas a volver a la vida secular. En la década de 1960, apenas había lugares religiosos en China.
La Gran Revolución Cultural de Mao Zedong, que comenzó en 1966, trajo aún una mayor catástrofe cultural y religiosa con su campaña de “eliminar los cuatro viejos»: viejas ideas, vieja cultura, viejas costumbres y viejos hábitos.
Templos budistas y daoístas, sitios y paisajes históricos, caligrafía, pintura y antigüedades, se convirtieron en los principales blancos de destrucción para los Guardias Rojos. Muchos libros únicos, obras de caligrafía y pinturas que habían sido recolectados por intelectuales, fueron quemados o transformados en pulpa.
El escritor Qin Mu (1919–1992) describió a la Revolución Cultural en términos sombríos: «Eso fue verdaderamente un desastre sin precedentes. [El PCCh] encarceló a millones debido a su asociación con un miembro familiar [acosado], terminando con la vida de millones de personas, destrozó familias, transformó a los niños en matones y villanos, quemaron libros, derribaron edificios antiguos y destruyeron tumbas de antiguos intelectuales, cometiendo todo tipo de crímenes en nombre de la revolución».
De esta manera, la dignidad y el carácter sagrado de la religión y la cultura fueron aniquilados, al igual que la identidad espiritual de las personas formadas por la fe y la cultura. Muchos perdieron la orientación moral y se adoctrinaron bajo los estándares del PCCh, como la lucha de clases, la incitación al odio y la violencia, la autocrítica y «la lucha contra el cielo y la tierra».
Esta «cultura partidaria», que tiene en su corazón el despotismo y la dictadura, se estableció a través de los continuos movimientos políticos y fue promovida por el PCCh como una continuación de la cultura tradicional china.
Después que el partido adoptó la reforma económica y una política de puertas abiertas, renovó muchas iglesias, así como templos budistas y daoístas. Además, a lo largo de China, se organizaron ferias en los templos, exposiciones de arte y caligrafía, festivales de cultura con danzas del dragón y del león, y se presentaron galas de fin de año.
Esto, sin embargo, sólo restauró la apariencia superficial de la cultura, ya que la profunda esencia de la cultura de China para entonces estaba real y verdaderamente hecha pedazos.
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