Llevar a tu perro al trabajo, no siempre es la mejor opción. Pueden hacer un lío en el piso, rayar los muebles y brincar a la gente.
Sin embargo, los perros pueden sentirse solos en una casa vacía todo el día, y llevarlos al trabajo a veces es una gran manera de aliviar su soledad. Si bien es posible que sean un dolor de cabeza, también es posible que se adapten al nuevo entorno rápidamente.
Un día, Doug Dawson decidió llevar a su perra Nala al hogar de ancianos donde trabaja desde hace tiempo, y no esperaba que ella se adaptara con tanta naturalidad.
Doug trabaja en el hogar de ancianos Lyngblomsten en St. Paul, Minnesota. Durante años ha realizado largos turnos dejando a Nala triste y sola en casa; entonces un día decidió llevarla al trabajo, esperando que esto la ayudara.
This teacup poodle rides elevators to visit friends in a St. Paul nursing home http://t.co/wjNAerCE94 pic.twitter.com/cwJtKxsHug
— KARE 11 (@kare11) 14 de abril de 2015
La dejó vagar por los pasillos sin supervisión, lo que al principio podría no parecer una buena idea. Sin embargo, para su sorpresa, Nala pudo rastrear a los residentes ancianos y establecer un vínculo con ellos al instante.
Los residentes amaron a la pequeña Nala, por lo que Doug decidió seguir llevándola diariamente. A partir de ese día comenzó una rutina: tan pronto como llega al trabajo, Nala incluso sube a los ascensores sola. «Si pudiera, presionaría el botón», dijo Doug a USA Today.
La pequeña mascota de Doug apenas interactúa con él en el trabajo, ella busca atender a los pacientes que lo necesitan, mientras él clasifica píldoras.
«Nos encontramos de paso en el pasillo», dijo Doug.
«Si la bajo, ella selecciona a la persona con Alzheimer», dijo Doug. «Ella tiene una forma de escoger a los enfermos».
Sin embargo, no solo son los pacientes con Alzheimer. Nala sabe acercarse a las personas en sillas de ruedas que no pueden acudir a ella. También pasa gran parte de su tiempo con residentes que están enfermos y cerca de la muerte, acostada en sus camas mientras descansan.
También los hay quienes aún son ingeniosos y tienen buena salud, pero rara vez reciben visitas… entonces Nala se asegura de prestarles atención también. Entre todos los pacientes que visita, no es raro que Nala reciba decenas de besos en un día.
Quizás el mejor ejemplo de esto fue su interacción con la fallecida Inez Gugisberg. El día que murió, Nala se sentó a su lado y la consoló.
«Fue maravilloso, y todos estábamos llorando», dijo Sandy Glomski, empleada de Lyngblomsten, a USA Today.
Quizás fue el destino lo que llevó a Doug a traerla a trabajar ese día, ya que cree que ha encontrado su verdadera vocación.
«¿De dónde vino este pequeño ser?», preguntó. «Ella está aquí para un propósito. Realmente creo que está haciendo el trabajo de Dios».
Mira a la dulce Nala en acción:
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