Una madre adolescente de California que revirtió su aborto hace más de 7 años ahora está en una misión para guiar a los futuros padres en sus caminos y ayudarles a elegir la vida.
En 2013, Rebekah Hagan, entonces estudiante de primer año de la Universidad Estatal de Sacramento, era madre soltera de un niño de 10 meses y estaba esperando su segundo hijo. Justo después de escapar de una relación de maltrato, quedó en una encrucijada. La situación, aparentemente desesperante, la llevó a creer que su vida se estaba desmoronando y decidió abortar al bebé.
En una entrevista con The Epoch Times, Rebekah explicó cómo la fe en Dios, el arrepentimiento sincero y el deseo de salvar a su bebé le ayudaron a tomar la decisión correcta antes que fuera demasiado tarde. Ahora, Rebekha trabaja para la organización Heartbeat International, un centro de embarazos provida con la misión de «hacer que el aborto sea indeseable hoy e impensable para las generaciones futuras».
Ella testificó ante los legisladores estatales de Idaho en marzo de 2017, Nebraska en la primavera de 2019 y Oklahoma en enero de 2020 sobre los proyectos de ley de consentimiento informado para revertir la píldora abortiva. También ha testificado en contra del proyecto de ley 24 del Senado de California, que requería que todas las universidades del estado «administraran píldoras de aborto químico en los centros de salud de los campus».
Una decisión «irracional»
Rebekah, que había dado a luz a su primer bebé a los 17 años, dijo que sus padres le habían advertido «que no volviera a quedar embarazada bajo su techo».
«Sabía que iba a estar en esto completamente sola», dijo. «Por miedo a perder a todos y todo en mi vida, el aborto parecía una opción esperanzadora y compasiva para evitarle a mi familia más vergüenza y para evitarle a mi primer hijo más sufrimiento».
Concertó una cita con una clínica de Planned Parenthood e inició un aborto químico. Sin embargo, se arrepintió al poco tiempo de tomar su decisión.
«Experimenté el punto más bajo y oscuro de toda mi vida después de iniciar mi aborto y tomar la primera píldora abortiva», dijo.
«Salí de esa clínica de Planned Parenthood sintiéndome completamente engañada. El dolor, la culpa y el arrepentimiento se apoderaron de mí a los pocos minutos y mientras estaba sentada en el estacionamiento. No dejaba de preguntarme: ‘¿Qué acabo de hacer? ¡Ni siquiera creo en el aborto!'».
Rebekah dice que, algunas veces, el miedo nos obliga a hacer «cosas irracionales», y esa fue una de esas veces en su vida. En aquel momento, el aborto parecía una «opción buena y responsable», pero Rebekah no tardó en asimilar la verdadera realidad.
«Después de iniciar el proceso e ingerir la primera píldora abortiva, me di cuenta que todo era mentira y que el aborto nunca puede ser bueno, ni para el bebé ni para la madre».
Rebekah afirma que el impacto psicológico del aborto es «extremadamente traumático», pero que son las maniobras de marketing las que hacen que el aborto químico parezca «sencillo, más fácil de ocultar, menos invasivo y más natural».
Después de salir de la clínica de abortos, Rebekah se dio cuenta que toda la culpa, el sentimiento de culpa y el dolor recaerían sobre ella.
«Simplemente me dijeron que la primera píldora pondría fin a mi embarazo y que la segunda solo lo expulsaría y que esperara calambres y una leve hemorragia. No me dijeron que la segunda medicación inducía el parto, pero eso es lo que hace el Misoprostol», dijo. «Induce literalmente el parto».
«Envían a las jóvenes a sus casas, dormitorios o casas de amigos para completar el proceso de aborto, convirtiendo así sus dormitorios y baños en lugares traumáticos».
«No estaba preparada ni emocional ni físicamente para estar en trabajo de parto en casa, sobre el retrete y sin supervisión médica».
La vida se transforma con la fe
Rebekah dice que su fe en Dios jugó un papel importante para revertir el aborto.
«Ciertamente no estaba viviendo en mi fe. Lo único que pude hacer fue clamar a Dios y pedirle perdón y una salida a mi error», dijo Rebekah.
Decidida, comenzó el tratamiento de reversión de la píldora abortiva con progesterona y continuó con su embarazo. Rezaba y le daba gracias a Dios todos los días, dijo. Planned Parenthood esperaba que volviera a una revisión para confirmar que el aborto había sido un éxito, así que empezaron a llamarla.
Al final, Rebekah tuvo el «valor» de llamarlos y explicarles que iba a revertir el aborto. El personal la disuadió de hacerlo con una advertencia.
«El trabajador de la clínica me dijo: ‘¿Tiene idea de lo que está haciendo? Debido al fármaco abortivo que ya tomó, lo más probable es que no se complete el embarazo, y si lo hace, su bebé podría tener graves anomalías fetales'», recuerda. «Fue una llamada incómoda, como mínimo, y sus palabras me acompañaron durante todo el embarazo».
A pesar de la advertencia, el embarazo de Rebekah terminó bien, y dio a luz a un niño sano, demostrando que la predicción hecha por Planned Parenthood estaba equivocada.
«Llamé a mi hijo Zacarías, que significa que el Señor recuerda, porque cuando miro hacia atrás veo a Dios diciendo: «Haga una pausa, Rebeca. Confíe en mí. Tengo un plan mejor», dijo.
«Zack no arruinó mi vida ni la de mi hijo mayor. Sobresale en la escuela y es el complemento perfecto para mi familia. Conoce la verdad apropiada para su edad sobre su entrada al mundo».
Rebekah ha convertido su vida en una misión para ofrecerle ayuda a las madres que consideran el embarazo como algo aterrador y desafiante. En un intento de ayudar a las mujeres y evitarles el trauma del aborto, Rebekah comparte su experiencia en diferentes foros entre 15 y 20 veces al año.
Incluso conoció a su esposo, Kramer Hagan, mientras compartía su historia en la iglesia donde asisten sus padres.
Ahora que es una orgullosa madre de cuatro hijos, Rebekah tiene muchos eventos programados para el otoño. En junio, también hablará en la Conferencia de Mujeres Provida de Abby Johnson en Tennessee.
«Nuestra familia acompaña, apoya, ama y ayuda a las madres en los embarazos no planificados o no apoyados», dijo.
Rebekah espera que un día, cuando su hijo sea mayor de edad y sepa toda la verdad, esté orgulloso de su madre y que vea a una «mujer que cometió un error y que hizo todo lo que estaba a su alcance para deshacer ese error y salvar la vida de su hijo».
Validando y glorificando su fe con el camino de su vida hasta ahora, Rebekah cree que Dios puede hacer nueva cualquier historia, «no importa lo fea o rota que esté» y «ofrece ayuda incluso cuando no la merecemos».
«Dios llegó a sacarme del lío que creé y salvó no solo a mi bebé en gestación, sino que también me salvó a mí, y como resultado, a mi familia», dijo.
«Vivo mi fe tratando de amar a las chicas rotas como yo que están considerando abortar. Dios transformó radicalmente mi vida, y vivo para decir a otros que Él también puede hacer lo mismo por ellas», concluyó.
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