Una madre que arriesgó su vida para dar a luz a una niña con espina bífida recuerda un camino «lleno de incertidumbre» y sabe que tomó la decisión correcta, a pesar de la presión y las burlas de los médicos que la empujaban a abortar.
Su querida niña, que ahora tiene un año, sigue desafiando los pronósticos.
Después de dar a luz a su tercer bebé, Victoria Pampanin Reyes, que entonces tenía 25 años, recibió la advertencia de que no podría volver a tener hijos: el riesgo de recaer era demasiado alto.
Victoria tardó dos años en recuperarse. «Estaba en remisión», escribió, compartiendo su historia con Love What Matters. «Tenía la segunda oportunidad en la vida por la que rogué, supliqué y fui a la guerra».
Sin embargo, la breve calma anunció otra tormenta cuando Victoria volvió a quedar embarazada.
«Me sentí como si me hubiera tragado un ladrillo», compartió. «Me había prometido a mí misma que si volvía a quedar embarazada abortaría. Ni siquiera me lo plantearía, pero ahí estaba yo cuestionándolo todo».
Ante el temor por la vida de Victoria, su marido Carlos, su familia y los médicos le imploraron que interrumpiera el embarazo. La futura madre recuerda que se sintió «intensamente ridiculizada» por su cardiólogo; salió de su consulta llorando.
Reservó un aborto pero se sintió incapaz de asistir, inmovilizada por un pensamiento: «Es una niña y todo irá bien».
A pesar de la inmensa ansiedad, Victoria continuó el embarazo. Pero en su primera exploración anatómica, Victoria y Carlos, que habían perdido a su primer hijo al nacer muerto, recibieron una noticia desgarradora: su bebé tenía espina bífida.
«La espalda de nuestra hija no se había cerrado», explicó Victoria, «las terminaciones nerviosas de su columna vertebral estaban expuestas y perdía líquido cefalorraquídeo, lo que le causaba una hernia cerebral. Nos dijeron que probablemente nunca caminaría, que necesitaría una derivación y que podría tener daños cerebrales. La lista era interminable».
Impactados pero firmes, rechazaron de nuevo la interrupción del embarazo y optaron por explorar las opciones, contactando a otros padres de niños con espina bífida en busca de apoyo. Decidieron criar a su bebé para que fuera fuerte y segura de sí misma, pasara lo que pasara.
Entonces, el obstetra de alto riesgo de Victoria la invitó a participar en una operación de prueba en el útero. Después de someterse a muchas pruebas y saber que cumplían los requisitos, Victoria y su bebé se convirtieron en la cuarta madre y el cuarto bebé de Estados Unidos en someterse a este procedimiento.
Aterrada pero con esperanza, Victoria pasó por el quirófano a las 25 semanas.
Tanto la madre como el bebé salieron adelante.
La recuperación de Victoria fue complicada; sufrió un colapso pulmonar y tuvo un dolor inmenso. Pero una ecografía confirmó que el procedimiento había ayudado a su bebé. Victoria y Carlos regresaron a casa, entusiasmados.
Apenas tres semanas después, el 9 de julio de 2019, Victoria se despertó con contracciones y sangrado. Ella y Carlos atravesaron a toda prisa el tráfico de Los Ángeles para llegar al hospital, donde la madre fue enviada a una cesárea de emergencia. Su placenta se había desprendido y estaba perdiendo sangre rápidamente.
«Al estar embarazada de solo 28 semanas, el médico me advirtió que quizá la bebé no sobreviviría», recuerda Victoria. Pero la bebé Amelie Lucca anunció su llegada cuando sus gritos llenaron el quirófano. Con un peso de tan solo 0.9 kg, la trasladaron a la UCIN.
Victoria, que necesitó múltiples transfusiones de sangre, conoció a su hija por primera vez en el hospital infantil local cuatro días después.
«Apenas pude contener mi emoción (…) No podía creer lo pequeña que era», recuerda. «Hicimos el viaje de ida y vuelta todos los días durante tres larguísimos meses (…) Lloré tanto de angustia como de alegría».
A pesar de los triunfos y los fracasos, Victoria y Carlos vieron cómo su hija superaba constantemente las dificultades que enfrentaba. El día antes de la fecha prevista inicialmente para el nacimiento de Amelie, por fin pudieron llevarla a casa.
Un año después, Amelie está prosperando.
Para ayudar a cubrir los gastos médicos, las facturas y las terapias que no cubre el seguro, la familia abrió una campaña en GoFundMe. Victoria también publica actualizaciones sobre la vida familiar y los progresos de Amelie en Instagram @nuestra.exquisita.normalidad.
Con un caminador y un cabestrillo de apoyo, Amelie está explorando su movilidad mientras crece.
«Sé que hemos tomado las decisiones correctas», reflexiona su madre. «Nuestra bebé, que antes pesaba un kilo, ahora es una niña de un año con mucho carácter, hermosa y carismática».
«A pesar de ser prematura de tres meses y de tener espina bífida, está bien adaptada a su edad e incluso ha empezado a dar pasos», continuó. «La niña que decían que nunca caminaría tiene movimiento completo en todos y cada uno de sus 10 diminutos dedos del pie».
Amelie, dijo su madre, es la niña que se imaginó desde el principio.
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