Jessica Hanna ya no existe. Ella es la resiliente defensora provida que se negó a abortar a su bebé después de que le diagnosticaran un cáncer en etapa avanzada hace tres años y, en cambio, desafió su enfermedad y su tratamiento para dar a luz a un hijo sano y feliz.
Falleció el 6 de abril a la edad de 41 años, dejando atrás a su fiel esposo, Lamar Hanna, y cuatro amados hijos.
En declaraciones a The Epoch Times, el Sr. Hanna compartió que hicieron todo lo posible por mantenerse firmes en su fe durante la batalla de su difunta esposa contra el cáncer.
«Tanto Jessica como yo estábamos seguros de que, sin importar lo que sucediera, la voluntad de nuestro Señor, en última instancia, es perfecta», dijo. «Desde una perspectiva terrena, muchas cosas suceden en esta vida y, naturalmente, no tienen sentido para nosotros. Sin embargo, desde una perspectiva eterna, la voluntad de Dios, tanto activa como permisiva —es perfecta y siempre debemos confiar en su voluntad».
«Es difícil hacer esto por nuestra cuenta, por eso debemos pedir la gracia de aceptar su voluntad, por difícil que parezca».
El aborto es otro trauma —que no se cura
La lucha de la señora Hanna contra el cáncer se remonta a 2020, cuando recibió el diagnóstico pocas semanas después de descubrir que estaba embarazada de su cuarto hijo, Thomas. Las pruebas confirmaron un tumor de mama canceroso de 13 centímetros (5.1 pulgadas) que requería cirugía, por lo que la pareja, —ambos farmacéuticos— viajó a Michigan desde su casa en Canadá para la operación.
La devota madre católica enfrentó la presión de los médicos para abortar, pero ella se negó firmemente a interrumpir su embarazo.
«Siempre me dije a mí misma, en cada cita, No les voy a dar la opción de abortar a mi hijo«, dijo la difunta madre a The Epoch Times en una entrevista anterior. «No hay excepciones, la vida comienza en la concepción. No se resuelve un trauma añadiendo un segundo trauma. El aborto es otro trauma —que no es curativo».
El tumor se extirpó con éxito en enero de 2021, pero sus informes de patología revelaron que el cáncer se había extendido y afectaba a 43 ganglios linfáticos —el diagnóstico probablemente era terminal— La señora Hanna optó por la quimioterapia y, después de cuatro rondas, dio a luz a un niño sano, Thomas nació el 30 de mayo de 2021.
Afortunadamente, las exploraciones posnatales mostraron que el cáncer de la señora Hanna había desaparecido y la amorosa madre disfrutó de varios meses de tranquilidad y sin dolor con su familia. Sin embargo, en 2022, el cáncer regresó esta vez de manera más agresiva, en la etapa cuatro.
Con una enfermedad terminal y hospitalizada, la Sra. Hanna recurrió a su página de Instagram, @blessed by cancer, para transmitir su mensaje de confianza en Dios, diciendo que la pregunta no debería ser realmente «¿Por qué no estoy sanada?» sino «¿Cómo puedo glorificarlo a través de esto?»
Ella escribió: «… La muerte para Dios no es un fin, es una transición a la vida eterna. Sacarnos de esta vida no es una farsa para Dios, sino un medio para llevarnos a casa. Una curación milagrosa no significa que Dios valore nuestra vida terrenal más que la eterna, a menudo se concede como un regalo, pero principalmente con un propósito mayor de lo que podemos comprender»… una glorificación de Él aquí en la tierra para que otros puedan ver y creer. Para traer gente a Él. Pero a veces, sufrir (o incluso morir) con alegría es una glorificación en sí misma que es aún más valiosa. »
Rendirse a la voluntad de Dios
La señora Hanna y su esposo nacieron y crecieron en Ontario, Canadá. La señora Hanna es de ascendencia libanesa, mientras que su marido es iraquí caldeo. Se conocieron mientras estudiaban farmacia en la Universidad Estatal Wayne de Detroit, se casaron en 2011 y disfrutaron la carrera como farmacéuticos.
La pareja —orgullosos padres de Christopher, Mary, Joseph y Thomas —todos menores de 9 años— siempre había querido una familia numerosa. Dedicados a criar a sus hijos en una comunidad muy unida e inculcarles valores tradicionales, atribuyen a la gracia de Dios su capacidad para compaginar varios negocios y una vida hogareña feliz.
Cuando la señora Hanna emprendió su viaje contra el cáncer, nuevamente se apoyó en su fe y lo vio como una oportunidad. Recurrió a las redes sociales para compartir el mensaje de esperanza eterna y la gracia de Dios. Tocando a miles de personas con su fe y su perspectiva inspiradora, la madre en apuros compartía regularmente sus convicciones en las redes sociales y aconsejaba a otras personas que podrían estar sufriendo como ella.
Un esposo tradicional que siempre apoyó a su esposa en las buenas y en las malas, el Sr. Hanna compartió que era «desgarrador» ver a su esposa enferma sufriendo dolor.
«Cualquiera que haya sido cuidador puede identificarse con el sentimiento de impotencia al ver sufrir a su ser querido. A veces fue desgarrador y requirió gracias sobrenaturales para seguir adelante. … Fue especialmente difícil ver a mi esposa sufrir en el hospital y luego poner una sonrisa en mi rostro por nuestros hijos cuando los vi en casa», dijo, y agregó que es su fe en Dios la que todavía lo guía hacia adelante.
«Esta es mi nueva cruz para el futuro previsible. Es una cruz de pena, tristeza, incertidumbre y soledad. Es una cruz difícil, pero Dios me llama a tomar esta cruz y seguirlo. Él me dará todas las gracias que necesito para llevarlo a cabo y acepto plenamente lo que me espera».
Conozca a Thomas, de 2 años, jugando con su mamá: Mire el video
El Sr. Hanna, que ahora administra la cuenta de Instagram de su difunta esposa, compartió que su cáncer era «demasiado agresivo», pero que ella «sufrió con alegría y sin miedo en sus últimos días».
«Nuestros hijos son extremadamente fuertes y resistentes, muy parecidos a su madre», dijo al periódico. «Thomas es un poco joven para comprender la mayor parte de lo que sucedió, sin embargo, los (niños) mayores entienden completamente que mamá está con Jesús y oran regularmente por su intercesión».
El afligido esposo y padre cree que aunque el sufrimiento es inevitable en la vida, la clave es cómo enfrentamos estas dificultades y dolores.
«Todo el mundo sufrirá hasta cierto punto en algún momento de sus vidas, no importa, cristiano o pagano, joven o viejo», dijo Hanna. «Jessica inteligentemente no desperdició su sufrimiento y lo convirtió en sacrificio. El sufrimiento puede servirnos como medio para desprendernos de este mundo, desprendernos del consuelo humano porque Su consuelo es mucho mayor».
La familia dijo que están «increíblemente agradecidos» por el gran amor y apoyo en este momento difícil.
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