Después de dar la bienvenida a su 18º bebé, esta madre comparte sus esperanzas de tener aún más hijos junto con la razón especial por la que ella y su marido han puesto a todos sus bebés nombres que empiezan por «C».
Patty Hernández, de 42 años, y su marido Carlos Hernández, de 41, se enteraron en agosto de 2023 que esperaban a su decimoctavo bebé, Cloe. La Sra. Hernández había predicho su más reciente llegada, diciendo a The Epoch Times después del nacimiento de su 17º bebé, Cannan, «Ahora sólo dejamos todo a nuestro Señor, ¡y tal vez conozcamos al bebé 18 en 2024!»
Cloe nació el 10 de febrero de 2024, pesando 7 libras y 3 onzas y su familia la recibió «con los brazos abiertos».
La Sra. Hernández creció en Guatemala, mientras que su marido se crió en El Salvador. Establecieron su hogar en Charlotte, Carolina del Norte, donde dirigen su propio negocio, God’s Cleaning Company. El nombre de su negocio habla de su amor compartido por el Señor.
«Llamamos a todos [nuestros hijos] con una ‘C’ porque el nombre de mi marido empieza por ‘C’, y [también] Cristo. En honor a ambos, elegimos esa letra», dijo la Sra. Hernández, admitiendo: «¡A veces nos confundimos al asignar nombres!».
La pareja, que no cree en los métodos anticonceptivos, tiene tres pares de gemelos: Carla y Caitlyn, de 13 años, Calvin y Catherine, de 9, y Caleb y Caroline, de 6. El resto de sus hijos, de 15 a recién nacidos, son Carlos Jr, Chris, Cristian, Celeste, Cristina, Caroll, Camilla, Charlotte, Crystal, Clayton, Cannan y la pequeña Cloe.
El bebé 16, Clayton, fue el embarazo más largo de la Sra. Hernández. Llegó al mundo el 5 de mayo de 2021, con 42 semanas de gestación.
Al compartir su filosofía de crianza, la Sra. Hernández dijo: «Amamos al Señor, así que todo está en enseñarles la Biblia. Queremos que sean buenas personas, ese es uno de los mejores lazos que compartimos».
La Sra. Hernández explica que los hijos mayores se levantan a las 5.30 de la mañana para prepararse para ir al colegio. La madre de 18 hijos aprovecha su ausencia para cuidar de su casa de cinco dormitorios mientras su marido sale a trabajar, y los bebés duermen la siesta por la tarde. Todos los niños tienen tareas domésticas y la familia no recibe prestaciones.
La factura semanal de la compra supera los 500 dólares, sin incluir los pañales. Sin embargo, para la Sra. Hernández, su unida descendencia es una bendición, y se siente orgullosa de sí misma como madre, «porque al final del día, ¡nos arreglamos con todo!».
¿Dará la pareja la bienvenida a más niños en el futuro?
La Sra. Hernández dice: «¡Esa es nuestra esperanza!».
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