Una madre de dos hijos que fue cruelmente apodad como el personaje de Batman «Dos Caras» debido a una gran marca de nacimiento en la cara, pensó que nunca encontraría el amor —pero obtuvo un marido e hijas de sus sueños.
Chelsey Peat, de 34 años, de Lethbridge, Alberta, Canadá, nació con una rara condición llamada síndrome de Sturge-Weber, un desorden neurológico que la dejó con una gran marca de nacimiento en el lado izquierdo de su cara, y un glaucoma en su ojo izquierdo.
«Es una mutación genética completa. No hay nadie en mi familia que tenga la enfermedad», dijo Chelsey a la Agencia Caters News.
Chelsey no tuvo el inicio fácil en su vida. Se tuvo que someter a una cirugía cerebral a los 18 meses para detener las convulsiones que amenazaban su vida y que eran causadas por su condición.
Los médicos le dijeron a sus padres que tenía un 50 por ciento de probabilidad de sobrevivir al procedimiento, y que incluso si sobrevivía, Chelsey tendría un 50 por ciento de probabilidad de vivir con discapacidades mentales graves. Pero desafió los obstáculos y sólo le quedó una pequeña pérdida de visión de campo en ambos ojos y dolores de cabeza poco frecuentes.
«Superé todas las estadísticas», dijo Chelsey a Truly.
Sin embargo, mientras crecía, las cosas no parecían fáciles, dado que Chelsey era constantemente blanco de sus diferencias físicas.
Cuando era niña, cuando Chelsey salía con su madre, la gente en los centros comerciales le preguntaba cómo se había quemado o si la habían golpeado.
Incluso una vez su madre le dijo que un hombre envolvió sus manos alrededor del dúo madre-hija y le dijo que podía ayudar con la situación de abuso.
La escuela fue igualmente difícil para Chelsey, los crueles agresores a lo largo de los años hicieron de su vida un «infierno viviente», se burlaban de ella a diario y la llamaban con nombres crueles como «monstruo» y «fenómeno».
Chelsey dijo a la Agencia Caters News que sus maltratadores también le pusieron el apodo de «Dos Caras», refiriéndose al infame personaje de Batman que tiene una horrible cicatriz en el lado izquierdo de su cara después de un ataque químico.
«No tuve muchos amigos mientras iba creciendo, pudo ser un tiempo muy solitario», añadió Chelsey. «Se llega a una edad en la que se quiere que los chicos se fijen en uno, pero no querían tener nada que ver conmigo porque me veía diferente».
De adolescente, Chelsey anhelaba ser una chica normal y por lo tanto se ponía gruesas capas de base para ocultar su marca de nacimiento.
Una vez, durante un baile de graduación de la escuela secundaria, Chelsey deseaba que alguien le pidiera ir a un baile con ellos; sin embargo, nadie lo hizo.
Chelsey admite que estas situaciones desplomaron su autoestima, y siempre se puso del lado de los pobres personajes indefensos de las películas como El Jorobado de Notre Dame, la bestia de La Bella y la Bestia y el Fantasma de la Ópera.
«Esos chicos me ayudaron a crecer porque la escuela fue muy difícil», dijo.
Sin embargo, las cosas dieron un giro importante para Chelsey cuando conoció a su marido, Matt, de 34 años, un trabajador de informática, a través de amigos en común en una fiesta en 2004. La pareja congenió y comenzó a chatear más en el MSN messenger y rápidamente se hicieron amigos.
Chelsey, quien trabaja actualmente a tiempo parcial en un hospital, dijo que sentío que la experiencia de poder hablar en internet le hizo más fácil ser espontánea y hacer que Matt conociera su verdadero ser más allá de su marca de nacimiento.
«Lo siguiente que supe fue que me pidió una cita, fuimos al parque, y luego en otra cita a un centro comercial», recordó Chelsey. «Era algo importante para cualquiera que se interesara por mí en ese momento, nunca pensé que fuera posible».
La pareja se casó en 2008 y gradualmente le dieron la bienvenida a sus hijas, Athena, de 13 años, y Zelda, de 3. Con esto, Chelsey consiguió la familia que nunca imaginó que podría tener.
Ahora, la madre, quien es embajadora de la Fundación Vascular de Marcas de Nacimiento, está ayudando a crear conciencia sobre su condición y dando esperanza a aquellos que pueden ser intimidados por sus diferencias faciales.
«Desearía que la gente supiera que no somos contagiosos, que es una de las mayores ideas falsas», dijo Chelsey. «Acéptennos y ámennos por lo que somos, con marcas de nacimiento y todo».
Chelsey también ha encontrado la paz dentro de sí misma para hacer frente a la situación. Dice que ahora cuando la gente la mira o hace comentarios sobre ella, aprovecha la oportunidad para enseñarles.
«Somos personas increíbles, pero no llegamos a utilizar todo nuestro potencial porque el mundo exterior no se siente cómodo con nosotros por ser tan raros», concluyó. «Quiero que me traten como a cualquier otra mujer en 2020».
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