Una madre de 14 hijos reveló que gasta sólo USD 75,600 al año en comida, facturas y ropa para su familia, y dice que su numerosa familia es su «tesoro».
La Sra. Sarah Wolfgramm, de 48 años, y su marido, el Sr. Haini, de 56 años, músico, siempre habían soñado con tener una gran familia.
Para administrar su hogar, la señora Wolfgramm gasta USD 6300 al mes, de los cuales USD 2700 se usan en pagos de hipoteca, USD 1200 en alimentos, USD 2000 en facturas y USD 400 en artículos de primera necesidad. Pero la madre «ahorradora» —una hostelera de Redlands, California— gasta su dinero sabiamente, comprando ropa y artículos con descuento y adquiriendo alimentos a precios de mayorista.
La señora Wolfgramm, que dió a luz a 14 niños en 21 años, dice que cada embarazo se ha vuelto «más fácil» y que para ella «dar a luz es como andar en bicicleta».
La pareja tiene diez hijas: —Eve, de 27 años; Isabella, de 24; Tihané, de 23; Nora May, de 18; Hazel, de 17; Mary, de 13; Vaké, de 11; Sariah, quien falleció a los 3 meses de edad; Lynnae, de 8; y Joy, de 6 años— y cuatro hijos: Heinrich, de 26; Abraham, de 21; Maikeli, 20; y Wesley, de 15 años.
La señora Wolfgramm dijo: «Tu familia es tu tesoro, y cuando empiezas a ver riqueza en la familia —es fácil».
«Tengo el don de ser ahorrativa y frugal. Entonces necesitamos un mínimo de USD 6000 al mes para administrar la casa. Voy a los contenedores de gangas, a las [tiendas] Goodwill; y utilizo mi negocio de catering para conseguir comida a precios de mayorista».
«Cuando los niños quieren algo que no está en su presupuesto, como una camiseta nueva, trabajan para conseguirlo y la compran ellos mismos. Los niños mayores colaboran y se ocupan de sus necesidades personales, como las facturas de teléfono».
La pareja, que lleva 30 años juntos y proviene de familias numerosas, compartía el sueño de tener muchos hijos. Le dieron la bienvenida a su primera hija, Eve, de 27 años, en mayo de 1996. La Sra. Wolfgramm supuso que dejaría de tener hijos una vez que tuviera su «docena de panaderos» hasta que su duodécima hija, Sariah, falleció a causa del síndrome de muerte súbita del lactante (SIDS, por sus siglas en inglés) con sólo 3 meses de edad.
Ella dijo: «Sariah era nuestra hermosa niña. Ella me dio mi docena de panaderos y pensé que ya había terminado. Pero un día, se quedó dormida en los brazos de mi marido mientras yo horneaba un pastel. La dejó abajo y cuando la revisamos, no respiraba».
«Nos rompió el corazón a todos. Ella era la más joven de la familia y nos sacudió el mundo el solo hecho de saber que uno de nosotros podría morir en un instante. Mientras estábamos de duelo como familia, nuestros hijos nos pidieron que consideráramos tener otro bebé porque no querían que su percepción de los bebés terminara con esa impresión».
«Fue muy aterrador despedirme de mi bebé y no saber qué vendría después, pero lo dejé en manos de Dios. Poco después de eso, fui bendecida con mi bebé arcoíris, Lynnae. Ella puso un arcoíris sobre todos nuestros corazones rotos. Supusimos que habíamos terminado.
«Teníamos una docena de panaderos, pero luego, cuando yo tenía 42 años, llegó otro bebé arcoíris, Joy. Sabemos que mis dos hijos más pequeños fueron enviados por Sariah, que está en el cielo, y todos nos sentimos reconfortados al saber que tenemos un ángel en el cielo que vela por nosotros».
La Sra. Wolfgramm dice que tiene mucha paciencia y apoyo para ayudarla a administrar su atareada casa.
«Contamos con un enorme recurso de familia numerosa —tías, tíos y primos— que siempre están felices de ayudar», dijo.
La familia vive en una casa de seis habitaciones con tres baños junto con los padres de la Sra. Wolfgramm, Carl Knapp, de 74 años, y Lynn Knapp, de 73. Cada uno comparte una habitación, excepto Eve, que tiene la suya propia después de que Tihané se mudó. Heinrich, Bella y Maikeli también huyeron del nido y no viven bajo el mismo techo.
«Es extraño, la casa se siente vacía», dijo la Sra. Wolfgramm». Educamos a los niños en casa porque se adapta mejor a nuestro horario y significa que puedo estar al tanto de todo».
«La casa es una máquina muy bien engranada y mi hija mayor tiene la función de mantener a todos a raya. Cada mes, a cada niño se le asigna una tarea de la casa que debe realizar y que va rotando, por lo que todos prueban cosas diferentes. Pero obviamente, si noto que es necesario hacer algo, lo hago”.
La Sra. Wolfgramm pone 21 cargas de ropa a la semana para acabar con la ropa sucia. No hace que la familia se siente a comer todos los días, pero siempre prepara la cena.
«Solo hago una comida al día. En la cena, lo dejo todo en la encimera y los niños pueden tomarlo cuando quieran», dijo. «Lo dejo fuera para que cuando los niños entren y salgan por la noche puedan coger lo que quieran».
«Hay que seguir el flujo y la corriente de quién necesita qué. Nunca funciona según lo planeado, sólo hay que tomarlo un día a la vez».
Con información de The Epoch Times.
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