Para una madre primeriza, la pérdida de su hermano por suicidio la llevó a buscar consuelo en el alcohol, un hábito que gradualmente se volvió incontrolable. Su momento más crítico sucedió durante una consulta con su médico, cuando le diagnosticaron pancreatitis.
Hoy, Nicole Marso, de 30 años y madre de dos hijos, de Denver, Colorado, lucha por mantenerse libre de alcohol por su salud, la de sus hijos y su futuro. Describe su proceso para salir de la adicción como «lo más difícil» que ha hecho, y espera que su historia de dolor, esperanza y recuperación ayude a otros.
Nicole dijo a The Epoch Times que al sincerarse con sus amigos y familiares —especialmente con su hija de 8 años—, pudo enfocarse en su camino de recuperación.
«Quería dejar el hábito para ser la mejor madre que pudiera ser», dijo. «Mi hija ve que logré estar sobria», y luego me vio comenzar mi vida de nuevo como una persona sobria. Vio esos cambios. Se acercaba a mí y me daba un abrazo, y me decía lo orgullosa que estaba de mí».
«Es bueno tener a otras personas a las que uno no quiere decepcionar, porque a veces somos los que más rápido nos damos por vencidos».
«El otro lado es mucho mejor: es mucho más tranquilo y hermoso. Mantenerse sin beber es posible para todos los que lo deseen».
— Nicole Marso de Colorado
La madre de Nicole era soltera y tenía poco dinero. «Mi padre no estuvo realmente en el panorama hasta que fui adulta; él lucha con problemas de alcohol y adicción», dijo Nicole. «No pude hacer tanto como otros niños, pero creo que, en general, fui una niña muy feliz».
Todo cambió cuando Nicole, que entonces tenía 21 años, perdió a su hermano. Había dado a luz a su hija, Aspen, y no había tocado una bebida en su vida, pero cree que el trauma y el dolor de la pérdida de su hermano desencadenaron algo en su interior.
«Empecé a consumir alcohol poco después de la muerte de mi hermano», dijo. «Luché con la adicción al alcohol, de forma intermitente, durante los siguientes ocho años de mi vida. Por suerte, nunca recurrí a las drogas, pero no creo que eso importe realmente; creo que el alcohol puede ser tan peligroso como las drogas».
Nicole dijo que al principio «tomaba descansos de la bebida» para demostrarse a sí misma que tenía el control. Incluso dijo que logró de «dejar de beber enseguida» cuando quedó embarazada de su segundo hijo, un niño llamado Oakley, y le dio el pecho durante 18 meses.
Aunque su adicción se apoderó de ella, Nicole siempre puso a sus hijos en primer lugar: nunca faltaron a la escuela, ni a la iglesia. Pero a puerta cerrada, Nicole esperaba que los niños se fueran a dormir para beber hasta embriagarse.
Su hábito alcanzó su punto álgido en los primeros meses de la pandemia de COVID-19, cuando no tenía trabajo y estaba «atrapada en casa». Estaba luchando contra el dolor, la ansiedad y los ataques de pánico, y terminó ingresando con frecuencia a la sala de urgencias.
«Es duro vivir en un estado constante de ansiedad, porque realmente uno no puede salir de eso», dijo. «También sabía que era una consecuencia directa de mi consumo de alcohol».
Sin embargo, durante sus visitas sucedió algo que la hizo recapacitar.
«Creo que [el médico] sabía la respuesta a su pregunta antes de formularla, pero quería ver si iba a ser sincera», recordó Nicole. «Me dijo: ‘Le duele mucho, ¿cierto?'».
Cuando Nicole le aseguró que solo bebía vino con la cena, el médico insistió. «Me dijo: ‘Las personas de 29 años no tienen pancreatitis, y usted tiene pancreatitis'», recuerda Nicole, y añadió que en ese momento admitió su adicción.
El médico le dijo a Nicole que aún no tenía daños irreparables en sus órganos. Pero si continuaba, «no vería a sus hijos graduarse de la escuela secundaria», una advertencia que le rompió el corazón a Nicole. En esa época, sus hijos solo tenían 7 y 3 años.
«Me dijo: ‘¿Quiere ayuda para mantenerse sobria?'», recordó Nicole. «Antes que pudiera procesar la afirmación, mi boca simplemente dijo: ‘Sí’. Creo que fue una oleada de alivio. Sabía que no iba a ser fácil, pero sabía que valdría la pena».
Mirando hacia atrás, Nicole tiene la certeza de que nunca tuvo control sobre su adicción. Había engañado a sus seres queridos durante años, pero el médico «lo vio todo».
Entre los medicamentos, el síndrome de abstinencia y el sueño, Nicole no recuerda su primer día en el hospital, el 26 de agosto de 2020. Pero sí recuerda lo que sucedió después: una alimentación sana y baja en carbohidratos para sanar su páncreas, y una revisión masiva de su estilo de vida, empezando por dejar una relación de 10 años con el padre de sus hijos, que también era su cómplice en la bebida.
«Era la persona con la que bebía durante toda mi carrera de bebedora», dijo. «Así que sabía que el primer paso iba a ser dejar esa relación, porque sabía que si seguía, volvería a beber».
Como madre soltera, un tratamiento hospitalario claramente no era una opción para Nicole. Por el contrario, comenzó a compartir su proceso en Instagram, con el apoyo de su fuerza de voluntad, su familia, sus amigos y un grupo de recuperación espiritual en Denver que la ayudó a través de las redes sociales. Viendo que Nicole estaba mejorando y que pronto cumpliría un año de sobriedad, un integrante del grupo la invitó a escribir una carta a su adicción. Nicole aceptó.
«Sabía que iba a ser curativo», dijo. «Estaba escribiendo una carta a la persona que era antes de dejar de beber y contándole cómo es la vida ahora, como una persona sobria. Fue genial y muy poderoso».
Con el deseo de recuperarse económicamente, Nicole contactó a sus antiguos empleadores y recuperó su trabajo como mesera. Sus compañeros de trabajo, a los que Nicole describe «como una familia», han ayudado a crear un espacio seguro para ella mientras continúa su proceso.
«Si uno llega al punto de tener dificultades y se cuestiona si tiene un problema, probablemente lo tenga», dijo. «Creo que lo mejor que uno puede hacer es pedir ayuda a alguien, alguien que sepa que no tiene problemas de alcoholismo, o alguien que sepa que puede indicarle la dirección correcta para obtener ayuda, porque la recuperación no es igual para todos».
«Realmente vale la pena. El otro lado es mucho mejor, es mucho más tranquilo y hermoso. Mantenerse sin beber es posible para todos los que lo deseen».
Con información de Arshdeep Sarao.
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