Las pandemia mundial dio la oportunidad a una maestra de California que trabaja en un jardín de niños de realizar su gran sueño: enseñar al aire libre a los pequeños alumnos.
Joyce Mucher comenzó a trabajar en Penryn Elementary School en 1987, y ha enseñado en el jardín de infantes desde entonces. Para ella, el jardín de niños en «un lugar mágico», donde los niños tienen la oportunidad de aprender todos los días, de acuerdo a su perfil en la página de Penryn.
Ese «lugar mágico» del que habla Mucher, se vio amenazado en el 2020 con la llegada de la pandemia originada por el virus del PCCh, también conocido como el nuevo coronavirus que causa COVID-19. Las divisiones con plástico en el escritorio de cada niño para separarlos entre sí, el no poder compartir el material escolar y, además, no poder relacionarse entre ellos como antes, comenzó a frustrar a la profesora, según informó Gold Gountry Media.
Sin embargo, también fue una oportunidad de llevar a cabo el gran sueño de Mucher de enseñar al aire libre. La idea nació cuando la profesora se enteró que el ciclo escolar sería totalmente virtual, así que más de treinta años de enseñanza después, la educadora tenía la justificación perfecta para llevar su pedagogía fuera de las cuatro paredes del aula.
«Siempre trato de hacer lo correcto y lo mejor para los niños. Si esperas lo suficiente, toda situación mala tiene algo bueno que sale de ella», dijo Mucher.
La visión de la profesora era que los niños tuvieran un verdadero «jardín de infancia», y para poder hacerlo una realidad, presentó su idea a la directora de la escuela, Cara Alfonso, y a los padres de los niños. Sin dudarlo, ¡todos estuvieron de acuerdo!
«Vinimos a Penryn por la Sra. Mucher. Ella es probablemente una de las maestras más increíbles que conozco, y yo era maestra de séptimo grado», dijo Darcie Stratton, de 42 años, en entrevista a PEOPLE. «Cuando dijo que tenía esta visión de una escuela forestal, todos estuvimos de acuerdo».
Afortunadamente, Penryn Elementary School está cerca de un área verde ideal que sirvió para los planes de Mucher. Así que la profesora y los padres transformaron el terreno en toda una aula al aire libre para el aprendizaje.
Armados con herramientas que iban desde cortacésped y palas hasta un tractor, todos —incluyendo a los niños— limpiaron el terreno, un arroyo y atendieron los árboles del lugar. Además, uno de los padres fabricó una pizarra para exteriores con puertas incluidas para protegerla de la intemperie; otro construyó un escenario para jugar y actuar; y uno más donó trocos de árbol para sentarse.
«Todo lo que pensé que podría pasar con eso sucedió», dijo Mucher, «Estar afuera los mostró bajo una luz diferente a como los vemos en el aula […] Pudieron resolver problemas y utilizar habilidades que van más allá del lápiz y el papel».
Por sí mismos, los niños descubrieron como cruzar el arroyo, «navegar» en los días de lluvia, recolectar insectos y hacer creativas recetas con barro. Simplemente lo disfrutan y aprenden en el proceso.
Mucher comprobó que, con la naturaleza como parte del proceso educativo, los niños exploran y aprenden a su propio ritmo. Además, desarrollan habilidades para solucionar problemas y comunicarse, lo que los ha llevado a tener una mejor salud emocional.
«No tengo problemas de comportamiento aquí», compartió la profesora a Gold Gountry Media. «A veces, el aula puede ser sobreestimulante, y afuera los niños pueden correr, estar solos o compartir el juego al aire libre con otros niños».
Aunque la profesora Mucher está a punto de jubilarse, cree firmemente en su responsabilidad y la de cada profesor en este momento de la pandemia. Al mismo tiempo, espera que otros colegas «encuentren el valor para ser más innovadores».
«Quería que los niños recordaran la alegría del jardín de infantes, no la parte aterradora con máscaras» reflexionó Mucher.
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