Un niño que nació prematuramente, con un peso de apenas 2 libras (0,900 kilogramos), sobrevivió en medio de numerosas complicaciones de salud. Ahora es un adolescente próspero y es un milagro para su madre.
Sam Cassell, de 13 años, se convertió incluso en la inspiración de un libro: «Sammie the Salmon», escrito por su madre para ayudar a los padres de bebés prematuros, y a sus niños, a aferrarse al poder de la esperanza y la fe.
La mamá soltera Debra Cassell, de Salem (Virginia), es profesora de educación especial desde hace 19 años. «Ayudar a los niños milagro siempre fue mi pasión», dijo a The Epoch Times por correo electrónico.
Debra, de 50 años, es madre de dos hijos: Sam y una hija llamada Emily, de 10 años, que fue adoptada de Corea del Sur a los 9 meses. Sin embargo, el viaje de Debra hacia la maternidad fue una lucha.
Al intentar quedarse embarazada a los 32 años, Debra sufrió varios abortos prematuros. Después de tratamientos de fertilidad invasivos y dolorosos, finalmente se quedó embarazada de mellizos, y lo recuerda como «el momento más feliz de mi vida». Los futuros padres estaban emocionados por dar la bienvenida a sus recién nacidos.
Debra describió su embarazo como un periodo perfecto, sin embargo, una noche desarrolló un fuerte dolor en el lado derecho de su cuerpo. Tras ser llevada inmediatamente al hospital, la futura mamá fue diagnosticada de síndrome HELLP, un trastorno del hígado y la sangre que puede ser mortal si no se trata. Debra tuvo que ser sometida a una cesárea de urgencia a las 26 semanas, ya que los médicos no estaban seguros de que fuera a sobrevivir.
El bebé Sam y su hermana Alison nacieron el 14 de junio de 2007. Sam pesaba apenas 1 libra y 13 onzas (aproximadamente 0,820 kilogramos) y su hermana pesaba un poco más que él. Sam fue trasladado a la UCIN y pasó allí los tres primeros meses de su vida, mientras que, trágicamente, la hermana gemela de Sam falleció de enterocolitis necrotizante (NEC) después de 11 días.
«Decoramos la habitación del bebé en verde y rosa. Un lado era para ella y el otro para Sam», recuerda Debra. «Después que ella falleció, no pude ni siquiera entrar en la habitación. Mi familia se llevó todas las cosas de niña y las redecoró antes de que llegara a casa del hospital», añadió la mujer.
La desconsolada Debra, con el apoyo de su entonces marido, canalizó su fuerza para apoyar a Sam, que seguía luchando por su vida.
A través de un plan de servicio familiar individualizado (IFSP), Sam recibió terapia ocupacional y física desde su nacimiento y llevó brevemente un casco para remodelar su cráneo. Luego le diagnosticaron TDAH, trastorno de integración sensorial, retraso en el habla, retraso en la motricidad física y problemas de aprendizaje en matemáticas.
Dos años después del nacimiento de Sam, Debra adoptó a una niña de Corea del Sur, llamada Emily. «¡Es nuestro segundo milagro!» expresó Debra.
A medida que Sam crecía, la escuela a la que acudía se adaptaba a sus necesidades, permitiéndole usar el ascensor, designando tiempo extra entre las clases, e incluso tenía deportes adaptados.
Aunque sus necesidades sensoriales eran extenuantes, Debra sabía cómo ayudar a su hijo en casa, gracias a su formación en educación especial.
Debra se crio en una granja de Virginia Occidental, donde su papá, jefe de policía, y su mamá adoptaron a dos niños con parálisis cerebral.
Ella recuerda que su difunto hermano adoptivo sufría acoso por sus diferencias físicas, pero lo recuerda como una persona «muy inteligente y maravillosa».
«Me convertí en profesora de educación especial para ayudar a los niños como mi hermano a sentirse bien consigo mismos», afirmó.
Lamentablemente, Sam también sufrió acoso escolar desde pequeño. Tras una serie de guarderías fallidas, Debra, que había vuelto a trabajar, consiguió una vacante para su hijo en una clase de preescolar dentro de su propio sistema escolar.
Después, cuando estaba en quinto grado y era preadolescente, Sam empezó a quejarse de dolor en los pies. La radiografía de todo el cuerpo de Sam mostró que la parte superior de su columna vertebral no estaba bien unida debido a su nacimiento prematuro. Entonces, después de meses de continuas pruebas, Sam fue diagnosticado con artritis juvenil.
En sexto grado, el acoso escolar volvió—en el autobús escolar de Sam. «Decía que se burlaban de él por su forma de caminar y hablar», recuerda Debra. «Verlo llorar porque los niños se burlaban de él fue terrible. Me trajo todos los recuerdos de mi hermano», añadió.
Debra lo sacó entonces del autobús y empezó a llevarlo ella misma a todos lados.
Debra también tenía otra herramienta increíble en su arsenal para ayudar a reforzar la autoestima de Sam: un cuento que había escrito durante su estancia en una guardería. «Las palabras para el libro fluyeron un día estresante en el que tenía mucho miedo de dejarlo», recuerda.
Diez años después, «Sammie el salmón» se convirtió en un libro. La historia narra la vida de un bebé salmón nacido antes de tiempo, que se ve obligado a pasar por muchas de las mismas experiencias por las que pasaría un bebé prematuro, antes de crecer y hacerse grande y fuerte.
«Es un homenaje a Sam y al luchador que hay en él», dijo Debra a The Epoch Times. «Mi esperanza es dar ánimo e inspiración a otras familias a través de la historia de amor de Sam. Poder compartir nuestra experiencia de forma positiva es una bendición de Dios».
Sam cumplió 13 años el 14 de junio de 2020. Lo está haciendo «increíblemente bien» y es «un pequeño rayo de luz resistente», dijo su madre.
Sam, al que le cuesta hacer amigos, comparte un estrecho vínculo con su hermana Emily, a pesar de las típicas peleas entre hermanos. El niño se enteró que tuvo una gemela a los 13 años, cuando Debra consideró que por fin era lo suficientemente mayor para entenderlo.
«Tenía muchas preguntas», dijo, «pero se lo tomó bien».
Hoy, es un Sam feliz y con buen humor, aficionado a la historia, adora los juegos, la pesca, la natación y el golf.
«Ver cómo crece su confianza es muy gratificante», dijo Debra. «¡Las cosas buenas pueden suceder y nuestro impresionante Sam es una prueba de ello! Siempre hay que creer en los milagros».
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