Una mujer por fin pudo recibir un abrazo de su hija de 6 años como es debido después de perder de 84 libras (aprox. 38 kg).
Carla Ford, de 33 años, alcanzó las 224 libras (aprox. 101 kg) al adquirir el hábito de comer compulsivamente después de ser mamá, mientras iba a trabajar a tiempo parcial y volvía a la universidad para obtener las calificaciones que necesitaba para convertirse en enfermera.
Comenzó a llenarse de panecillos de salchicha de Greggs, galletas, café con leche de vainilla, pasta de pollo al pesto y comida para llevar durante casi una década.
«Siempre escondía mi peso ‘debajo de la alfombra'», dice Carla. «La verdad es que estaba muy descontenta con mi aspecto. Se me salían las lágrimas de ver cómo me dejaba».
«Hasta tal punto que me lavaba el pelo dos veces al día para asegurarme que se viera bien porque era lo único que podía arreglar al instante», añadió.
En marzo de 2020, la madre de tres hijos, de Edimburgo, Escocia, asistió a una revisión rutinaria en su consulta médica y le dijeron que estaba a punto de desarrollar diabetes de tipo 2. La noticia de su peso le «terminó afectando».
Devastada por el diagnóstico previsto, le suscribieron antidepresivos para ayudarla a sobrellevar el impacto por la noticia de salud.
Cuatro meses después, Carla decidió bajar los kilos con una dieta reducida en carbohidratos que consiste en eliminar el pan y el azúcar.
«No tenía tiempo para mí, pero cuando estaba a mitad de camino pensé que, con el susto de la salud, si no hacía algo no iba a cambiar nunca», dijo Carla.
Cambió a una alimentación más sana que incluía huevos revueltos, tocino crujiente y aguacate para el desayuno, y luego ensalada de atún con aceitunas/pollo cocido y queso para el almuerzo, y pastel de requesón con puré de colinabo y muchas verduras verdes con mantequilla para la cena, además de un delicioso postre de caramelo salado con nata montada.
Para los refrigerios, Carla optó por opciones más sanas, como los raspados de tocino con alioli y anacardos.
«Los primeros cuatro o cinco días fueron muy duros, porque el cuerpo sufre un impacto», dice Carla. «Pero después de unos meses noté que perdía todos los síntomas de mi síndrome de ovario poliquístico. La horrenda piel desapareció junto con el exceso de vello facial y la sensación de hambre constante también se redujo».
Además del cambio en la alimentación, Carla empezó a caminar mucho más y se inscribió en el gimnasio en noviembre, después de perder 70 libras (aprox. 32 kg).
«Tampoco quise hacer un trabajo en el que mi peso me hundiera», dijo Carla. «No quería no estar en forma mientras hacía un turno de 12 horas».
Carla trabajó duro durante cuatro años mientras estudiaba para obtener las notas necesarias para conseguir un puesto en la universidad, y al mismo tiempo cuidaba a sus tres hijos.
A los seis meses de cambiar su dieta, Carla revirtió su tendencia a la diabetes, y los síntomas del síndrome de ovario poliquístico (SOP) también se redujeron.
«Me siento mucho mejor por todo esto», dice Carla. Antes había «probado muchas dietas durante años y vi mi peso variar como un yoyó, pero nada se mantenía».
«Esto lo logró y nunca me he sentido mejor mentalmente o físicamente», añadió Carla.
Carla mencionó que, recientemente, se ha prestado mucha atención a la dieta ceto en las redes sociales, y algunos afirman que podría ser poco saludable e insostenible, pero para Carla dice que este no es su caso.
«Me salvó la vida de verdad», dice.
«No volveré a comer como lo hacía antes ahora que sé lo que funciona para mi cuerpo y los enormes beneficios que he obtenido al reducir mi consumo de carbohidratos», añadió.
Además, Carla se ha sometido a análisis de sangre regulares con su médico para garantizar que su cuerpo funcione correctamente con su nuevo estilo de vida. Ahora está convencida de que la nutrición puede ayudar a resolver muchos problemas para los que normalmente se recetan medicamentos.
Ahora que pesa 140 libras (aprox. 63.5 kg), Carla dice que su notable proceso para perder peso finalmente llegó a su destino cuando su hija, Florence, la abrazó una tarde y le dijo que «podía alcanzar sus brazos».
«Me dijo: ‘mamá, ahora mis brazos pueden tocarse'», recuerda Carla. «Son cosas como esta, de las que nunca me habría dado cuenta antes, pero que obviamente la están impactando».
Sobre su peso ideal, Carla dijo que haber perdido tanto peso le ha permitido cumplir su sueño de ser partera, lo que actualmente está estudiando en la Universidad Napier de Edimburgo.
Carla también ha estado haciendo compartiendo su régimen de fitness y alimentación en su cuenta de Instagram para ayudar a inspirar a otras personas en sus procesos para perder peso.
Con información del personal de Epoch Times.
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