Estos padres enseñaron al mundo el significado del verdadero amor en el momento más difícil de sus vidas, tomando una dolorosa decisión por el bien de otros: ver morir a su hija para donar sus órganos.
Krysta Davis, de 23 años, y su esposo Derek Lovett de 26, de Cleveland, Tennessee, estaban tremendamente felices cuando se enteraron que esperaban una niña, pero toda la alegría se desvaneció cuando los médicos les dijeron que tenía anencefalia, una afección en la que el cráneo o el cerebro de un bebé no se desarrolla completamente, y en su caso probablemente no sobreviviría por más de 30 minutos después del nacimiento, según publicó People.
Los Lovett recibieron la terrible y dolorosa noticia a las 18 semanas de embarazo.
«Definitivamente fue impactante. Fue una gran angustia saber que habíamos abortado antes y estábamos teniendo complicaciones con este embarazo. Fue realmente difícil asimilarlo», le dijo Davis a People, recordando el aborto espontáneo por el que pasaron en 2017.
«[El doctor] dijo que los bebés con anencefalia no tienden a sobrevivir al parto y mucho menos a cortar el cordón. No había ninguna posibilidad que ella pudiera sobrevivir sola por mucho tiempo, si es que lo lograba”, explicó Davis.
Pero la decisión de la pareja consternó a todos: tomaron la decisión de ver nacer y acompañar a su hija en esos últimos momentos de su vida. La esperanza los hizo llevar el embarazo hasta el final.
«Lo hablamos», señaló Davis. «Sabíamos que eso era lo que queríamos hacer».
A pesar de saber que su bebé no sobreviviría, disfrutaron cada momento del embarazo, desde descubrir sus comidas y música favoritas hasta disfrutar de cada patada, según la publicación The Mirror.
Krysta tuvo su bebé la noche de Navidad, llegando a culminar su embarazo a las 40 semanas y dos días.
«Ella salió mirando las estrellas. Ella nació boca arriba», dijo Davis. “Fue el sentimiento de amor más abrumador que he sentido en mi vida. Poniendo los ojos en ella, nunca supe que podía amar tanto a alguien. Fue una locura».
Davis comentó a Inside Edition que los doctores se sorprendieron porque la niña sonreía todo el tiempo. Él describió que su hija nació como la «bebé más feliz» que haya conocido.
Milagrosamente Rylei sobrevivió toda una semana. Los tres pasaron ese tiempo en el hospital juntos hasta que ella se despidió de este mundo en víspera de Año Nuevo.
«Fue absolutamente increíble, ya que el hecho de saber que tal vez íbamos a tener 30 minutos con ella a lo sumo, a tener una semana con ella fue más de lo que podríamos haber esperado o imaginado», aseguró Davis a PEOPLE.
«Fuimos capaces de encajar toda una vida de amor en esa semana con ella que para empezar no estaba garantizada. Ella sonrió todo el tiempo. Era una niña tan buena», agregó un conmovido Davis.
Rylei, murió en los brazos de su padre, pero su corta vida no fue en vano ya que pudo salvar a otros dos bebés, después de que donaran las válvulas cardíacas, mientras que sus pulmones fueron a una fundación de investigación con una necesidad desesperada de órganos.
Davis explicó que Rylei no lloró en toda su semana de vida. Pero en su último día, ella dejó escapar un pequeño grito a medida que dejaba de respirar.
«Es como si estuviera luchando para darnos más tiempo. Fue increíble», dijo la mamá cariñosa sobre Rylei. «Ella sorprendió a todos al estar viva durante esa semana».
La fotógrafa Clarissa Tilley fotografió cada momento de la vida de Rylei y trabajó 50 horas durante su semana de vida.
Clarissa brinda este servicio a los padres que pasan por estas situaciones difíciles y lo hace de forma gratuita, «Yo misma soy madre, así que experimentar eso me impactó en un nivel más profundo, podría pasarle a cualquiera y la idea es desgarradora», explicó la joven de 27 años a The Mirror.
«La traté como me gustaría que me traten en esa situación cuando nació Rylei. También me enamoré, fue emocionante, me enamoré de todos ellos», aseguró Clarissa.
Clarissa recuerda que Rylei tenía su cerebro expuesto pero que «Krysta no veía la discapacidad o sus condiciones, vio a su hija y el amor puro brillaba en ella”.
La fotografa recuerda que “todas las enfermeras y el equipo de donación de órganos estuvieron allí durante 45 minutos, sentados esperando la hora de la muerte y eso nunca sucedió».
«Me hace llorar cada vez que miro las imágenes, realmente no estaba en modo de fotógrafo, Krysta significa mucho para mí», confesó Clarissa. «Los atesoraré por el resto de mi vida».
La pareja compartió todo su proceso en Facebook y toda la vida de Rylei titulada «Rylei Arcadia: An Unexpected Journey», según Fox News.
Estos padres con su gran corazón nos enseñaron la verdadera compasión, nunca pensaron en ellos mismos, solo pensaron en acompañar, en dar amor a su bebé en su corta vida y en ayudar a otros a través recibir su tan esperado órgano. Rylei se fue de este mundo sintiendo el gran amor que sus padres sienten por ella.
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