La trágica pérdida de una madre, después de dar a luz a su niño muerto, se convirtió en una bendición para otros recién nacidos que se enfrentaron a complicaciones mientras estaban en la de mamá. Fue posible con la ayuda de su propio cuerpo, a través de leche materna, que hizo que esto fue posible.
Lo más increíble de esta historia fue la cantidad de leche que donó, que fueron aprox. 348 litros de leche materna en un período de ocho meses enteros.
La madre, de Maine, Amy Anderson, quedó embarazada en 2010. A las 15 semanas de embarazo, la pareja se enteró de que su hijo nonato tenía un grave problema de salud, sufría de una obstrucción del tracto urinario inferior.
En un intento de evitar un problema potencialmente fatal, planearon hacer que el bebé por nacer se sometiera a una cirugía. Pero cuando llegó el día en que los padres programaron una fecha para la operación, se produjo la tragedia. Una acumulación en el tracto urinario del bebé causó tanta presión que el corazón del bebé no lo soportó. Lamentablemente, el 30 de octubre de 2010, el bebé Bryson Anderson, nació muerto.
Mother Donates 92 Gallons of Breast Milk in Honor of Stillborn Son. https://t.co/HJDvdPCud2 pic.twitter.com/W9IUlhvaeW
— FOX 5 Atlanta (@FOX5Atlanta) 11 de diciembre de 2015
Sin embargo, aunque Bryson ya no estaba con ellos, el cuerpo de Amy respondió como si su hijo, como un ángel, estuviera vivo y lo que le hacía producir leche para alimentar a un bebés prematuro y quizás enfermo. Los médicos le ordenaron a Amy que no extrajera su leche, pero su intuición le decían otra cosa y ella los hizo. Fue un alivio.
Después de investigar un poco, Amy descubrió que existía una gran necesidad de madres que donaran su leche materna para ayudar a salvar a los bebés prematuros, cuyas vidas a menudo colgaban de un hilo.
Lo que es más, la leche de Amy sería lo que se llama la «gran leche prematura», como Bryson nació tan prematuro, el cuerpo de Amy respondería produciendo leche materna, muy rica en nutrientes para cuidar a su débil niño y de seguro recuperar la salud.
Esta madre donó 348 litros de leche en los siguientes ocho meses. A pesar de su propia perdida, fue un rayo de esperanza que ella ayudara a salvar las vidas de otros bebés. Fue esta experiencia positiva la que hizo que continuara donando con regularidad al Banco de Leche Materna del Noreste y también hizo que se esforzara por lograr su licencia como asesora en lactancia materna.
Hay aún más consuelo para Amy, al saber que su donación de leche materna fue entregada a los bebés prematuros de mayor riesgo, alimentándolo de la misma manera que lo haría con su propio angelito.
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