Una niña le hizo una foto a escondidas a su madre, que tenía sobrepeso, y ella quedó tan sorprendida al verla que perdió más de 126 libras (50 kilos).
Nikki Forbes, madre de cuatro hijos y de apenas 35 años, no sabía que su hija, que ahora tiene 8 años, la había fotografiado mientras estaba sentada en el sofá hace dos años.
La Sra. Forbes, de Newmains, Lanarkshire, Escocia, dijo que ni siquiera se reconocía a sí misma cuando vio la foto. Sabía que tenía que hacer un cambio y así comenzó su viaje de pérdida de peso que le cambió la vida.
Ella empezó a contar las calorías y a comprobar la información nutricional de lo que comía, intentando hacer cambios más pequeños y saludables al principio. A pesar de no tener un régimen de ejercicio estricto, ella pudo progresar haciendo sus diligencias diarias junto con una ingesta de calorías más baja.
En el transcurso de dos años, perdió 130 libras, lo que la llevó de una talla 22 a una talla 8 a 10. Ahora que se siente cómoda con su peso, puede pasar más tiempo activa con sus hijos, una ventaja de la que está increíblemente orgullosa.
«Yo había estado mirando mis fotos y me di cuenta de que había una en la que aparecía sentada tomando una taza de café», dijo la Sra. Forbes. «Fue uno de esos momentos en los que me di cuenta. Pensé: ‘¿Realmente soy yo? ¿Tengo realmente esa talla?
«Le pregunté a los niños quién había hecho la foto y mi hija pequeña me dijo que era ella. Le pregunté a mi marido si realmente era así. Me dijo que parecía un poco diferente porque estaba sentada, pero que sí».
«Así era. Rápidamente, me di cuenta después de ver esa foto de que tenía que hacer algo al respecto, de lo contrario, no estaría el tiempo suficiente para mis hijos».
La Sra. Forbes empezó a contar calorías. Aficionada a la comida para llevar y a las patatas fritas, pudo mantener sus golosinas favoritas en su dieta, comiéndolas los domingos y asegurándose de no consumir más calorías de las establecidas.
«Nunca tuve dudas con la comida», dijo a continuación. «Si quería chocolate, patatas fritas o comida para llevar, me lo comía. Nunca me fijé en el valor nutricional de los alimentos. «Ahora, si todo el mundo pide comida para llevar, yo pido algo parecido, pero un poco más sano. Pollo a la plancha en vez de frito, ese tipo de cosas. Puedo seguir participando, pero haciendo pequeños retoques para que sea más sano».
«Nunca he eliminado toda la basura. Sigo comiendo comida para llevar los domingos por la noche, o algo de chocolate o patatas fritas, pero me mantengo dentro de mi límite calórico. Con ese peso, con solo caminar o hacer las tareas cotidianas, uno quema muchas calorías, así que ingiriendo menos, he perdido peso».
La Sra. Forbes está increíblemente orgullosa de su logro, pero sobre todo por la diferencia que ha significado en la vida de sus hijos.
«Ahora puedo correr detrás de mis hijos; puedo subirme a un columpio. Puedo subir un tramo de escaleras sin quedarme sin aliento», dijo la madre. «Puedo hacer muchas más cosas. Nunca lo había pensado, pero antes evitaba hacer ciertas cosas porque sabía que me quedaría sin aliento. Eran pequeñas cosas, como dar patadas a una pelota en el parque con mis hijos. Ahora, soy yo la que empieza a correr».
«Mi hija, la que hizo la foto, me rodeó la cintura con los brazos el otro día y pudo rodearme con los suyos. Eso fue encantador».
Ahora que se siente más sana y feliz, ella tiene un consejo clave para cualquiera que se encuentre en una situación similar.
«Una vez que empieces, ve a por ello. Si un día te caes del vagón, no pierdas toda la semana», dijo la Sra. Forbes. «A veces, un día puede convertirse en siete. Un día de descanso es mejor que siete. Sigue adelante».
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