Máquinas Singer siguen cociendo 100 años después para cumplir los sueños de humildes emprendedores

Por Romina Garcia
01 de noviembre de 2019 3:44 PM Actualizado: 01 de noviembre de 2019 3:44 PM

Las grandes industrias de la moda le deben su éxito. Las abuelas las atesoraban y las pasaban de generación en generación. Estamos hablando las máquinas de coser Singer, que después de un siglo siguen inspirando sueños de negocio y costura. Y que mejor ejemplo que el de Ghanda, África, donde son utilizadas para que la organización Street Girls Aid (Ayuda a chicas de la calle), aprendan el arte de la indumentaria y emprendan su negocio.

La compañía de máquinas de coser fue la creación de un excéntrico estadounidense llamado Isaac Merritt Singer, quien la inventó y la llamó «el motor de coser» y la patentó en 1851. Eran de hierro fundido, estaban hechas para durar, prácticamente indestructibles, según la BBC.

No hay duda que las máquinas de coser Singer fueron uno de los inventos más utilizados por las familias de todo el mundo, y ahora la organización Street Girls Aid, en Ghana, reciben máquinas de coser restauradas por la organización benéfica «Herramientas para la Autosuficiencia» en un taller en Southampton, en el sureste de Inglaterra.

Son máquinas Singer de principios del siglo XX, sin embargo, generalmente solo necesitan una limpieza profunda para funcionar como nuevas. Herramientas para la Autosuficiencia restaura unas 300 máquinas al año y las envía a Accra.

Imagen ilustrativa. (STR /AFP/ Getty Images)

En Street Girls Aid decenas de jóvenes aprenden a coser, a diseñar y a soñar. “No importa si las máquinas que tenemos son nuevas o viejas, lo que importa es que son duraderas», señala Vida Amoako, la directora de la organización. De hecho, la mayoría de las chicas prefieren máquinas de coser manuales, «porque no tienes que pagar cuentas de electricidad», explica una de las estudiantes.

«Al final del curso de un año, se llevan la máquina con la que han aprendido. Así pueden abrir su propio negocio», explica Vida.

Más de 20 jóvenes se gradúan cada año:»¡Tener esta máquina de coser va a cambiar mi vida a más no poder!», exclama Abena Ntiriawah.

«Cuando termine el curso, voy a tener mi propio negocio para poder trabajar para mí misma», asegura Gloria Boakyewaa. «Voy a ser una profesional perfecta, una costurera de alta calidad», expresa con alegría.

Imagen ilustrativa. (GIANLUIGI GUERCIA/AFP/Getty Images)

Una máquina creada para cambiar la vida de gente

Las maquinas de coser Singer cambiaron la vida de la gente. Para darnos una idea, Andrew Godley, historiador de gestión y negocios, cuenta que, según «los diarios que escribían las amas de casa en EE.UU. en las décadas de 1860 y 1870, pasaban el equivalente a dos días a la semana haciendo o reparando ropa, cosiendo a mano y otras tareas asociadas con ello». Además, destaca que «La máquina de coser les ahorraba un 90% del tiempo».

No solo podían coser para su familia más rápido, sino también para otra gente, cobrar y así ganar su propio dinero, algo realmente positivo.

Pero la Singer no solo fue utilizada para confeccionar prendas de vestir, sino que también podía usarse para hacer una variedad de cosas, desde zapatos y guantes hasta libros. Y para 1918, al final de la Primera Guerra Mundial, las máquinas de coser Singer eran tan populares que cada cinco hogares en el mundo había una.


Singer, el creador de las maquinas de coser, también tenía un sueño y logró cumplirlo utilizando su creatividad y conocimientos en actuación: sus maquinas de coser fueron las más vendidas en el mundo. «Singer era brillante para el espectáculo. Era muy bueno vendiendo la máquina de coser. Abrió fantásticas salas de exhibición en EE.UU. Además, las llevaba a ferias y circos», le contó a la BBC la historiadora de textiles Lin Gadner.

«Durante toda la historia, la gente había cosido a mano todos y cada uno de los pedazos de tela, y de repente apareció esta máquina que supuestamente se iba a encargar de hacerlo… ¡era difícil de creer!», explica Alex Askaroff, especialista en máquinas de coser.

«Así que montaban espectáculos públicos en Broadway, Nueva York: pagabas 10 centésimos de dólar y podías ver que era cierto. Y así es como todo empezó», agregó.

Imagen ilustrativa. (Hulton Archive/Getty Images)

La fábrica Singer se empezó a construir en 1882 y 2 años después estaba lista. Era la industria más grande de su tipo en el mundo, atrajo a miles de trabajadores creando una ciudad completamente nueva que se llamó Clydebank.

Las eternas máquinas Singer continúan perdurando en el tiempo y ayudando a cumplir sueños en el arte de la indumentaria.

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