Una mujer de California creció ignorando muchas cosas de su nacimiento hasta que su búsqueda de respuestas dio sus frutos. Recientemente, conoció al hombre que la encontró cuando era una recién nacida, con el cordón umbilical aún unido, abandonada entre los arbustos hace 30 años.
Jessica Hicks, ahora madre de seis hijos de Moreno Valley, sorprendió a Isaac Oliva con una llamada a finales de abril para confirmar su identidad.
Cuando supo que Hicks era la bebé que encontró envuelta en mantas detrás de un edificio de Irwindale en 1990, Oliva se sintió abrumado, reportó KABC-TV.
«Estaba lleno de emociones y se me cayó la mandíbula», dijo Oliva al medio de comunicación.
Al reunirse el 28 de abril, Hicks y Oliva se abrazaron e intercambiaron impresiones sobre la increíble historia que los unió.
Glenn Purbaugh, detective de la policía de Irwindale ya retirado que investigó el caso de Hicks, también asistió al reencuentro.
El Departamento de Policía de Irwindale compartió fotos en un comunicado en las redes sociales de los tres en el lugar exacto donde encontraron a Hicks. «Tenemos que admitir que nos encanta un final feliz», escribió el departamento de policía.
Aunque abrumada, Hicks dijo que el reencuentro le ayudó a completar el misterio de cómo empezó su vida.
Hicks, con un peso de 3.5 kilos cuando la encontraron, quemada por el sol pero con buena salud, era una «desconocida» para los medios de comunicación y para el hospital que la acogió. Nunca volvió a ver a sus padres biológicos, y la adoptó una mujer llamada Julie Swallow a los 15 meses de edad, reportó KABC-TV.
«Ella fue una bendición de Dios y del condado de Los Ángeles», dijo Swallow al medio de comunicación. «La quiero mucho, como si fuera mía».
Gracias a las pruebas de ADN, Hicks pudo rastrear a los miembros de su familia biológica.
Pocos días antes de su reunión con Oliva y Purbaugh, Hicks conoció por primera vez a su hermanastra, Nicole, y a su hermanastro, David, en Fontana. Desafortunadamente, su padre ya falleció, pero ambos hermanos recibieron a Jessica con los brazos abiertos.
«Es increíble», dijo David a la KABC-TV. «No puedo hablar por el pasado, no puedo hablar por nadie en el pasado, pero es genial que pueda hacer las paces ahora y luego seguir adelante».
A pesar de no haber encontrado todavía a su madre biológica, conocer a sus salvadores y a sus dos hermanos ha curado las heridas de Hicks.
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