Naomi Bakker, una de las bebés más pequeñas que han asistido sus médicos en un parto, se enfrentó desde el principio a una dura batalla por sobrevivir. Muchos profesionales médicos temieron que no tuviera esperanza.
Los médicos plantearon abortar como una alternativa, pero los padres de Naomi dijeron que no.
Cuando parecía que la única esperanza era la oración, rezaron.
Ahora, a sus casi 6 años, Naomi no solo sobrevivió, sino que ha crecido como cualquier otra niña y es una gran luchadora.
Una ecografía de 22 semanas de embarazo reveló a los padres Angela y Michael Bakker, de Reno (Nevada), que su hija en gestación estaba sufriendo una restricción del crecimiento intrauterino. Entonces, unos amigos les aconsejaron que viajaran a San Francisco para obtener una segunda opinión.
«Nos dijeron más o menos lo mismo que habíamos oído en Reno», dijo Michael a The Epoch Times en una entrevista.
«La estimaron en unos 350 gramos, y dijeron que había que tener unos 500 gramos para sobrevivir al parto».
Determinaron que Angela tenía un principio de preeclampsia (una complicación del embarazo relacionada con la presión arterial alta); y aunque no recordaba que sus médicos hubieran utilizado la palabra «aborto», estaba implícita.
«Dijeron de alguna manera: ‘Bueno, siempre podemos acabar con esto antes'», dijo.
«Estábamos justo en la semana 24, cuando es ilegal hacerlo después de ese momento», añadió Michael. «Pero nos dijeron: ‘Siempre podemos hacer excepciones en su caso'».
En el momento de escuchar esto, Angela sintió que el bebé se pronunció dando patadas. La pareja decidió que interrumpir el embarazo no sería una opción.
Sin embargo, mamá y bebé no pudieron aguantar hasta alcanzar la seguridad de las 28 semanas.
En julio de 2015, la preeclampsia de Angela empeoró y los latidos del bebé comenzaron a ser irregulares. La llevaron de urgencia al Renown Regional Medical Center y Naomi Joy Bakker nació por cesárea a las 25 semanas de gestación.
Con la presencia de 16 médicos, la bebé prematura nació en silencio, ya que era demasiado pequeña para emitir una voz. Sin embargo, cuando los médicos lograron intubarla, la sala se llenó de emoción.
Los ojos de Naomi seguían cerrados y pesaba menos de 364 gramos, pero estaba viva. La llevaron de urgencias a la UCIN, dejando a sus padres abrumados por todo lo que había sucedido.
Los médicos dijeron que las posibilidades de que Naomi fuera una «niña normal» eran inferiores al 1 por ciento, y le pronosticaron sordera, ceguera y hemorragias cerebrales. Las primeras 24 horas fueron su mayor reto, dijeron.
En medio de estos sombríos pronósticos, Angela recurrió a las redes sociales en busca de apoyo.
«Estaba en una habitación de hospital, no tenía a mi bebé conmigo, y me metí en Facebook para ver si había algún grupo de personas en esta situación», contó.
(Años más tarde, llegó a ofrecer apoyo a las personas que lo necesitaban, afirmando que un puñado de padres han tenido incluso el valor de rechazar el aborto después de escuchar su historia. «Deja que la gente les ayude», insiste. «Quieren ayudarle, y es una carga muy pesada de llevar cuando uno tiene un niño tan enfermo y uno se enfrenta a la vida y a la muerte cada pocos días»).
La madre sostuvo a su hija por primera vez dos días después de dar a luz. Agradece a las enfermeras que la ayudaran a interactuar con la frágil niña.
Más tarde, Michael también creó un blog que seguía los progresos de Naomi. Al principio solo lo compartió con sus seres queridos, pronto se disparó, y su historia de supervivencia empezó a conmover a gente de todo el mundo.
«Uno de los médicos, que es ateo, dijo: ‘No creo en Dios. Pero sigan rezando (…) sigan rezando porque está funcionando'», recuerda Angela.
Durante sus 142 días en la UCIN, Naomi tuvo que soportar dos intervenciones intestinales, una operación de hernia, un colapso pulmonar y una enfermedad pulmonar crónica. Se ganó el apodo de «pequeña karateca» por su carácter luchador, y superó estos obstáculos y le dieron el alta justo a tiempo para el Día de Acción de Gracias.
Angela recuerda que ese fue el mejor día de su vida.
En las imágenes que mostraban la vuelta a casa de Naomi, la enfermera Carrie Archie dijo que para un «bebé de 12 onzas y pico [estar] tan bien es increíble».
En medio de despedidas con lágrimas en los ojos, Naomi se fue a casa para tener una nueva vida y un hermano mayor, Nathaniel, que no podía esperar a conocerla.
La pequeña Karate superó un hito tras otro, aumentando de peso y dejando de recibir oxígeno a los 7 meses.
Y finalmente, la vida se hizo más fácil.
La familia celebró las primeras experiencias de Naomi: su fascinación por la vida, las plantas y los animales, y sus primeros pasos, que por casualidad cayeron en la Marcha por la Vida de Washington.
«Hice un gran alboroto por eso», dijo Angela a The Epoch Times. «Como si ella fuera «incapaz de vivir», pero está caminando».
Ahora, a punto de cumplir seis años, Naomi es una niña normal; sabe leer, escribir e incluso hace esquí como su hermano mayor. Le encantan los nuggets de pollo, las bromas y nunca ha perdido su espíritu luchador.
Ha crecido sin miedo, entró en clase en su primer día de preescolar sin ni siquiera mirar hacia atrás.
«Los mejores médicos de Estados Unidos de América se equivocaron con ella», dice Angela. «Y por eso hay que seguir sus consejos, pero aún se puede tener la esperanza de que se equivoquen».
Michael cree que la historia de esperanza de su hija es la que Dios quiere contar.
Para sus padres, el hecho de que Naomi haya alcanzado un estado «normal» la convierte en un verdadero milagro.
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