Una mujer española de 85 años fue registrada muerta por COVID-19, su familia se despidió y le realizó un entierro, pero 10 días después reapareció con vida en la residencia para adultos mayores donde su esposo aún lamentaba su partida.
Rogelia Blanco de 85 años de edad, vive junto con su esposo Ramón de 79 años, en la residencia geriátrica San Bartolomeu de Xove en la ciudad de Lugo, en Galicia, España, informó La Voz de Galicia.
El 29 de diciembre del 2020, tras dar positivo al virus del PCCh, mejor conocido como el nuevo coronavirus que ocasiona la enfermedad de COVID-19, la mujer gallega fue trasladada a un centro geriátrico en Pereiro de Aguiar, donde los pacientes contagiados son atendidos y aislados para evitar la propagación del virus, reportó El País.
El día 13 de enero, su familia recibió la triste noticia de que Rogelia había perdido la batalla contra COVID-19. Debido a las disposiciones sanitarias, la familia no pudo reconocer el cuerpo, pero pudieron realizar un entierro en el cementerio de San Pedro de Xuances. Su esposo y sus siete sobrinos despidieron con lágrimas el ataúd donde supuestamente se encontraba el cuerpo de Rogelia.
Sin embargo, el sábado 23 de enero, diez días después de su entierro, llamaron por teléfono a su sobrino Julio para notificarle que su tía estaba de regreso en la residencia.
“Tu tía Rogelia está aquí”, le dijo una voz nerviosa al teléfono. “Entonces, ¿a quién enterramos el otro día?”, respondió Julio según el mismo medio.
La brutal confusión entre dos pacientes trasladadas el mismo día en ambulancia, quienes compartieron cuarto durante su tratamiento por COVID-19 en Pereiro de Aguiar, ocasionó que Rogelia Blanco fuera confundida con Conchita, su compañera, quien realmente falleció aquel día.
“Yo creo que las confundieron pasados unos días porque, al principio, estoy seguro de que me hablaban de mi tía: me decían que cantaba cuando estaba contenta y ¡Rogelia es así!”, declaró Julio.
La Fundación San Rosendo, que gestiona ambas residencias para adultos mayores, lamentó el “desafortunado incidente”. Señalando que aún no tenían claro en qué momento, pero que probablemente se habían intercambiado las identidades de las mujeres. También informaron que durante el traslado en la ambulancia hubo algunos inconvenientes y tuvieron que cambiar de vehículo, para posteriormente ser colocadas en la misma habitación.
Dado que el personal aún no las conocía, no se percataron de la confusión y al parecer informaron erróneamente a ambas familias sobre la evolución de la enfermedad. Lo cuál ocasionó la lamentable noticia que recibió la familia Blanco, creyendo que la Sra. Rogelia, realmente había muerto.
El Sr. Ramón, quien se creyó viudo durante 10 días, recibió sorprendido pero finalmente con mucho alegría el “regreso a la vida” de su esposa.
Al notificarle que su mujer estaba viva, “No lo asimilaba. Decía que era imposible, que Rogelia no podía estar allí porque la habíamos enterrado”, relató su sobrino.
Por otro lado, la noticia no fue agradable para la familia de Conchita, la mujer que realmente fue sepultada el 13 de enero por la familia Blanco. Pues además de recibir la lamentable noticia de que su familiar había muerto por COVID-19, no tuvieron la oportunidad de realizar un entierro, pues ya había sido hecho por otra familia.
La Fundación San Rosendo declaró que se encargaría de todos los gastos necesarios para arreglar los papeles de Rogelia, quien quedó registrada como fallecida, así como el traslado del cuerpo de Conchita para que se encuentre sepultada en el lugar que considere su verdadera familia, informó El País.
Una gran confusión que afectó de manera significativa a dos familias, y prácticamente «revivió» a una mujer fallecida.
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